vitoria - Si el pasado verano se hubiese realizado una encuesta para determinar los delanteros que se convertirían en referencias a lo largo del curso, sin duda el nombre de Manu Barreiro habría saltado a la palestra más de una vez. El gallego demostró en su estreno en la categoría el importante potencial que atesora y, con un año más de experiencia, se esperaba que este fuera el curso de su definitiva explosión. Así lo entendió también el Alavés, que le renovó mejorándole el contrato y elevando considerablemente su cláusula de rescisión ante el creciente interés que despertaba en el mercado. Sin embargo, unos cuantos meses después, todos esos castillos en el aire se han ido por el sumidero.

Porque, sin ninguna duda, la temporada del espigado ariete está siendo una de las gandes decepciones de la escuadra albiazul. Lejos de ser la pieza importante que se preveía en sus albores, está teniendo un papel completamente residual que parece ir menguando además con el paso de las jornadas. El último capítulo de este creciente obstracismo tuvo lugar el pasado domingo en Leganés. Con Toquero lesionado, el gallego integró la convocatoria de diecinueve jugadores conformada por Bordalás pero, antes del inicio del choque, fue el descarte final del técnico alicantina.

Es decir, que ni cuando las circunstancias le hacen un guiño y parecen abrirle un hueco con la ausencia del nueve titular indiscutible dispone Barreiro de la ocasión de aprovecharlo. El Alavés compareció en Butarque con una falsa vanguardia integrada por Kiko Femenía y Juli y ni tan siquiera en el banquillo encontró acomodo el pichichi albiazul del pasado curso. Su puesto fue a parar a David Torres, un hombre en el que Bordalás no ha confiado prácticamente a lo largo del curso y que tampoco ha ofrecido grandes argumentos en los escasos minutos de que ha dispuesto.

Una decisión que, evidentemente, provocó la lógica sorpresa en casi todo el mundo pero que no es la primera vez que ocurre esta campaña. Y es que hay varios precedentes similares desde que arrancó la Liga. La interpretación de estos movimientos desde el banquillo es lo que queda pendiente de resolver para muchos. Una teoría es que se trata de toques de atención para Barreiro debido al descontento del técnico con su rendimiento en los entrenamientos pero lo cierto es que Bordalás, que no acostumbra a tener pelos en la lengua, ni tan siquiera ha realizado una insinuación al respecto. Otra apunta a que el entrenador considera que el compromiso defensivo de Manu es insuficiente y su estilo de juego no encaja con el estilo Bordalás. El preparador alicantino, por su parte, siempre ha explicado que se mueve únicamente por criterios técnicos.

Sean cuales sean los motivos en definitiva, lo cierto es que la aportación de Barreiro al equipo está siendo escasa y, como consecuencia, todas las partes se están viendo perjudicadas. En el caso del futbolista resulta evidente pero también en el del grupo, que no puede contar con sus goles, y en el del propio club, que ve cómo un activo que aspiraba a revalorizar se deprecia a pasos agigantados.

Todos estos datos llevan a que Manu Barreiro haya caído en una especie de agujero negro del que no parece sencillo que pueda encontrar una salida. Un expediente X que se ha agravado aún más precisamente cuando surgía una mínima luz al final del túnel. El curso ya nació torcido para el gallego con la lesión que le impidió ejercitarse con normalidad en pretemporada y que motivó que Toquero no encontrase demasiada competencia a la hora de hacerse con la titularidad. A partir de ahí, el excelente rendimiento del vitoriano le cerró las puertas del once pero, cada vez que ha tenido una mínima oportunidad de asomar la cabeza, ha recibido un inesperado y duro pescozón.

Así sucedió en la 20ª jornada, cuando Gaizka se lesionó en el choque ante el Numancia y, ante el estupor de propios y extraños, Bordalás optó por David Torres -que apenas había jugado un par de minutos en Liga hasta entonces- para suplirle dejando al gallego sin jugar. Durante la semana siguiente, todo apuntaba a que Barreiro entraría en el once puesto que Toquero no había podido entrenar pero el técnico prefirió forzar el regreso de este último provocando una nueva decepción en su teórico recambio. Al menos, sale en el segundo periodo y anota su primer gol del curso liguero.

Con ese aval, las bajas de Juli y Kiko Femenía en los dos siguientes duelos le permitieron disfrutar de la titularidad y su segundo tanto reportó al equipo los tres puntos ante el Huesca. Pero a partir de ahí nuevamente perdió protagonismo hasta quedar relegado otra vez a cambio de última hora. Hasta que la lesión de Toquero parecía darle un poco de esperanza en Leganés. Una esperanza que se truncó por completo y que habrá que ver qué continuidad tiene este domingo en Mendizorroza ante el Zaragoza -la recuperación del vitoriano aún es una incógnita- y en lo que resta de temporada.