Santiago Agirre confiesa que “para mí los partidos individuales son la esencia de la pelota a mano; quizás lo que más se recuerda”. De ahí que se haya vuelto a atrever a sacar otro libro más sobre campeones en una suerte de segundo round en el ring de la pelota a mano. El primero, editado en 2013, vino con los aromas primaverales de la modalidad reina: el mano a mano, que desmenuzó año a año. Ahora, saca a la luz Campeones del Cuatro y Medio, en el que ha colaborado Deia en el apartado fotográfico. “El primero fue un sueño hecho realidad que superó con mucho las expectativas que teníamos antes de la edición”, explica el escritor vizcaíno, pelotazale hasta la médula, que reconoce que “he disfrutado mucho en la realización de los dos ejemplares”. A las dos semanas del desembarco del primero, Ediciones Beta tuvo que sacar una segunda edición y, más tarde, una tercera.
“Cuando pasó la ola de la anterior obra, los responsables de la editorial me propusieron sacar otro similar, pero centrado en el Cuatro y Medio. El del Manomanista ya servía como referencia para poder seguir con las entrevistas a los pelotaris y lo tenía en bandeja”, argumenta. Comenzó la cocción del libro en primavera de 2014 y acabó un año después de viajar y escribir acerca de los quince campeones en la jaula de toda la historia: desde José Luis Akarregi, el primero, en 1953, hasta Sébastien Gonzalez, el último, en 2009. Ya está en las librerías y lo distribuye Elkar.
En la contribución para desmenuzar cada una de las jaulas de papel, Santiago Agirre ha obtenido una ayuda “fundamental” de los pelotaris aún con vida, pero admite que “los hijos de Akarregi, Barberito y Ogueta se han implicado mucho”. “He tenido muy buen feeling con David San Martín -hijo del campeón riojano-, que ha colaborado con mucha vehemencia”, argumenta el vizcaíno, quien agrega que “entre los campeones de la época moderna he sentido una química especial con Abel Barriola y con Jorge Nagore, un especialista en la distancia”.
Le sorprendió al escritor getxotarra la vida del primer campeón de la historia, José Luis Akarregi. El manista lekeitiarra comenzó como zaguero, pero acabó de delantero después de un partido en Markina en el que deslumbró con sus trazas en los cuadros alegres. “Es uno de los pocos campeones de pueblos de costa. Fíjese, la inmensa mayoría provienen de pueblos de interior”, desvela Agirre, quien cuenta que “Akarregi vivió en Eibar, pero tenía auténtica pasión por su pueblo. Una de las anécdotas más peculiares la protagonizó él. Cuentan que estaba en lo alto del campanario de la Iglesia de Santa María de Lekeitio cuando vio pasar a unos aviones sobrevolando territorio vizcaíno. Oyó las bombas sobre Gernika”. Otra del vizcaíno, primer campeón de la especialidad ante Bolinaga (22-21 en Gros), fue que se forjó junto a Txikito de Iraeta y Onaindia al partir hacia Gasteiz con su tío por parte materna, León Zapirain. “Cuando ganó el título no le dieron txapela, porque estaba reservada para el Manomanista únicamente”, certifica.
Por su parte, Barberito, el legendario delantero riojano, “era muy nervioso y cuando jugaba mano a mano lo pasaba muy mal. La familia recuerda que, cuando perdió la final contra Ogueta en el 57, en el que el gasteiztarra le dejó en tres, dijo que no iba a volver a jugar mano a mano. Para combatir la tensión, dicen que se iba a pescar y a cazar”.
sin zagueros y la final del 97 “Galarza y Arretxe vivieron una situación similar cuando se impusieron en el 93 y el 96, respectivamente”, analiza Agirre, quien desvela que “los dos jugaron las dos primeras finales del año y no tuvieron suerte. Perdieron el Parejas y el Manomanista y, siendo zagueros, se llevaron un cetro que parece coto para delanteros”.
Una de las fotografías que se agiganta dentro del Cuatro y Medio es la de la final de 1997 entre Retegi y Titín. Fue el cénit del crecimiento de la especialidad. “Me dijo Julián que salió como una momia, vendado de arriba a abajo”, remacha Agirre.