VITORIA - De ganar una Liga con el Baskonia a las catacumbas de la liga EBA. De lograr solo dos victorias en un año con el Araberri a participar en su ascenso a LEB Oro. La carrera de Martín Buesa está plagada de subidas y bajadas, de claros y oscuros. Pero él no cambiaría ni una coma de su trayectoria. “No daría marcha atrás en nada, he tenido el privilegio de jugar siempre en mi ciudad”, afirma este vitoriano de 28 años que ahora saborea las mieles del éxito en la segunda categoría nacional con la elástica naranja. No mucha gente puede decir lo mismo. Y es que este fornido interior local ha jugado para cuatro disciplinas diferentes, todas ellas alavesas. Lo que podría decirse un trotamundos local. Y es que además de pasearse por la gran mayoría de competiciones nacionales -ACB, LEB Oro, LEB Plata, Liga EBA y Autonómica-, también puede jactarse de haber experimentado encuentros en la todopoderosa Euroliga e incluso en la NBA, en una gira de partidos amistosos con el Baskonia en 2010, entonces bajo las órdenes de Dusko Ivanovic. Martín Buesa empezó, como tantos otros jóvenes, formándose en la cantera del club baskonista. “En categoría infantil, cuando despuntó en competiciones nacionales, nuestro padre se dio cuenta de que tenía algo especial”, explica su hermano Javier, también exjugador de la escuadra azulgrana. “Ahí, en ese tipo de escenarios y contextos, te das cuenta de que puedes llegar a ser algo si curras”, refrenda Martín, el pequeño de los Buesa. El trabajo dio sus frutos, y en la temporada 2009/10 el vitoriano debutó con el primer equipo con el papel, eso sí, de jugador número 12 en la plantilla. El canterano ya había sido convocado con Baskonia en numerosas ocasiones, pero sin llegar a jugar un minuto en partido oficial. Esa fue la temporada donde se logró la última Liga baskonista, la del dos más uno de Fernando San Emeterio, que Buesa recuerda como “un sueño”. Sin embargo, todos los sueños, más pronto que tarde, llegan a su fin.

Su club de toda la vida requería un nivel de exigencia superior en el que el interior vitoriano no se encontraba cómodo. “Decidí ver cuál era mi nivel real de baloncesto y probé nuevas cosas”, recuerda el jugador, para el que no fue fácil dejar el único club que había conocido hasta entonces. Esta decisión le llevó a jugar para el UPV en la Liga EBA, cuarta competición nacional. Pese a la abrupta diferencia entre una competición profesional y otra amateur, Buesa guarda un gran recuerdo de su única temporada en la disciplina universitaria, con la que consiguió la permanencia en la última jornada. Fue entonces cuando llamó la atención del Araberri, donde actualmente continúa en activo.

el sueño dorado Si Martín Buesa tiene que quedarse con un solo momento durante toda su carrera, no duda ni un ápice en elegir el ascenso logrado el pasado mayo a LEB Oro con el club alavés. “Formamos un grupo muy bueno y conseguimos algo que nadie esperaba; es lo mejor de mi recorrido profesional”, refrenda el vitoriano, que cumple ahora su quinta temporada en filas del club que preside Oscar Vázquez. Pero incluso la relación más idílica tiene momentos oscuros. La de Martín ocurrió en la temporada 2014/15, cuando los alaveses solo consiguieron dos victorias en LEB Plata. “Ese año hasta me planteé dejarlo, pero en verano vuelve el gusanillo de la competitividad y acabó saliendo bien” explica emocionado el jugador. Además del Buesa jugador, en la institución vitoriana es tremendamente valorado el Buesa compañero. Alex Arcelus, alero alavés que coincidió durante tres temporadas con él, da buena cuenta de ello: “Nunca ha faltado a ningún entrenamiento, su ética de trabajo es envidiable. Estará jugando hasta que él quiera”.

Abunda en esta línea su hermano Javier: “Mi hermano es muy fiel adonde pertenece. Ha tenido malos años, pero su carácter de pertenencia le ha llevado hasta aquí”. Además de una visión de juego y un tiro de tres fuera de lo común, la lealtad y la dedicación son las principales virtudes de este nómada alavés, licenciado por cierto en Ciencias Ambientales, que parece haber encontrado su definitivo hogar en la cancha de Mendizorroza. ¿Y el futuro? “Veremos qué depara, pero no tengamos prisa”, responde con esa tranquilidad que acostumbra.