río de janeiro - Solo Juan Martín Del Potro pudo encontrar la pócima que convirtió a Rafa Nadal en un jugador terrenal en los Juegos de Río. El jugador argentino se llevó una agónica semifinal de tres horas y ocho minutos de juego, de tenis épico y excelso por momentos, que se resolvió en el tie-break del tercer set: 5-7, 6-4 y 7-6. Fue un duelo que recordó a cuando ambos jugadores estaban entre los ocho primeros del mundo. Ahora luchan contra las lesiones en un torneo en el que han debido emplear más energías de las que disponían en este momento del año.

En cierto modo, hubo cierta justicia en que el de Tandil se anotara el partido, aunque Nadal también se lo mereció por las toneladas de esfuerzo y compromiso que ha puesto en este torneo olímpico. Del Potro, que ocupa actualmente el puesto 141 del ranking mundial, está por tercera vez de vuelta tras pasarse casi un año entero de baja y tendrá la posibilidad de mejorar el bronce que logró hace cuatro años en Londres gracias a que logró imponer su poderoso servicio, que le dio once puntos directos para decantar un partido tan delicado, y su maravillosa derecha a la que Nadal solo pudo hacer frente en el primer set.

El tandilense fue ganando la iniciativa en intercambios siempre muy disputados, que podían agotar a un Nadal exigido por encima de la resistencia de cualquier deportista y que había jugado solo 16 horas antes. Delpo tampoco iba sobrado, no en vano solo ha jugado 21 partidos en 2016. Por eso, ambos se agarraron a la pista, decididos a no dejar escapar un triunfo que suponía medalla. Con un 5-4 a su favor, Del Potro sacó para ganar, pero el balear le rompió el saque en blanco y se adelantó por 6-5. La presión podía afectar al argentino, pero sacó muy bien en ese juego y todo quedó a la suerte del desempate. Nadal salvó una bola de partido, pero en la segunda envió fuera una derecha desde el centro de la pista y Juan Martín Del Potro, se llevó una prueba de resistencia que le colocó en la final ante Andy Murray. El gigante de Tandil, el que ganó el US Open en 2010 y llegó a ser el número 4 del mundo, está de vuelta de nuevo.

Rafa Nadal, contrariado pero seguramente orgulloso, le abrazó y fue raudo hacia el vestuario. Hoy a partir de las 13.30 horas de Euskadi, con poco más de medio día de descanso, afrontará la lucha por el bronce ante Kei Nishikori, el número 6 del mundo. El japonés será otra roca, pero Nadal saldrá a la pista de Jacarepaguá a ganar, a dejarse lo que le quede, que no puede ser mucho, en busca de su segunda medalla en los Juegos de Río.

un oro muy trabajado Porque la final de dobles había sido un ejercicio de supervivencia, que descubrió a un Nadal encendido en su ansia competitiva. Marc López era el especialista, pero el de Manacor tiró de la pareja en un partido en el que cada jugador pasó por sus fases de crisis. El más constante fue Horia Tecau que, al final, no pudo compensar el bajón de juego de Florian Mergea en el tramo final del partido. López y Nadal dominaron el primer set, pero en el segundo la pareja rumana ofreció el nivel que se espera de dos jugadores que están entre los quince primeros del mundo en dobles.

Todo llegó a un clímax de emotividad en el tercero con el público entregado al esfuerzo de los cuatro protagonistas. En ese tramo, Tecau y Mergea sobrevivían a duras penas. Sacaron adelante el cuarto juego en el que Nadal y López pudieron adelantarse por 3-1 después de disponer de cinco bolas de ruptura. Ese detalle del juego fue, a la postre, decisivo ya que la pareja española logró dieciséis oportunidades de break mientras que los rumanos solo se apuntaron solo cinco.

El balear y el catalán vieron la debilidad de Mergea y fueron a por él. Con 4-3 en contra, rompieron el saque del jugador de Craiova, que se hundió. Tecau quedó aislado del juego y Nadal y López aprovecharon la oportunidad. Con un remate relativamente sencillo que Mergea envió lejos de la línea de fondo, se cerró el choque que dio a la delegación española su primera medalla de oro masculina en los Juegos de Río, la segunda que consigue Rafa Nadal en su carrera después de la individual en los Juegos de Pekín. “Estoy tiene un mérito muy grande porque hace 25 días estaba sin entrenar, en casa”, repitió el jugador balear, “feliz por jugar con mi mejor amigo y vivir un momento único”.