vitoria- Osvaldo Ardiles ganó el Mundial de 1978. Después hizo las maletas y fichó por el Tottenham Hotspur, lo que le convirtió en uno de los primeros extranjeros de la Liga inglesa. Una guerra lo dejó en una posición incómoda. La película Blanco, celeste y blanco, proyectada en el Thinking Film Festival de la Fundación Athletic, cuenta su historia.

¿Cómo se encontró usted con el oficio de futbolista?

-Mi padre era abogado y no le gustaba que yo jugara al fútbol. En Argentina jugar al fútbol es como una religión. Cuando éramos chicos, jugar al fútbol lo era todo. Cada vez jugaba mejor, pero llegué a la universidad. Me faltó muy poco para ser abogado. Llegamos a un compromiso: mientras me fuera bien en los estudios, podría jugar al fútbol todo lo que quisiera. Me fue muy bien en el fútbol y en la universidad. A los 17 años ya jugué en Primera, a los 18 ganaba tanta plata como mi padre y a los 19 ya lo había pasado. Además, no gastaba un peso, porque vivía con él. Mi único gasto era en flores para mi madre.

¿Cómo era la selección de Argentina con la que ganó el Mundial?

-Es increíble lo que Menotti consiguió. Si se observa la historia de la selección argentina, se aprecia que nosotros siempre éramos los vencedores morales. Éramos los mejores del mundo, aunque a veces no nos hubiésemos clasificado para el Mundial, como pasó en 1970 con el Mundial de México. Eso dejaba claro que el fútbol argentino de ninguna manera era lo que se decía. Era bastante mediocre, en realidad. Después nos clasificamos para el Mundial de Alemania en 1974 y Holanda nos ganó. Nos vapuleó y humilló. La diferencia era abismal. Pero seguíamos pensando que éramos los mejores del mundo. Lo cual era una completa estupidez. Ahí toma las riendas Menotti. Nos explicó que estábamos a millas de distancia de lo que era el fútbol de Alemania, Holanda, etc. Nos dijo que ni siquiera podíamos competir contra aquello, así que cambió totalmente nuestra mentalidad. A partir de ahí se buscó nuestra manera de jugar, pero se dijo basta a las trampas, a tirarse al suelo... Eso fue una revolución increíble para el fútbol argentino.

¿Se puede dormir la noche anterior a jugar la final de un Mundial?

-No. Me acuerdo claramente. Yo dormía con Mario Kempes. No lo tendría que decir, pero nos tomamos un par de güisquis para ver si nos dormíamos. Mario se ocupó del hielo. No pudimos dormir. Me acuerdo de cómo comenzó la charla de Menotti antes del partido: “Ya sé que ustedes no pudieron dormir. Nadie ha podido dormir, pero no será un problema porque los holandeses tampoco han podido dormir, así que estamos en igualdad de condiciones”.

Tras el Mundial da el salto a Europa junto a Ricardo Villa. ¿Fue complicado ser los primeros argentinos en la Liga inglesa?

-Fuimos los primeros extranjeros. Hasta entonces solo había jugadores británicos. Fuimos los primeros en llegar y había mucha polémica por ello. Miembros del Parlamento decían que llegábamos para quitar trabajo a los futbolistas ingleses, pero también veníamos avalados por haber ganado el Mundial. Si no hubiésemos ganado la Copa del Mundo, no estoy tan seguro de que nos habrían dejado entrar en la Liga inglesa. La cosa es que, pese a ser muy cerrados, nos abrieron la puerta. Nosotros valíamos mucho menos de lo que costaban los futbolistas ingleses, que eran increíblemente caros. Me acuerdo de un jugador, del que no quiero decir el nombre, por el que se pagó un millón de libras. Era de medio nivel. Al fin de ese año prácticamente todos los equipos de la categoría tenían por lo menos un extranjero. Y luego ya fue una revolución.

¿Le costó adaptarse al fútbol inglés y al club?

-A mí no me costó nada. El primer año recibí el trofeo como mejor jugador del Tottenham, estuve entre los tres mejores de Inglaterra, en el once ideal, etcétera. A Ricardo Villa le costó más. Yo podía recuperar la pelota y empezar a jugar. Él no, él necesitaba que alguien hiciera eso y se la diera a él. Pero nadie hacía eso porque se jugaba mucho por arriba. Si yo no se la daba, él no tocaba la pelota. Era así de simple. En el fútbol inglés el medio campo era para otra cosa y Ricardo se pasaba los partidos mirando al cielo viendo pasar balones. Cuando se adaptó, fue genial.

¿Cómo recibió la noticia de la muerte de su primo en la Guerra de las Malvinas?

