vitoria - En 2013, la idea de Yosu Vázquez comenzó a tomar forma. Su intención era la de formar una asociación de montaña. Pero no una asociación cualquiera. Quería que su organismo hiciera posibles los sueños de personas que, por desafortunadas circunstancias, antes los vieran imposibles.
Con este pretexto nació Montes Solidarios, una modesta asociación vitoriana que sin embargo, ya cuenta con el primer premio material en su vitrina. El Cascabel de Oro con el que fueron galardonados el pasado octubre es un reconocimiento a la labor de integración de los discapacitados en actividades de montaña. Pero para ellos el auténtico premio es otro. Es la sonrisa de Rafa Ledesma al convertirse en el primer invidente en acabar una carrera de montaña en Euskadi o son las lágrimas de Silvia Apodaka escalando el Teide en silla, al sentirse montañera por primera vez.
“Nos debemos a nuestros asociados, nuestro día a día se basa en ellos”, explica el presidente de la asociación, Yosu Vázquez. Aunque parezca un tópico, es la manera correcta de describir Montes Solidarios, ya que organizan los eventos en función de las peticiones de los necesitados. “Una vez al año sí procuramos organizar un gran evento. Este año hemos hecho lo del Teide” puntualiza Vázquez sobre la última hazaña del colectivo. Consistió en llevar hasta la cima del monte canario a la discapacitada Silvia Apodaka, que nunca había podido ir a la montaña. Debido a la climatología no se arriesgaron a alcanzar la cima, pero eso fue lo de menos. “En el momento en el que salimos desde la playa todo objetivo perdió interés, lo importante fue lo emocional: los lloros, los ánimos o los sentimientos al volver en el avión”, recuerda emocionado el presidente del colectivo.
Pero expediciones como esta última a Canarias serían imposibles sin la labor de los voluntarios. Aproximadamente 60 colaboradores hacen posible la labor de Montes Solidarios, aunque desde la organización aseguran que buscan ampliar esa cantidad. “Quizá sea mejor que nos conozcan poco a poco y crecer sin prisa pero sin pausa”, analiza José Manuel Almeida, secretario de la asociación.
Tal y como explica la propia directiva, para ingresar en Montes Solidarios solo hacen falta dos requisitos: ser mayor de edad y tener ganas y pasión por ayudar a los discapacitados en la integración montañera. Una vez dentro también hay que pagar una cuota simbólica de diez euros, solo en el momento del ingreso. “Los voluntarios son vitales para que sigamos adelante. Gracias a ellos podemos organizar salidas o cursos de formación”, puntualiza atentamente Yosu Vázquez.
¿Cómo es posible que una organización tan modesta, sin sede y con una mínima cuota obligatoria se mantenga? “Cada uno de los que organizamos Montes Solidarios tenemos nuestros trabajos y nuestras vidas. No queremos cobrar nada. Sobrevivimos de las aportaciones personales de la gente y de algunas campañas que sí han tenido éxito”, afirma Vázquez.
Montes Solidarios también ha contado con aportaciones de la Federación Alavesa de Montaña, que donó una de las dos sillas Joëlette de las que dispone la organización para que las personas incapaces de andar disfruten de la montaña. “Esta silla simboliza nuestros inicios y es una herramienta básica para nuestras actividades”, refrenda el presidente.
Sin embargo, Javier Calvo, presidente de la Federación Alavesa de Montaña y también miembro de Montes Solidarios se encarga de ratificar que ambos organismos están “totalmente separados”. Como miembro, Calvo es otro de los guías habituales de la asociación, en la que echa una mano siempre que puede.
Pequeña, pero siempre activa. Pese a sus escasos recursos, en Montes Solidarios ya están ideando nuevos proyectos para 2017, como la organización de salidas semanales o cursos de formación para guías de montaña o para el manejo de la silla Joëlette. No obstante, estos son algunos de los proyectos de menor calibre que tienen entre manos. “Tenemos más proyectos pensados, pero todavía no podemos sacarlos a la luz”, enuncia enigmático Yosu Vázquez.
Pese a las historias vividas y las que están por venir, el presidente insiste en que cada una de ellas es “única” y que el agradecimiento de los necesitados es lo que verdaderamente les motiva para seguir. “Nosotros solo somos la herramienta, el mérito es de ellos”.