La Euroliga tal como la conocemos ha fracasado. La Euroliga que se abre ante nosotros queremos pensar que va a triunfar. Pero la verdad es que no hay nada en qué basarse para creer en que el nuevo formato de la máxima competición continental va a alcanzar un éxito que no han conseguido sus predecesoras. Baskonia está en el lugar adecuado y haberse quedado excluido de este grupo premium hubiera abocado a un futuro muy negro a la entidad, pero la realidad del baloncesto europeo como producto de entretenimiento sigue despertando muchas dudas. La trayectoria de IMG explotando eventos deportivos es larga y exitosa, pero pocos retos tan mayúsculos habrán tomado en su historia. La verdad es que lo del baloncesto en Europa es jodido porque compite contra productos mucho más atractivos que él, tiene un público bastante reducido y la capacidad de expansión internacional es prácticamente nula. El fútbol acapara toda la atención a nivel mediático y social. En las noticias no hay espacios para la Euroliga y las competiciones nacionales están en proceso de disolución. Pese a la distancia, la NBA tiene muchos más minutos de televisión en abierto que el basket europeo, los niños que se acercan a este deporte juegan a videojuegos de la NBA, ven highlights de la NBA y eventualmente consumen gorras, camisetas o revistas de la NBA. Hace quince años, cuando yo me acerqué a la liga americana, éramos cuatro frikis los que veíamos partidos. Canal+ emitía un partido en directo y otro en diferido cada semana, internet no estaba tan extendido como ahora y la atención de los mass media era nula porque no había españoles ni bancos que patrocinaran las mejores jugadas en los telediarios. Uno de los anhelos empresariales de la NBA, la NFL, la Premier League o la Liga BBVA es la expansión internacional. Conseguir el mayor número de clientes en todo el mundo, lo cual lleve a operadores de televisión de los cinco continentes a pagar por los derechos audiovisuales. Nuestra liga de fútbol ha ingresado este año por los derechos de televisión 615 millones de euros. Para que se hagan una idea, el acuerdo entre Euroliga e IMG para la explotación del torneo se ha tasado en 360 millones por los diez años. Esta es una carta que no puede jugar el baloncesto europeo, porque su producto interesa a los actores implicados y poco más. Por muy premium que sea esta Euroliga, por muy cerrada a la súper élite que se haga, el resultado siempre va a ser peor, a nivel de baloncesto y envoltorio, que la NBA. La expansión internacional de la liga americana fue uno de los grandes caballos de batalla de David Stern como Comisionado. Tras resucitar una competición que languidecía y había perdido preponderancia a nivel interno, aprovechó los años de esplendor de los Magic, Jordan y Bird para arrancar la maquinaria mercadotécnica y global que hoy en día es la NBA. Esa competición no solo es la mejor, también fue la primera en llegar e inventar un mercado aletargado. El baloncesto europeo, ahora un mero campo de cultivo de estrellas, en ningún momento ha llevado a cabo maniobras a lo grande para ser una alternativa de entretenimiento de masas real a la NBA. Pese a que la Premier, paradigma de la industria a nivel futbolístico, tiene un gran contrato internacional, es la venta de los derechos a nivel interno lo que le ofrece una ventaja competitiva inigualable. Hay pelea por conseguir la explotación, el mercado de pago por visión es enorme y el poder adquisitivo mayor. Que los motores del continente, véase Inglaterra, Alemania o Francia carezcan de equipos top y de tradición es otro gran problema empresarial para la Euroliga. Así que tengo la sensación de que estamos ante una prueba última y definitiva para ver si puede haber baloncesto rentable, vendible y quién sabe si exportable (como producto diferente a la NBA) en Europa. Porque la gran mayoría de los equipos son máquinas de fagocitar dinero sostenidas por grandes clubes de fútbol, mecenas varios o empresas estatales. Soy escéptico de que la nueva Euroliga vaya a suponer un salto de calidad del contenido. Es cierto que es un producto premium, con más partidos grandes y menos paja, pero es que tampoco el actual sistema de la máxima competición es defectuoso. Hasta ahora no ha sido un problema de formato, sino de no saber hacer un plato apetecible.
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