lodosa - A Aimar Olaizola casi se le atraganta Iker Arretxe en el frontón San Francisco Javier de Lodosa. Casi. Pero no. En el 21 iguales salió la mejor arma del goizuetarra: el gancho. El subcampeón del Manomanista se clasificó para la final del Cuatro y Medio de San Fermín pasando muchos apuros ante un adversario muy entero, que le dejó tocado desde el inicio. Olaizola II tendrá la oportunidad de reeditar el cetro que logró el curso pasado ante Joseba Ezkurdia, pero contra Juan Martínez de Irujo, en otra disputa clásica en la pelota a mano moderna. El de Asegarce querrá la revancha de la derrota frente al iberoarra el pasado diciembre en la final de la jaula.

La mejor noticia para el goizuetarra ayer fue que supo reponerse en un envite que amaneció muy en contra, con un 0-8 de salida, que le atropelló los intereses. Pero ya se sabe que Aimar es un manista incombustible. A Olaizola, y más dentro del acotado, le funciona muy bien la cabeza, el gancho y el espíritu, aunque vaya cuesta arriba y el luminoso le sentencie a remar contracorriente. No es el mismo que en el pasado Cuatro y Medio porque, por lo menos, ha superado sus molestias en el hombro derecho, pero el delantero de Luzaide le puso las cosas tremendamente complicadas. Siendo Arretxe un pelotari de arrojo y batalla, la distancia de inicio le aupó a disputar una contienda espinosa y peleada, pero que no terminó por cerrar. Y Aimar sacó su arma favorita.

Más de una hora se fajaron los dos manistas en la jaula navarra, atado uno a mantener la falla y dar la campanada y el otro, a revolverse, restañar sus heridas y encontrar su mejor versión en una distancia fetiche. Aimar tuvo que recomponer su juego. Después del 0-8 y el 3-12, manejado a la perfección por la mejor versión de Arretxe II, se levantó el buque insignia de la operadora bilbaina igualando en el cartón trece. Pero quedó, casi de un tirón, varado.

Fue en el catorce, acumulado por un exceso de vista de Iker. Un yerro propio, una parada, un dos paredes y un saque-remate del luzaidarra alumbraron la posibilidad de rebelión. Pero, como casi siempre que Aimar está en la cancha, todo quedó en agua de borrajas. Olaizola parece irreductible. Nunca se rinde. Del 14-20 pasó a la igualada directa. Arretxe II metió un gancho y se quedó a un centímetro de la final. No llevó la siguiente cortada de su contrincante y la semifinal acabó de gancho, eliminando a un Arretxe imponente, que se ahogó en la orilla.