parís - Pese a defender título, España acude a la Eurocopa de Francia desprovista del exceso de responsabilidad consiguiente. Por potencial y trayectoria se le exige realizar un torneo digno, pero el batacazo que protagonizó en el último Mundial le ahorra una cuota de tensión. El favoritismo, un tanto repartido entre, para variar, Alemania y algunos otros, le toca de forma tangencial, circunstancia que sus jugadores asumen de buen grado. Es más cómodo afrontar la redención, la expiación de los pecados, cuando ese dedo gigantesco que señala al enemigo a batir apunta en una dirección distinta. Salga bien o mal el intento de reverdecer laureles, para qué cargar con más peso del que estrictamente le corresponde a un campeón que ya solo brilla con intermitencia.
Lo que realmente piensan de sus opciones el imperturbable Del Bosque y la fidelísima tropa de la que se rodea, nadie lo sabe, pero no se libran de sentir en el cogote la ansiedad de un entorno mediático predispuesto a ver pegas por todas partes. Qué duda cabe que esa falta de confianza nace de la imposibilidad de asumir que no siempre se gana. Los éxitos de La Roja, como los millones de los nuevos ricos, han borrado de la memoria décadas ejerciendo de don nadie. Periodistas y forofos enganchados a la red (a menudo coinciden) mantienen abiertos los múltiples interrogantes que les hicieron palidecer en Brasil 2014, cuando asistieron a la eliminación en la fase de grupos, nivel que tampoco superaron Italia, Inglaterra, Portugal o Rusia, asimismo presentes en la cita que arranca ya mismo.
La UEFA se ha preocupado de que no se repitan fiascos como los apuntados organizando un evento inflado al reunir en la fase final a 24 selecciones, ocho más que en ediciones anteriores. El truco para que en octavos estén todos los que tienen que estar es que acceden a los mismos hasta cuatro terceros clasificados de la fase de grupos. Un colchón de seguridad que no es tal por ejemplo en el grupo D, considerado de los más fuertes: España, Turquía, Croacia y República Checa. Un mayor equilibrio de fuerzas pudiera penalizar la puntuación que obtenga el combinado que acabe tercero, mientras que las cenicientas, que las hay en varios grupos, favorecen que el tercero salve el corte más fácilmente. Esto ocurriría en el A, donde se encuadra la anfitriona, el C, donde figura Alemania, el E, donde aparecen Bélgica e Italia, o el F, quizá el más flojo con Austria, Portugal, Hungría e Islandia.
Sobre el papel, España tendrá un estreno propicio. La victoria sobre República Checa es innegociable y le permitiría calibrar la temperatura de la liguilla como espectadora del Turquía-Croacia. Esta última, rival en la última jornada, es la que infunde mayor respeto por la calidad técnica y el espíritu competitivo que caracteriza al futbolista balcánico, representado en esta ocasión por gente muy curtida: Modric, Mandzukic, Rakitic, Srna, Brozovic, Kalinic, Perisic... El sistema diseñado convierte en un galimatías los emparejamientos posteriores y le aconseja fervientemente a España liderar el grupo. Hacerlo así equivale a medirse en octavos a un tercero (que puede ser del B, E o F), mientras que quien salga segundo del D se cruzará con el mejor del E, presumiblemente Italia o Bélgica. La diferencia salta a la vista.
equipo tipo Del Bosque se esfuerza en transmitir serenidad, es su sello. Asegura que la concentración previa ha posibilitado un trabajo adecuado, que sus hombres llegan con las ideas muy nítidas y el punto de ebullición idóneo. La labor del técnico se ha enfocado a eludir que la lógica saturación de los futbolistas afecte como ocurriera en Brasil, pero apenas se esperan variaciones en la estructura del equipo base. Se registran trece novedades en la lista respecto al último Mundial, aunque prácticamente ninguna apunta a formar parte de la alineación tipo salvo en la delantera, la línea más regenerada con Morata, Aduriz, Nolito y Lucas Vázquez. Dos arietes y dos extremos que junto a Pedro, el único que se mantiene, ofrecen una alternativa táctica para buscar las cosquillas a enemigos con tendencia a encerrarse en su campo.
A salvo de que se registren contratiempos, Juanfran, Piqué, Ramos, Alba, Busquets, Iniesta, Cesc y Silva parten como titulares. También Pedro cuenta con muchos boletos para actuar avanzado. Las incógnitas se centran en la portería y en el ataque. El agotador debate que persigue a Casillas, alimentado por la pujanza que exhibe De Gea, centran la atención y el morbo, porque los especialistas en este tipo de asuntos no cuestionan que será Morata el encargado de resolver arriba. La preferencia por el joven valor de la Juventus se ha expresado sin disimulos y a coro por quienes quieren que vuelva a vestir de blanco. A Aduriz se le reconocen sus méritos, cómo no ante la elocuencia de las estadísticas, y cuando convino, durante el largo invierno, fue utilizado como arma arrojadiza para generar inestabilidad, pero llegada la hora de la verdad se le concede el rol de revulsivo en coyunturas límite, hasta ahí.
La integridad y coherencia de Del Bosque no está a prueba, elegirá según su conciencia aunque sea comprensible que se incline por los que tocaron la gloria en la Eurocopa celebrada en Ucrania y Polonia cuatro años atrás. Gloria que en esta oportunidad tiende a asociarse a alemanes, galos o belgas. Ahora bien, no conviene subestimar a un colectivo con una década de magisterio a sus espaldas, el hecho de que vaya a partir de un segundo plano tiene más de anecdótico que de significativo antes de que el balón empiece a rodar.