vitoria - Una de las grandes dificultades -y al mismo tiempo de sus mayores atractivos- de la Titan Desert es la extrema dureza que destilan tanto el recorrido como las condiciones que establece la organización. De esta manera, este año los participantes deberán completar 660 kilómetros repartidos en seis etapas, de las cuales las dos primeras discurren por el Alto Atlas a más de 2.000 metros de altitud -lo que implicará que las temperaturas bajan notablemente por las noches- y las cuatro siguientes por el desierto de Marruecos. “Todo el mundo dice que esta es la edición más dura de la historia así que me parece que no he elegido muy bien”, bromea Enara.

Al margen de las dificultades orográficas, otro de los grandes retos es el hecho de que, durante las etapas, la organización no ofrece avituallamiento sólido. “En los puntos de control hay bebidas pero nada de comer ni geles. Todo eso lo tienes que llevar tú por tu cuenta además de una cantidad mínima de líquidos que te obligan, lo que supone cargar con un peso adicional y tener que calcular muy bien lo que vas a necesitar para no encontrarte con problemas”, explica la alavesa que tuvo que hacer auténtico encaje de bolillos a la hora de preparar la maleta. “Facturamos todo eso unos días antes con la bici para tratar de evitarnos sustos”.

Por si todo ello fuera poco, tampoco existe la posibilidad de contar con ayuda mecánica durante el recorrido. “Si tienes averías te tienes que buscar la vida para tratar de llegar a meta como sea”, advierte. Y, por último, el desgaste del cuerpo. “En los campamentos hay una enfermería y las diarreas, gastroenteritis y llagas en el culo sueles ser los problemas estrella”. - T.S.