-Fue terrible. Fue la peor época de mi vida. El país en el que había nacido y el país en el que me había adaptado estaban en guerra. Le habíamos ganado al Leicester la semifinal de la Copa de Inglaterra. Fue mi último partido allí. Argentina había retomado las islas dos días antes y empezó el lío, pero no había guerra todavía. Fui a Argentina a preparar la Copa del Mundo de España y allí empezó la guerra. He hablado mucho con los pilotos que fueron compañeros de mi primo José, que era piloto. Ellos despegaban y volvían continuamente. Iban, hacían su misión y volvían. José fue el primer piloto muerto. Derribaron su avión y, según ellos, ese fue el momento en el que para ellos empezó la guerra. Se dieron cuenta de que aquello era de verdad. No sabían si volverían cada vez que despegaban. Por eso mi primo no fue un combatiente más, fue el primer piloto abatido y significó mucho para el país.

Fue en el partido del Leicester cuando las dos aficiones se enzarzaron gritando por usted. ¿Cómo lo vivió?

-Sí. Los rivales gritaban “¡England, England!” y los del Tottenham respondían: “¡Argentina, Argentina!”. Yo seguía pensando en el partido. Hay que tener en cuenta que venía de Argentina, donde el público se hace notar mucho. Nunca me habían abucheado antes al tocar la pelota y desde entonces, cuando la tocaba, me hacían “buuuhhh”. Yo lo sentía como un gesto de honor. Me están abucheando para que no juegue bien. Era la manera contraria de expresar admiración. No me influyó. La guerra es algo muy fuerte, pero Ricardo y yo nunca tuvimos un solo incidente.

Entonces salió del club y fue al PSG.

-Vine a España a jugar el Mundial y, al de una semana de llegar nosotros a España, Argentina se rindió. Ahí tomo la decisión de no volver a Inglaterra. Llamé al club y dije que no volvía ni loco. Me ofrecieron irme a Argentina y no volver hasta que no estuviese bien. Era el mejor momento de mi carrera. Al final me dijeron que fichara por el equipo europeo que yo quisiera sin ninguna opción de recompra y que volviera a final de año. Hubo opciones de ir a Italia y al PSG. Elegí París porque iba a estar más tranquilo. Lo necesitaba para descansar de tanta presión y jugué el peor fútbol de toda mi vida. Fue terrible. Luego volví al Tottenham. Desde que me había ido, todos los meses me invitaban a Londres para ver un partido. Fue una manera de estar en permanente contacto con todos mis compañeros.

¿Cómo se encontró el ambiente a su regreso al Tottenham?

-Perfecto. Con el Tottenham no tuve ningún problema: ni con los dirigentes, ni con los técnicos, ni con los compañeros, ni con la afición? El apoyo fue extraordinario y permanente. Por eso se crea una especie de vínculo. Ahora soy embajador del Tottenham.

¿Qué le pasó a Argentina en el Mundial de España?

-Pasó que fracasamos. Ahora que miro hacia atrás, estoy empezando a entenderlo de otra manera. Cuando perdimos hubo una corriente de opinión que decía que la guerra nos influyó tanto que motivó que jugáramos tan mal. Yo siempre dije que no. Eso es buscar excusas. Jugamos mal porque lo hicimos mal y la guerra no tuvo nada que ver. Con el paso de los años, me estoy yendo a esa corriente. Sin ningún lugar a dudas la guerra nos afectó. Éramos chicos jóvenes que nos preguntábamos qué era aquello de la guerra. Nos afectó. Por otra parte, teníamos un grandísimo equipo. Éramos el equipo campeón del 78, pero habían llegado Ramón Díaz, Jorge Valdano, dos o tres más y nada menos que Diego Armando Maradona. Había otro equipo excepcional, el Brasil de Sócrates, Zico, etc. Estábamos a la par de ese equipo. Era difícil saber cuál ganaría de los dos. Pero no respondimos a las expectativas.

¿Cómo recuerda el rodaje de ‘Evasión o Victoria’ con Stallone y Pelé?

-Fue algo muy lindo. Fue algo completamente diferente. Cuando yo hice la película pensé que, cuando fuese grande, me iban a recordar más por la película que por todo lo demás. Y es cierto. Mis nietos ven ahora la película y dicen que es el mejor gol del mundo. Estuve en Japón y todo el mundo me reconocía por la película. Les decía que había ganado un Mundial, pero eso no les importaba.

Al Tottenham lo tiene peleando con el Leicester por ganar la Liga.

-Solo la puede perder el Leicester. Tiene una ventaja muy grande. Pero por otro lado creo que tenemos que hacer nuestro trabajo, ganar todos los partidos que nos quedan, meterles presión y, si se puede ganar la Liga, ganarla. Pero la campaña que está haciendo Mauricio Pochettino no es buena, es totalmente extraordinaria.

¿Cómo ve la filosofía del Athletic?

-Lo que hace el club es una virtud y al mismo tiempo es su talón de Aquiles. Es como boxear con una mano atrás. Es muy difícil seguir manteniendo esto con una población tan chiquita. Pero lo mantienen y eso es lo que le hace especial.