Bilbao - Iñigo Martínez (Bera de Bidasoa, 1997) está estudiando segundo curso de magisterio de educación primaria en Donostia y, a partir de ahora, tendrá que combinar la carrera universitaria con la pelota a mano profesional. “Me gusta y lo llevo bastante bien. Con los profesores suelo hablar de mi panorama”, apostilla. El zaguero iniciará el lunes en el Beotibar junto a Retegi Bi su nueva vida ante Errandonea-Tolosa. El contrato con Aspe es de dos temporadas.
¿Cómo le llega la noticia del debut?
-Fue un viernes por la tarde hace tres semanas. Ander Errandonea y yo habíamos quedado para tomar un café. De repente, entró Inaxio y me dijo en la barra que iba a debutar. Fue algo de repente e informal. Ander lo sabía ya. Fue una sorpresa impresionante.
¿Una encerrona?
-Había quedado con los amigos y Ander me escribió por el móvil para quedar un poco antes. Yo le comenté que sí, pero que avisaba al resto; pero Ander me dijo que no. Estuve con la mosca detrás de la oreja y después pasó eso, entró Inaxio y me lo contó.
Debutan dos pelotaris de Bera a la vez en el Beotibar de Tolosa. Va a haber muy buen ambiente.
-Hemos llenado tres autobuses y el cuarto está a punto. Al estar dos del pueblo en un debut, imagínese la ilusión que se ha creado. No solo aquí, sino también en la comarca y en los pueblos de alrededor. Mucha gente se desplazará.
En el momento que se lo comentó a los más cercanos, ¿qué le dijeron?
-Al principio, los de casa no se lo creían. Mi aita me preguntaba si le tomaba el pelo. Yo le dije que con estas cosas no bromeaba. Ese día, además, llegué tarde de un partido de baloncesto a casa y desperté a mi ama para contárselo y ni me felicitó, porque estaba medio grogui (risas). Al día siguiente, sí que se alegró mucho y me dio un gran abrazo. Están contentos.
¿Cómo está llevando todo el ruido mediático que se crea alrededor de un debut?
-La realidad es que está siendo todo bastante llevadero, ya que a las finales que hemos llegado tanto Ander como yo hemos tenido entrevistas. Sabemos ya cómo es el tema. El debut, no obstante, es un boom y todo el mundo te llama. Aun así, lo llevo con normalidad: sin nervios y sin presión de momento. Esto es un regalo que hay que aprovechar y, aunque tiene estas cosas, hay que acostumbrarse y disfrutarlas.
También estará en el foco.
-Ahora nos van a exigir más. Al final, esto es un trabajo, porque jugamos para una empresa. Nos van a analizar. Será duro. A pesar de estar con la lupa, hay que dejarlo aparte, porque si miro eso, tendré más presión y andaré más agarrotado. No hay que pensar en ello. Lo que venga, vendrá.
Debuta el mismo día que Errandonea, que son compañeros de club, de Bera, de la misma cuadrilla?
-Será un debut histórico porque somos dos del pueblo. De pequeños nos conocimos en el frontón de Bera y hemos pasado mucho tiempo juntos, ya sea viajando o yendo a sitios, y somos de la misma cuadrilla. Será bonito. Jugamos en contra así que la gente acabará contenta porque ganará un beratarra.
Supongo que el objetivo será amoldarse lo más rápidamente posible al mundo profesional, ¿no?
-Sí. Aquí las pelotas andan mucho más, los rivales tienen otro nivel, los cuerpos están mucho más hechos? El primer objetivo es la adaptación. Una vez que lo haya conseguido, hay que ir progresando poco a poco y mejorar.
¿La diferencia fundamental del campo aficionado al profesional es el material?
-Sí. Las pelotas son más exigentes, andan más por el suelo y el cuero siempre viene tocado. Hay que tener capacidad para jugar con esos lotes. Son pelotas fuertes.
¿Le van a su estilo de juego?
-Creo que sí. Las pelotas botonas que mandas al seis solo con muñequear no tienen mucho mérito. Esa es la diferencia fundamental. En el profesionalismo, este material pide tener más fuerza. Me gusta la pelota exigente. Eso sí, si toca día torcido, hay que sufrir.
Acaba su carrera como aficionado con el triunfo en el torneo DV junto a Eneko Labaka por 22-4 ante Peru Labaka y Arratibel. Un buen broche.
-No me lo imaginaba. Sabía que Eneko Labaka y yo formábamos una buena pareja, pero viendo a los rivales del torneo se veía complicada la txapela. Fuimos ganando los partidos y fuimos mejorando poco a poco. En la final hubo un resultado muy abultado, que no esperábamos. Ellos no tuvieron su día.
¿Cuál es su espejo en el mundo de la pelota?
-Abel Barriola. Es un placer verle jugar y estar con él. Es una referencia como pelotari y como persona, ya que trata muy bien a todo el mundo. Como desde pequeño le he visto en la tele, es mi referente. No obstante, los zagueros de ahora, Rezusta o Zabaleta, son unos cracks. Hay que aprender de cada uno.
Usted nace en 1997 y Abel debuta en 1998. Le lleva viendo toda su vida en los frontones.
-Eso es. Le sigo desde pequeño.
¿Suele sufrir de las manos?
-A la hora de tocarlas, son bastante blandas, pero me respetan bastante. Me dicen que es raro, porque se supone que me pueden entrar más pelotazos. En principio, no me quejo. Sí que he tenido temporadas complicadas, como todos, pero normalmente no suelo pasar problemas.
¿Suele cuidárselas mucho?
-No suelo ir al masajista por las manos. Solo voy cuando tengo dolores. Hago más hincapié en el cuerpo, porque la pelota a mano es un deporte en el que te castigas. Es muy explosivo. Me gusta ir a que me suelten bien. Yo, además, mido 1,90 metros y tengo peso. Así, sufres en la cancha.