En medio de la zozobra, de que la enfermedad le tachara el dorsal en su primer Giro, Omar Fraile, que se estrenó en la carrera como líder de la montaña, salpimentó su salida de la carrera con una pizca de humor negro. No había otro color para perfilar al santurtziarra, que laminado, debió abandonar por enfermedad. “Son tres meses de mala suerte. El que me haya puesto dos velas negras ya las puede apagar. Ya ha cumplido”, expuso Omar Fraile, que padeció una noche penosa, con fiebre y vómitos después de la caída de la cuarta etapa. “He estado toda la noche con vómitos, 39 de fiebre, y por eso no he podido desayunar”. Aunque debilitado, el corredor de Dimension Data se subió a la bicicleta ayer en Praia a Mare. Quería agarrarse al Giro, una carrera que deseaba descubrir y que le ha llenado de entusiasmo.
El deseo tiró del vacío de Fraile hasta que la enfermedad, poderosa, le descabalgó. “En la etapa era imposible comer, incluso he llegado a vomitar en carrera. Estaba vacío y en el kilómetro cien veía que era imposible ya incluso por mi seguridad y la del resto de corredores”, decía el vizcaíno. Sin fuerzas, apagada la energía, deshabitado, Omar era un zombi. Apenas podía sostenerse y pedalear. Un ciclista a la deriva “porque no tenía nada de reflejos y mi condición física no estaba bien”.
Sin posibilidad de revertir la situación, en Dimension Data decidieron que no merecía la pena seguir de esa manera. “Con el médico y el director del equipo hemos decidido que era mejor bajarse en el avituallamiento”. A Omar Fraile la enfermedad también le arrancó el dorsal en la Volta a Catalunya. Camino a casa, el ciclista vizcaíno espera “que las cosas mejoren y esto sea un punto y aparte. Ahora estaré una semana recuperando bien el cuerpo y la mente para empezar a entrenar con más ganas y buscar nuevos objetivos”. “Esto tiene que cambiar, no puede ser todo el año igual”, cerró Fraile, al que la enfermedad le sacó del Giro a jirones.