vitoria - Ahora, ya retirada del baloncesto profesional, la madrileña -aunque su madre era natural de Urretxu- Amaya Valdemoro se dedica, entre otras cosas, a compartir sus muchas experiencias como deportista de élite. Mañana lunes estará en Vitoria para participar en un acto que, a priori, pareciera tener poca relación con su trayectoria. Nada más lejos de la realidad. Se trata del encuentro organizado por la asociación vitoriana Har-Eman, nacida con el objetivo de dar a conocer y sensibilizar sobre las aportaciones de las personas con discapacidad intelectual a la sociedad. En el mismo participarán Valdemoro y el actor guipuzcoano con síndrome de Down Gorka Zufiaurre (candidato al Goya por la película Fuego). A partir de las siete de la tarde -en el palacio Europa y con entrada libre- ambos entablarán una conversación (moderada por el periodista Iván Pascual) bajo el título “Diálogos de lo posible” en la que hablarán sobre sus respectivas experiencias a la hora de superar barreras y derrotar prejuicios para mostrar la discapacidad intelectual como fuente de bienestar social para la sociedad.
¿Qué pinta Amaya Valdemoro, una estrella del baloncesto, en un encuentro sobre discapacidad?
-Bueno, yo creo que al final los deportistas, igual que la gente que desafortunadamente ha nacido con alguna discapacidad, superamos problemas y adversidades. En la vida de un deportista, como es mi caso, las lesiones han sido una constante. Al final de mi carrera me rompí las dos muñecas, supe lo que es ser discapacitado durante un periodo de mi vida y te pones en la piel de los demás. Normalmente las personas somos muy egoístas y hasta que no tenemos ese problema no sabemos verlo.
¿Quizás nos falta pasar por una experiencia de ese tipo para darnos cuenta de verdad de cuáles son los principales problemas?
-Sí, es probable. Aunque también dependiendo de los valores que tenga cada uno sabrá ver lo que es una discapacidad o no y ponerse en la piel de los demás. Otra cosa es cuando te toca sufrirla, que cambia un poco la perspectiva. Yo antes de que me sucediera estaba comprometida y siempre que me pedían ayuda o lo que fuera trataba de colaborar pero lo que está claro es que hasta que no tienes un problema y no sabes lo que es no te pones en la piel. Por mucho que te imaginas, no lo sabes.
El encuentro de mañana se llama “Diálogos de lo posible”. ¿Desgraciadamente ahora todavía sería más exacto decir de lo imposible?
-Desgraciadamente sí. La verdad es que son un ejemplo, ellos sí que son un ejemplo de superación para cualquier cosa en el día a día.
¿Pueden ser una fuente de inspiración?
-Todo lo que hacen es digno de admiración. No solo porque puedan o no hacerlo sino sobre todo por todos los obstáculos que tienen que superar. A lo mejor algo que para nosotros es sencillo para ellos resulta muy, muy difícil de conseguir. Por lo tanto, vuelvo a repetir que muchas veces tendríamos que bajarnos del pedestal y mirar a los que menos tienen -ya incluso sin entrar en discapacidad o no- y ver todo aquello que hacen por superar las barreras. Hablo de discapacidad física, mental o de cualquier otra piedra que se te ponga en el camino. No solo personas con estos problemas. Gente sin discapacidad puede sufrir un hecho fortuito en su vida que provoque que luego le cueste muchísimo recomponerse y volver a ser él mismo.
¿A la hora de derribar estos muros, qué cree que falta más, sensibilidad por parte de la sociedad o conocimiento de todo lo positivo que pueden aportar si se les da la oportunidad?
-Yo creo que ambas. Cuando lo vemos a todo el mundo nos toca la fibra pero a veces falta un poco más de conocimiento, de saber o de que esté más presente en los medios para conocer su problema y su día a día. Porque en cuanto hay cualquier tipo de acción o de programa en el cual ellos están presentes y explican sus vivencias tocan la sensibilidad de todos.
Y cuando se comparte tiempo y experiencias con ellos enriquecen más incluso que el propio beneficio que pueden obtener.
-Desde luego lo que sí que son es muchísimo más nobles. Eso cien por cien. Van de frente siempre y no tienen dobleces.
A nivel personal y en su experiencia de deportista de élite, ¿cómo se hace para trabajar y convertir lo imposible en posible?
-En el caso del deportista de élite tiene que haber un talento. Está el listón tan alto que por mucho que trabajes tienes que tener un talento previo. Pero a partir de ahí hay que trabajarlo en el día a día. Entra en juego el sacrificio, la superación, la humildad y todo lo que hace que consigas tus retos.
¿Y trabajar quizás sobre todo a nivel emocional para superar los problemas que puedan surgir en ese apartado?
-La vida del deportista es adaptación. Si no te adaptas no rindes. Depende de la capacidad que tengas para ello podrás conseguir unos retos o no.