parís - La avenida de los Campos Elíseos, la última frontera del Tour, la atravesó a toda velocidad André Greipel. El Gorila se golpeó el pecho en la calle más famosa del ciclismo. Recordó el esprinter el camino que hizo el año pasado. Se citó con la victoria en París otra vez con determinación y contundencia. A la carrera. Tachado Cavendish, que se bajó días atrás para preparar su aterrizaje en el velódromo de Río, fuera de combate Coquard por una avería cuando rodaba en los Campos Elíseos, a Greipel nadie le pudo sujetar. Abandonó la celada doblando los barrotes. Fuerza bruta. Imparable. Al fornido alemán le retó Alexander Kristoff, otro velocista grande y poderoso. Los dos pelearon en la ciudad de la luz, que esperaba al atardecer para homenajear a los supervivientes del Tour.
Con el sol acariciando París, se encendió André Greipel. A toda mecha. Rápido como la pólvora. Concentrada la pelea entre Greipel y Kristoff, brotó de la nada Peter Sagan, que siempre tiene el don de aparecer en la foto incluso cuando parece que nadie le invita al baile. Pero Sagan baila solo. Así que el eslovaco, que estaba en cuclillas se vino arriba. De repente, aceleró como un poseso. Sagan en moto. Picando rueda. Derrapó en su intento de superar a Greipel, pero el alemán había pasado al otro lado. Apagó la luz y echó el cierre en París.- C. Ortuzar