madrid - Sergio Scariolo tiene dos cosas en la cabeza. La primera es el baloncesto, donde ya es historia viva. La segunda, su inconfundible gomina. Maestro de la pizarra, gestor de vestuarios y domador de egos, el italiano sabe que el equilibrio es la clave de un equipo ganador, y de ganar sabe un rato. Una Liga italiana, un par de Ligas ACB, otro par de Copas del Rey, tres Eurobasket y una plata en Londres 2012. Las vitrinas de su casa de Málaga empiezan a quedarse pequeñas.

¿Qué diferencia hay entre el Sergio Scariolo que llegó en 1997 a Vitoria y el Sergio Scariolo campeón de Europa en 2015?

-A nivel personal mucha. Salía por primera vez de mi país hacia un proyecto deportivo ilusionante, pero sobre todo, tenía muchas ganas de abrir una página nueva en mi trayectoria profesional tras la de Italia. Obviamente, ahora tengo una familia, dos hijos. Tengo la suerte de tener mi vida encauzada de una manera más estable. Yo creo que todo te mejora si eres capaz de sacar provecho de lo que te pasa en la vida. El baloncesto es mejor, los entrenadores, los árbitros... Todos mejoramos si utilizamos la experiencia analizándola y reflexionándola como he aprendido a hacer.

Baskonia, Madrid y Unicaja. Ha entrenado a los principales clubes nacionales. ¿Con qué etapa se queda?

-Todas han sido especiales por alguna razón. Baskonia por ser la primera, el Madrid porque la repercusión es especial y nunca había vivido en un club de fútbol y, obviamente, la de Málaga porque ha sido la etapa más larga y, a nivel personal, la de más vinculación, habiendo decidido luego quedarme a vivir ahí.

A finales de 2008 firmó por el Khimki, un equipo que estaba realizando importantes desembolsos económicos. ¿Cómo fue su paso por Rusia?

-Un paso interesante. Se intentaba llevar al Khimki a ser el segundo equipo de Rusia, incluso estaba la esperanza de discutir el liderazgo del CSKA de Moscú. Se consiguió el primer objetivo, pero no se consiguió el segundo. Es imposible, por la estructura política del país, poner en discusión al CSKA.

¿A qué se refiere con estructura política?

-El CSKA tiene una estabilidad, una solidez, unos apoyos institucionales y económicos -por vía institucional- a los que es imposible acercarse. Cuando un equipo tiene dos veces y media el presupuesto del siguiente, es muy complicado ponerle en discusión. No en un partido concreto, sino a nivel de un ciclo de temporadas.

¿Es más importante para un entrenador el aspecto táctico del juego o la gestión del grupo?

-Las dos cosas están vinculadas. Si no estas preparado, si no cumples con las expectativas de un grupo de jugadores de altísimo nivel acostumbrados a tener a los mejores entrenadores, pues entonces no puedes tener credibilidad para gestionar un grupo de manera eficaz. A su vez, si la gestión no funciona, ya puedes ser el entrenador con más conocimiento o más creatividad, que siempre habrá un punto de desconfianza por parte de los jugadores. Ambas van de la mano.

El Real Madrid, actual campeón de la Euroliga, está cuajando una mala campaña en la competición. ¿A qué cree que se debe?

-Hay que tener paciencia en juzgar al Real Madrid. Ha habido cambios en la plantilla y una temporada como la del año pasado puede condicionar ese punto de hambre. También muchos de sus jugadores han tenido un verano ajetreado. Hay razones para que no vaya todo perfecto. Sin embargo, conociendo a muchos de sus jugadores y su naturaleza ganadora, es todavía muy pronto para dar como deficitaria la temporada del Real Madrid a nivel europeo.

¿Cuál es la fórmula del éxito de la selección española?

-No hay solo una razón. Hay una labor muy buena por parte de la federación, que pone las condiciones logísticas, organizativas y de cuidado personal de los jugadores. Hay una base de mentalidad ganadora, ambiciosa, exigente que se va contagiando a los que entran. Desde el gran liderazgo de Pau, Juan Carlos y Felipe, a la generación de Rudy y Marc y luego a la de Sergio y Ricky. Un relevo generacional que está en plena acción, que puede funcionar si hay unos requisitos de base. Un marco sólido por parte de la Federación, una forma de trabajar que funciona y el talento de los jugadores, obviamente.

¿Por qué su antecesor, Juan Antonio Orenga, no sacó rendimiento a ese equipo?

-No se puede personalizar ni el éxito ni el fracaso. Hay una suma de causas en las dos. Muchos de los que han estado en el Mundial de 2014 saben cuáles fueron los errores y no hay que darle muchas más vueltas. Se ha superado con el Eurobasket. A mí me parece que Juan es un excelente entrenador y sería profundamente injusto que, por un momento negativo, no pueda seguir aportando al baloncesto lo mucho que sabe. Yo creo que está perfectamente capacitado.

Teniendo un currículum impoluto con la selección, ¿qué le motivó a volver al banquillo para el Europeo 2015 sabiendo que la plantilla no era tan potente como en otros años?

-Básicamente dos cosas. Una, un sentimiento de agradecimiento hacia la Federación por haberme permitido vivir una primera etapa tan exitosa y rica, incluso a nivel de crecimiento personal. Y la segunda, que los jugadores manifestaron pública y privadamente el deseo de que los entrenara y eso constituye una motivación per se.