- Carlos Coloma fue tercero por sorpresa en la carrera de mountain bike y con su bronce, elevó a 17 el número de medallas de la delegación española. El riojano, vigésimo octavo en su debut olímpico en Pekín 2008 y sexto clasificado en Londres 2012, cerró su participación en Río de Janeiro en la tercera posición por detrás del suizo Nino Schurter y el checo Jaroslav Kulhavy, quienes se mostraron inaccesibles en la prueba disputada en el circuito de Deodoro, situado a 43 kilómetros del Parque Olímpico de Barra.

El vigente campeón del mundo y nuevo campeón olímpico firmó un registro de 1:33,28 que resultó inalcanzable para su gran rival y defensor del título, Jaroslav Kulhavy (1:34,18). Los dos mantuvieron una lucha encarnizada a lo largo de la temporada y ambos se postularon al trono olímpico en la ciudad carioca tras desenganchar al español. Ese pulso cayó esta vez del lado del suizo. La lucha de Coloma, quien pronto se reivindicó como el único español con opciones de podio, fue otra. Con el francés Maxime Marotte justo por detrás, el riojano cedió en el pulso por el oro y se fijó como nueva meta el bronce.

Su buen momento de forma y confianza le permitieron sostener hasta el final de las siete vueltas a un circuito de 4,85 kilómetros un ritmo sostenido al que no pudo responder el corredor galo en el momento definitivo. En las postrimerías de la prueba, el riojano, que se santiguó dos veces justo antes de iniciar la última vuelta al trazado, construyó una cómoda renta que le permitió llegar a la meta con un colchón de diez segundos sobre Marotte.

años de trabajo Carlos Coloma (Albelda de Iregua, La Rioja. 1981) lleva encima de la bicicleta dos decenios, los primeros años “indeciso” entre continuar con un brillante porvenir en las pruebas de carretera o el decantarse por lo que le gustaba más, “galopar” por caminos, entre piedras y obstáculos. Pero siendo juvenil tomó una decisión y prácticamente desde entonces se empeñó en ser uno de los mejores del mundo en la bicicleta de montaña. Empezó fuerte, con un oro en el Mundial júnior en 1999.

De 2008 a 2012 pasó por años de trabajo callado, con buenos resultados alternados con otros más regulares, pero haciéndose un nombre en el pelotón internacional poco a poco. Hasta que dio el primer golpe encima de la mesa y, de nuevo, una gran lección de fe en sí mismo, con un diploma olímpico en los Juegos de Londres, en los que fue sexto por delante de muchos de los corredores que parecían destinados a estar por delante de él.

Coloma regresó de Londres con toda la ilusión del mundo y dispuesto a subir un escalón más. Pero pocos meses después, cuando ni había empezado la temporada de 2013, sufrió el mayor palo físico de su carrera, una fractura en un hombro que le dejó parado muchos meses y le obligó a pasar por el quirófano dos veces.

El riojano pasó del diploma olímpico a estar en torno al puesto 300 en el ránking mundial, por los meses de inactividad. Pero ya entonces tenía entre ceja y ceja marcada una fecha, el 21 de agosto de 2016, la carrera olímpica de Brasil. Desde entonces solo se ha preparado para la cita de ayer, primero con una progresión medida y luego con un sprint de resultados, el año pasado y este, cuando se ha consolidado entre los diez primeros del mundo. - Efe