río de janeiro -Maialen Chourraut quería el oro. Y lo consiguió. Aunque admita que todavía no se lo cree, lo tiene. Le cuelga del cuello porque es campeona olímpica de K1. Es historia viva. Porque ayer consiguió ser la primera deportista vasca en subirse a lo más alto del podio de unos Juegos y, además, ser la primera en lograr dos medallas en ediciones consecutivas -tan solo los regatistas Iker Martínez y Xabier Fernández lo habían hecho antes-. Así que normal que no se lo crea todavía. Porque es la primera. La única.

Y es que la palista lasartearra fue bronce en Londres. Es decir, hace cuatro años probó el sabor del metal olímpico, pero le supo a poco. El tercer puesto fue agridulce para Chourraut, que quedó relegada a la última escalera por las penalizaciones. Sin embargo, no le amargó. Era su primera medalla en unos Juegos y la disfrutó, pero se guardó la espinita. La recordó durante todo un ciclo olímpico y así se plantó en Río con tan solo un objetivo: el oro. No le valía otro metal, ni se planteaba quedar entre los diplomas. Se le metió el más preciado entre ceja y ceja. Y ahora, cuatro años y ocho días después, la guipuzcoana es dorada. “Solo quiero gritar que por fin tengo el oro. Quería el oro, no tenia ni idea de si lo iba a conseguir y si lo iba a tener. Pero lo tengo. Por fin lo tengo. No me hecho a llorar porque no me lo creo”, reconoció.

Lo consiguió en una bajada perfecta. Después de defender durante las jornadas previas que el descenso sin fallos no existía, que el piragüismo está plagado de incorrecciones, Chourraut se tuvo que comer sus propias palabras porque superó todos los obstáculos del Whitewater Stadium -todas erraron menos la lasatearra y la neozelandesa Luuka Jones-. Pasó por las 25 puertas sin tocar ninguna y dejó boquiabiertos a amigos y rivales, que la supieron ya de oro. Porque era imposible bajar como lo había hecho ella. De hecho, paró el crono en 1.38:65. Un tiempo inalcanzable. Fue la única que bajó de cien segundos. Y Chourraut lo celebró sobre la kayak, pero todavía quedaban dos rivales por descender y no las tenía todas consigo: “Realmente no sabía cómo había hecho la bajada, no tenía muy buenas sensaciones. Pero vi que el tiempo era bueno, pero también sabía que las demás también podía hacerlo. E incluso mejorarlo. Porque una final olímpica es una final olímpica, podía haber pasado de todo y más con el viento que hacía. Pero yo hice lo mío y estoy muy contenta”, exclamó la palista. Cómo no estarlo, si su tiempazo mermó tanto la confianza de las oponentes que quedaban por participar, que derrocharon errores. Quedaron descartadas para el podio.

Echando la vista atrás, la guipuzcoana llegó a Río convencida de que quería el oro y, sobre todo, de que podía conseguirlo. Sin embargo, una mala bajada en la primera ronda de preliminares la puso con el agua al cuello. Se saltó una de las puertas del canal y terminó última. El peor tiempo. Afortunadamente, no era el descenso definitivo. Tenía otra oportunidad para pasar a las semifinales. Y pasó. El fallo inicial pareció despertar a la verdadera Chourraut, la precisa y perfeccionista. La que acabó llevándose el oro. “Después de la primera clasificatoria mi objetivo fui ir paso a paso. Dejé la ronda preliminar atrás y me centré en la semifinal. Después dejé la semifinal atrás y me centré en la final. Sí es cierto que he sufrido más de lo debido para llegar hasta aquí. Pero ha salido. Ya está. El oro es mío”, reconoció tras la entrega de medallas.

De esta forma, tras un dubitativo debut en los Juegos de Río. Chourraut tenía una cuenta pendiente con el canal brasileño. No se le podía resistir. Así que consiguió el tercer mejor tiempo de las semifinales con un descenso que le sirvió para memorizar tramos, pulir errores y anotar los detalles a tener en cuenta. Y, en la verdadera bajada, la lucha por los metales. Echó el resto. Demostró una potencia física por encima del resto, pero lo que la hizo campeona fue la destreza. Acabó su descenso y el marcador lucía su resultado. El mejor de la tarde. Se había asegurado la medalla de bronce. Pero no quería el bronce. Así que esperó impaciente en su kayak. Después salió la británica Fionna Pennie, la penúltima competidora. Fue sexta. Chourraut ya tenía al menos la plata amarrada. Pero tampoco quería la plata. Y por fin salió la austriaca Corinna Kuhnle, la que mejor crono había tenido en las semifinales. Pero, a la hora de la verdad, cruzó la meta quinta y dio el oro a la vasca.

la celebración Con el metal dorado asegurado y todavía en el canal, sobre su kayak, Chorraut descorchó su felicidad. Eufórica, no pudo ocultar su cara de satisfacción y recibió con los brazos abiertos a su entrenador y marido, Xabier Etxaniz, que no dudó en lanzarse al agua y nadar hacia ella. Después, una pletórica Chourraut abrazó a Jones, segunda, y a la australiana Jessica Fox, bronce. Porque ayer la lasartearra no negaba un abrazo a nadie, porque ayer la lasartearra había conseguido su oro. Había hecho historia.

K1 femenino

1. Maialen Chourraut1.38:65

2. Luuka Jones (Nueva Zelanda)1.41:82

3. Jessica Fox (Australia)1.42:49

4. Jana Dukatova (Eslovaquia)1.43:86

5. Corinna Kuhnle (Austria)1.44:75

6. Fiona Pennie (Gran Bretaña)1.45:70

7. Melanie Pfeifer (Alemania)1.46:87

8. Stefanie Horn (Italia)1.47.22

9. Ursa Kragelj (Eslovenia)1.48.68

10. Katerina Kudejova (R. Checa)1.48:76