auguraba cambios la etapa de ayer. Por primera vez en toda la alargada historia del Giro, el puerto de Roccaraso, de segunda categoría, se estrenaba en la vuelta italiana con un duro final en alto. El primer tramo de la carrera tuvo un ingrediente extra. Al compacto trayecto con el que cuenta este puerto, con una subida de 17 kilómetros y 4,8% de desnivel medio, se le sumó las condiciones meteorológicas adversas a las que tuvieron que hacer frente los corredores. Pese a ello, la abundante lluvia caída no arrugó el ímpetu de los ciclistas, que siguieron luchando con el fin de conseguir sus respectivos objetivos.
Tim Wellens fue el más listo de la clase. Mientras todas las miradas estaban puestas en los favoritos, pendientes de algún cambio en la general, el ciclista belga aprovechó su momento y dio muestras de su poderío físico en un alto donde se exhibió. La fuga, que contó con un grupo de cinco, recorrió la mayor parte de la etapa en solitario, ya que el grupo del líder, Tim Dumoulin, no veía peligrar la maglia rosa. La etapa tuvo dos luchas diferentes, una por la victoria y otra por la general.
Wellens siguió a lo suyo, pedaleando. Mediante relevos, los cinco escapados llegaron a la subida al puerto de Roccaraso escapados, donde en el primer tramo del ascenso se empezaron a ver los primeros movimientos. A falta de 13 kilómetros, Tim Wellens aprovechó su momento y no lo dejó escapar. Con una rápida acción, el belga se acopló en la bici y se fue a por la primera etapa en una prueba grande. “Teníamos una buena ventaja y decidí intentarlo porque me sentía bien. Luego solo tuve que aguantar y darlo todo hasta meta”, explicó el ciclista del conjunto Lotto-Soudal. Le siguieron de cerca el danés Jakob Fuglsang y el bielorruso Siutsou, pero fue una persecución estéril. Con un tiempo de más de 4 horas y media, el corredor belga se adjudicó por primera vez una etapa en una de las tres grandes.