Bilbao - Se le ve feliz.

-Así es. Estas lágrimas son diferentes a las de la última rueda de prensa, estas son de ilusión. Podía haber mandado a la mierda el deporte, pero haber conseguido las fuerzas para seguir, haberme reinventado e iniciar este nuevo proyecto ilusionante, hace que el cómputo final sea positivo. Me siento feliz.

¿Qué ha sido lo más duro de esta época?

-Los primeros 38 años de mi vida han estado marcados por un objetivo, tenía todo planificado y ahora levantarme de la cama y no saber qué hacer ha sido duro. Han sido dos años complicados y ha habido gente que me ha criticado, pero me he concienciado de que no puedo gustar a todo el mundo y he recibido el apoyo de gente extraordinaria, que cuando creía que estaba sola, ha sido mi motor para seguir adelante. También he comenzado a hacer deporte en grupo y a dar rienda suelta a otra de mis pasiones, a la música. Por todo eso digo que estos años han sido jodidamente maravillosos.

¿No tuvo ganas de tirar la toalla?

-Sí, me pasaba cuando era profesional? ahora tengo los recursos para que eso me dure lo menos posible. Esto es lo que me gusta y no quiero entrar en una espiral de perderme. Muchos deportistas cuando se retiran están saturados, pero a mí esto es lo que me gusta y me pasaría todo el día haciendo cualquier deporte.

¿Cómo ha llevado el paso de tenerlo todo a perderlo en un instante?

-Ha sido duro aunque nunca me ha gustado mitificar, ni antes era tan buena ni ahora soy tan mala. En mi vida he cometido errores peores que este y, con trabajo y agarrándome a la gente que he conocido, he aprendido a quitarme presión. ¿Lo tenía todo y ahora tengo que volver a empezar? Pues sí, pero será por algo. Esto me ha hecho ser fuerte, volver a tener los pies en la tierra y darme cuenta de los buenísimos amigos que tengo. He estado en lo más bajo y ahora estoy aquí, en un término medio donde me siento bien y estoy orgullosa de haber tenido la fuerza para poder salir adelante.

¿En situaciones extremas es difícil evitar la trampa del dopaje?

-No creo que sea difícil, depende de las circunstancias. En mi caso dejé que toda la presión de alrededor me afectara y acepté. Igual no me dejé ayudar o me rodeé de gente que no debía. Por eso apoyo a las nuevas generaciones para que se dejen guiar por un buen entorno que les ayude a tomar el camino correcto y no el equivocado, como hice yo.

Además cometió el error en su carrera, en la de casa.

-En Bilbao estaba más nerviosa que en un Mundial. Pensaba que la gente no me iba a querer si no ganaba y ahora me sorprendo al ver cómo podía haber pensado eso. El bucle negro en el que había entrado. Realmente era todo lo contrario, la gente lo único que quería era verme correr, cruzar la meta y sonreír.

¿Qué sabor tuvo aquella victoria?

-Ese día es como si hubiera corrido anestesiada. No sabría decir lo que me pasó por la cabeza, pero puedo asegurar que la sensación no fue buena, no era de satisfacción. Fue diferente a las otras veces, eso es seguro.

¿Sentía que iba a dar positivo?

-Desde que me llevaron al control tenía una sensación de que algo iba a pasar y cuando llegó la carta ya lo supe antes de abrirla. Mi abogado pidió el contranálisis pero decidí pararlo todo, era incapaz de estar dos años con esa mentira y era lo que necesitaba. Quiero pensar que mi familia ha ayudado a que el triatlón sea lo que es ahora y borrar todo eso es duro, que desapareciera todo lo bueno por lo que habíamos trabajado. Desde entonces he intentado subsanarlo y dar un ejemplo para que a otras personas no les pase lo mismo.

¿Cómo ha cambiado Virginia Berasategui desde aquel día que cruzó por última vez la meta en Bilbao?

-He vuelto a poner los pies en la tierra y a valorar las cosas como cuando empecé. No tengo nada que perder, estoy con ilusión y me siento como una más a la hora de correr triatlones, una popular más. Hago lo que me gusta, pero con mis amigos, con mi familia e intentando no dejarme perder por estar en los medios o la gente me reconozca. Ahora mi ambición es mantener mi esencia y seguir creciendo como persona.