meribél - En Méribel sonó la sinfonía del Sky, que es como el tono de llamada de aquellos teléfonos que no daban las opciones de los smartphones. El sonido es siempre el mismo. Monótono. Un redoble de Landa, poderoso como un doble bombo de batería a modo de despertador, un riff de Henao como acelerante y el solo final de Froome, más líder después de desparramar a Contador y Porte en la gatera del último kilómetro. En Méribel también sonó La Marsellesa, enarbolada por Pinot y Bardet.

En la Dauphiné se enroscó la simbología del Tour. Tal vez por ello, Contador se alistó a la sorpresa en la Madelaine, pero el Sky dispone del copyright de la carrera. Poels lideró la aproximación a Méribel. Luego, llegó el momento de Landa. Vigoroso, el murgiarra inició el martirio.

el momento de landa El maillot, a dos hojas, refrescaba su motor de 12 cilindros en V. Refrigerado, Landa es un libro abierto. No hace falta interpretarle. Se le sufre. Tomó el mando del grupo y encolumnó al resto. Les tumbó el ánimo. Rostros sombríos. En su retrovisor, Henao y Froome, de amarillo. Porte y Contador, en el rastro del británico. Landa, un martillo, se comió 10 kilómetros de subida sin pestañear, asfaltando el carruaje de Froome, que reservó la pólvora de Sergio Henao para un par de brazadas. Entre Pinot y Bardet, que fue líder virtual, no hubo abrazos. Bardet trató de abandonar a Pinot con un par de fogonazos. Sereno, no titubeó Pinot y se metió en su bolsillo para rebasarle en el último baile, en el que Froome astilló a Porte y Contador. Todo bajo control a un día del cierre.- C.Ortuzar