Vitoria - Además, en sus vitrinas reluce con un brillo especial la medalla de bronce conquistada en el Mundial de 2013. Un resultado que tratará de repetir o mejorar en el Europeo, el duodécimo de su cuenta particular, que disputará en mayo en Fracia. Además, dedica parte de su tiempo a sus otras pasiones, enseñar sus conocimientos a los más pequeños con clases en las que se aprende mucho más que karate y preparar a los aspirantes a nuevos espartanos. Y es que en los gimnasios Fitness Gasteiz, propiedad de la familia, se encarga de torturar a los practicantes de crossfit, un deporte de reciente explosión que cada vez cuenta con más adeptos.
¿Cuántas veces ha visto Karate Kid y sus secuelas?
-La verdad es que no muchas, no soy muy dado a ver ese tipo de películas. Aunque al final como la ponen tantas veces en la tele alguna ha caído.
¿No es entonces de los fieles seguidores de Van Damme y compañía?
-No, no, no me apasionan especialmente. Las de Rocky por ejemplo sí que me gustan bastante pero las de Van Damme, Jackie Chan y compañía no es que me entusiasmen.
¿De niños en su casa tendrían todo reluciente como los chorros del oro de “dar cera y pulir cera” no?
-Ja, ja, ja, sí. Cuando salió la película fue todo un boom.
Con dos hermanos mayores que ya practicaban karate, no le quedaba más opción que ponerse el kimono...
-Realmente fue todo muy natural. Yo empecé a hacer karate con cinco años. Estaba acostumbrado a estar con mis hermanos en el gimnasio y fue muy natural empezar a practicarlo. Como me lo pasaba muy bien porque a esas edades es todo muy lúdico seguí hasta que ya empiezas a competir. Se me daba bien y de manera natural he ido dando pasos hasta llegar aquí.
Habiendo destacado también jugando a fútbol, cuando ahora compara su situación como karateca de élite mundial con la de los futbolistas profesionales, ¿siente que se equivocó en la elección del deporte?
-Está claro que la repercusión, la forma de vida, todo.... es totalmente diferente, no tiene nada que ver. Pero es lo que hay y ya sabemos que nosotros tenemos que trabajar y después entrenar e ir a los campeonatos -que muchas veces nos cuesta dinero- mientras que los futbolistas son profesionales y ganan muuuuuucho dinero. En su momento tuve que decidir y me quedé con el karate así que tampoco lo pienso. Igual si hubiera seguido con el fútbol tampoco habría llegado a ningún lado. Así me ha ido bien y ya está.
¿Se imagina siendo una estrella de las redes sociales o haciendo Periscope como Piqué?
-Al final el fútbol más que un deporte es un espectáculo. Están muchas horas concentrados, se aburren y como pueden hacer casi lo que quieran porque son los reyes del mambo pues ahora les da por ahí. Desde luego no es nuestro caso.
Con la cantidad de viajes que realiza, ¿qué es lo más raro que ha comido?
-Normalmente nos suelen llevar a hoteles con comida internacional pero sí que hay algunos sitios en los que te encuentras con cosas especiales. Yo soy de buen comer, prácticamente me gusta todo así que no sufro mucho. Pero sí que tengo compañeros que en algunos sitios prácticamente no comen o tienen que bajar al supermercado a comprar algo.
¿Es de los que prefiere saber lo que es o mejor no preguntar?
-No, no, mejor no saberlo. Si tiene buena pinta me lo como y si acaso ya después lo pregunto no vaya a ser que me arrepienta.
¿Cómo lleva el tema de los aeropuertos?
-Buf, si no me han perdido cinco maletas no me han perdido ninguna. Es bastante habitual, sobre todo cuando hay transbordos. Al principio me llevaba más disgusto, ahora ya me lo tomo con más resignación.
¿En casa de un karateca es imprescindible una buena máquina de hielo?
-Sí, sí, siempre hay golpes. Convivimos con ello, es lo más normal en cualquier entrenamiento o competición acabar con todo hinchado. Siempre hay algo, así que el hielo es fundamental.
Tendrá que pensar hacerse un seguro especial...
-Tenemos el deportivo normal pero la verdad es que no sé si estarán muy contentos con nosotros porque siempre tenemos alguna cosa.
Compite en el peso pesado, así que se libra de tener que pelear contra la báscula.
-Me pasa un poco al contrario de la gente normal. Habitualmente tienen que hacer dieta para bajar peso y a mí me sucede al revés, tengo que hacerla para coger algún kilo porque suelo andar muy justo en el límite. La gente me suele tener envidia sana pero no es tan fácil porque aunque me empache a comer guarradas tampoco engordo. Y lo suyo es hacerlo bien, claro, no subir de peso a base de grasa. Me cuesta mucho, la verdad. Mi cuerpo es así y no engorda. Para muchos sería el sueño perfecto pero en mi caso no lo es tanto.
Ahora que está ya independizado, ¿qué tal se lleva con la cocina? ¿Sobrevive gracias a los tuppers paternos?
-Lo llevo bastante bien, la verdad. Como todos los días en casa de mi madre por facilidad y por tiempo pero es algo que no se me da mal. Se me da peor por ejemplo el tema de la ropa, planchar, poner lavadoras... Todo eso no va mucho conmigo pero cocinar me gusta. Me interesa además la alimentación, cuidarme, la nutrición y todo eso así que siempre ando intentando preparar algún platito.
¿Utiliza a los amigos de cobayas para probar sus experimentos?
-Son los encargados de catar mis recetas pero de momento siguen viniendo y no ha habido ningún envenenamiento así que creo que les gustan.
¿Cómo se lleva lo de entrenar con la familia? ¿Hay muchas comidas de domingo sin hablarse?
-No, no, lo llevamos muy bien. Ahora el que compito soy yo, mis hermanos son mis entrenadores entonces todo se centra un poco en lo que es mi preparación para los campeonatos. Hacemos entrenamientos pero no solemos pelearnos ni nada y la verdad es que estoy muy a gusto porque ellos me conocen mucho y es muy sencillo todo. Con un gesto, una señal, yo ya sé lo que tengo que hacer. Me ayuda mucho porque más que ellos no me conoce nadie. Y cuando estamos fuera tratamos de desconectar un poco y no hablar demasiado de karate.
La última, ¿la leyenda de que en los gimnasios ya se liga más que en los bares es verdad?
-Bah, no sé, habrá de todo. Habrá gente que diga que sí, que se liga mucho y otros que poco. En mi caso la verdad es que poca cosa porque estoy trabajando y estás en otro ambiente que igual el cliente que viene a entrenar. Ese igual puede tener más esa ocasión pero tú estás dando la clase, estás a lo tuyo y lo cierto es que en el gimnasio poco rollo. Nos toca poner un poco de distancia y tirar de profesionalidad (risas).