río de janeiro - Cuando un donostiarra fuerte y duro como Pablo Feijoo, que minutos antes ni se inmutó cuando le abrieron la frente entera, que ni soltó un quejido cuando le descosieron la mejilla derecha, arranca a llorar como un niño, es que algo extraordinario está pasando. Pero es que cuando su compañero de equipo, Ignacio Martín, más conocido como Iggy, el más frío de todos los vascos, acude rápido a compartir su alegría, es que realmente se ha hecho historia. Porque por primera vez en todas las ediciones de los Juegos, el rugby 7 entró en la lista de disciplinas olímpicas -el rugby tradicional fue olímpico durante el siglo XIX-. Y, contra todo pronóstico, España logró clasificarse para esta disciplina. Fue gracias a un ensayo de Iggy en la final del último torneo preolímpico, contra Samoa y con el reloj ya casi agotado. Fue una jugada de puro carácter, de fe, la que ganó el partido, el campeonato y el billete a Brasil. Y la que ha hecho que Feijoo, Iggy y el también guipuzcoano Igor Genua se conviertan en olímpicos. “Esto es un sueño y una recompensa a todo el trabajo que hemos hecho. Ahora es cuando te das cuenta de que para esto haces deporte”, reconoce el autor del último ensayo. Así, todavía emocionados, los tres jugadores vascos debutan esta tarde en Río (ante Sudáfrica, 16.30 horas) con la ilusión de llegar lo más lejos posible, aunque con la realidad como techo. “Sería bonito poder ir a por la medalla, pero sinceramente y siendo realistas, no podríamos llegar a eso. Así que la intención es disfrutar en Río compitiendo. Ganar al menos un partido para poder jugar los cuartos, aunque sea como terceros, y luchar por un diploma. Sería precioso”, reconoce Iggy.

Tras este hecho histórico, el nombre de Iggy subió como la espuma. Sin embargo, el jugador donostiarra lleva ligado al rugby desde que tenía uso de razón. A los siete años tocó su primer balón oval y, desde entonces, ya no lo ha soltado. Aunque realmente fue la modalidad de 7 la que le robó el corazón. Le dejó tan prendado que dejó el rugby tradicional para centrarse en su sueño de alcanzar la élite de esta modalidad pequeña. “La primera vez que vi el rugby 7 en la televisión me alucinó y dije yo quiero jugar a eso porque sus características se adaptan mucho más a lo que a mí me gusta. Es una disciplina mucho más dinámica, los partidos son más cortos y cada acción es mucho más trascendental. Es como el fútbol y el fútbol sala, deportes diferentes. El quince es la sinfónica del quince, el 7, el jazz, la improvisación”, explica el donostiarra.

Fue en el año 2000 cuando decidió optar por la versión corta de este deporte. Y, tras pasar por la cantera del histórico Biarritz y probar suerte en Parma, quiso dar un giro total a su vida. Apostarlo todo al 7. Y marcharse a Fiji. “Vi tan claro que quería dedicarme a esto al 100%, que me fui sin pensarlo. Hice una llamada al club de la isla y me aceptaron inmediatamente, así que compré un billete de avión y me planté allí para trabajar, aprender y vivir”. Corría el 2011, ya se conocía que el rugby 7 iba a ser olímpico e Iggy quiso especializarse. Su nueva casa fue el Uprising Beach Resort y allí intercambió trabajo por alojamiento y comida para ayudar a que España llegue a Río de Janeiro. Así que ahora, con el objetivo conseguido y ya de vuelta en su casa donostiarra, solo le queda disfrutar. “Es una gozada poder ir a los Juegos y cumplir un sueño, iremos a dar guerra”, concluye.

el grupo de los vascos Iggy, Feijoo y Genua, y con ellos el combinado español, se medirán hoy primero a Sudáfrica y después a Australia (21.00 horas). Y en el último encuentro del grupo será aquel que mañana le enfrenta a la selección francesa a las 16.00 horas. De esta forma, con partidos de 14 minutos reales, el formato es de la competición es de tres grupos con cuatro países cada uno en la que siguen vivos los dos primeros clasificados y el mejor tercero.