barcelona - El Espai Barça, proyecto con el que se denomina la remodelación del Camp Nou y todo su entorno, marcará la hoja de ruta de Josep María Bartomeu, el nuevo presidente del Barcelona, para los próximos seis años de mandato.

Esta reforma urbanística ha sido el punto estrella de la campaña de Bartomeu, un proyecto que, junto al tan cacareado triplete del primer equipo de fútbol, le ha permitido aplastar a Joan Laporta en las elecciones a la presidencia, obteniendo un 54,63% de los votos emitidos ayer por los socios. Bartomeu sabe que, para seguir teniendo éxitos deportivos, necesita un modelo sostenible que pasa por volver a recuperar la excelencia perdida en la formación de jugadores, esa fábrica de sueños que es La Masía.

También, que el club debe reconstruir sus relaciones con la FIFA, muy deterioradas a raíz de la sanción de la Federación Internacional por la contratación de jugadores menores de edad que impide al Barça inscribir jugadores hasta 2016. Y que él mismo deberá sobrevivir a la imputación por fraude fiscal en el traspaso del brasileño Neymar da Silva (la Fiscalía pide Bartomeu 2 años y 3 meses de cárcel) si desea agotar su mandato.

Pero, por encima de todo, el presidente electo está convencido de que el futuro del club, su salud económica, no solo dependerá de que la pelota entre, sino de la renovación de los contratos que aportan buena parte de los ingresos comerciales que genera la entidad y de que el Espai Barça se convierta en una realidad. La actual junta directiva cifra en 600 millones de euros la inversión para ejecutar ese macroproyecto urbanístico, que estará financiado, a partes iguales, por los recursos propios del club, un crédito sindicado y un patrocinador que ponga apellido al Camp Nou. Sin embargo, a 30 de junio de 2015, el Barcelona había aumentado su deuda neta de 287 millones a 328. El punto de partida del Espai Barça no será, por tanto, el deseado.

Lo que está claro es que Josep María Bartomeu no podrá acabar el Espai Barça en un único mandato. El nuevo Miniestadi, que se ubicará junto a la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí y costará unos 20 millones de euros, tardará dos años en construirse. Y hasta que no esté construido no podrá tirarse abajo el viejo Miniestadi para construir el nuevo Palau Blaugrana, que costará un mínimo de 90 millones y que no sería inaugurado antes de 2019.

Después, habría que acometer una profunda reforma del Camp Nou, que costaría unos 400 millones de euros y que finalizaría en la siguiente legislatura. En cualquier caso, el Espai Barça es un proyecto económico y patrimonial a largo plazo. Bartomeu tiene ahora mismo decisiones deportivas más urgentes que tomar y que anunciará a partir del próximo lunes, cuando tomará posesión del cargo.

más toma de decisiones Una de ellas será designar el nuevo director deportivo, un puesto vacante desde la destitución de Andoni Zubizarreta pese a los fichajes, a mitad de temporada, de Carles Rexach y Aried Braida, que seguirán vinculados a la secretaría técnica. Todo parece indicar que el hombre elegido para el puesto será el exjugador azulgrana Robert Fernández y que otro exjugador del Barça, Gerard López, será el encargado de dirigir al filial en su lucha por ascender de nuevo a Segunda División A. Una vez resueltas estas cuestiones deportivas, todos los esfuerzos de Bartomeu deberán centrarse en la negociación de los nuevos contratos para aumentar los ingresos comerciales del club. Ahora que los derechos de televisión se negocian conjuntamente a través de la LFP, Bartomeu tendrá que centrarse en mejorar el contrato con Nike, que reporta al club entre 30-35 millones anuales hasta el 30 de junio de 2018, y el del patrocinio de la camiseta del primer equipo de fútbol. El presidente tiene cerrado un nuevo acuerdo con Qatar Investment por unos 60 millones de euros anuales que prácticamente doblaría lo que ingresa ahora por publicitar Qatar Arways en la elástica azulgrana. - Efe