La Toussuire (Francia) - El Alpe D’Huez no es el puerto más duro del Tour de Francia, ni el más largo, ni el más legendario, pero posiblemente sea uno de los más famosos y pintorescos debido al ambiente en sus cunetas. Una especie de carnaval por todo los alto.

Una de las señas de identidad del Alpe d’Huez son sus 21 curvas, cada una de ellas con el nombre de los ciclistas que, desde 1952, año de su primer ascenso, han sido capaces de levantar los brazos en su cumbre. Y hoy busca un nuevo héroe en la penúltima etapa del Tour, de 110 kilómetros y con la Croix de Fer como aperitivo en la última oportunidad que tiene Quintana de desbancar a Froome en los 13,8 kilómetros de ascenso.

La primera curva, la 21, lleva un nombre ilustre: el del italiano Fausto Coppi, ganador del Tour de 1952, y la 20 está dedicada al holandés Joop Zoetemelk, ganador de la segunda ascensión. La fila de afortunados llega hasta 2013, año en que se impuso el francés Christophe Riblon. Desde el año 2001, cuando ganó el desaparecido del palmarés Lance Armstrong, hay que compartir placa en la curva, pues hay más ganadores que giros. Aquel año puso su nombre junto al de Coppi. Actualmente el estadounidense, que también ganó en 2004, no figura en el palmarés como ganador.

Cinco han sido los ciclistas que han ganado en dos ocasiones en Alpe D’Huez. La montaña llegó a tener el apellido de holandesa porque los corredores de aquel país dominaron en los años 70. Joop Zoetemelk (en 1976 y 79), Hennie Kuiper (77 y 78) y Peter Winnen (81 y 83). Más tarde los italianos tomaron el testigo son doble victoria de Gianni Bugno (90 y 91) y Marco Pantani (95 y 97).

Los españoles tienen tres curvas a nombre de Federico Etxabe (1987), Iban Mayo (2005) y Carlos Sastre (2008). El malogrado Marco Pantani ha sido el más rápido en el ascenso al Alpe D’Huez. En 1995 fue capaz de subir los 13,8 kilómetros en 36 minutos y 50 segundos, un registro que ni Miguel Induráin pudo rebajar (38:05 en 1997). - Efe