utrecht - Es bien conocida la cara de póquer, ese rostro inescrutable que no deja entrever el estado de ánimo del que la pone. Existen también la cara de circunstancias, la que pone una persona ante una situación poco favorable (léase Fernando Alonso cada vez que se baja de su McLaren); la de cordero degollado, la de palo, la de vinagre, la de ángel... y luego está la que podría bautizarse como cara de concursante televisivo. Sí, es la que ponen aquellos que quieren transmitir buen rollito e incluso simpatía hacia el rival cuando lo que en el fondo quieren es su fracaso porque de eso, del fracaso ajeno, depende su propio éxito. No es nada personal, son negocios. Es esa sonrisilla nerviosa hacia las actuaciones del adversario cuando uno se sabe objetivo de las cámaras mientras por dentro masculla un “ojalá te quedes en blanco y digas que la capital de Suecia es Oslo”; ese ligero asentir en señal de aprobación, incluso de celebración, cuando por lo bajinis se susurra un “a ver si sueltas un gallo y el jurado te manda para tu casa”. Con esa cara pasó ayer más de una hora Rohan Dennis bajo la canícula de Utrecht.

Dennis es un bólido australiano de 25 años enfundado en el maillot del BMC que ayer voló en la contrarreloj que inauguró el Tour de Francia en tierras holandesas. Voló tanto que cuando cruzó la pancarta de meta no solo pasó a encabezar con autoridad la tabla de tiempos sino que su velocidad media, unos extraordinarios 55,446 kilómetros por hora, se convertían en plusmarca: acababa de romper el récord de velocidad en una crono en toda la historia de la ronda gala. Dennis no es nuevo en esto de los récords, pues ostentó el de la hora desde el 8 de febrero, cuando batió el de Matthias Brandle, hasta el 2 de mayo, cuando se lo arrebató Alex Dowsett, pero ayer todavía faltaba mucho gallo por completar los 13,8 kilómetros del recorrido, por lo que la organización cogió al de Adelaida y se lo llevó al set de la televisión gala para que esperara allí acontecimientos. Y claro, como a las cámaras les va la marcha, el morbo, la tensión lógica de la incertidumbre, cada vez que un depredador en la lucha contra las manecillas del reloj se acercaba amenazante a la meta enfocaban a Dennis, tan ilusionado como tenso, tan esperanzado como temeroso. Con cara de concursante de televisión.

Aparece en los metros finales Tom Dumoulin, para muchos el gran favorito al triunfo; plano para Dennis, que sonríe a cámara nervioso y levanta el pulgar de la mano derecha cuando comprueba que el holandés se queda a ocho segundos de su registro. Entra en escena Tony Martin, el panzer alemán; rostro en primer plano del corredor del BMC, que suelta un bufido de alivio cuando su rival supera su marca de 14:56. Llega a la última recta el gladiador Fabian Cancellara, el temible Spartacus; cámara para el australiano, que ni siquiera pestañea hasta que su rival se entrega incapaz de bajar de los 15 minutos. La siguiente vez que la realización francesa mostró a Rohan Dennis, una vez Chris Froome acabó su crono, este no tenía ya cara de concursante de televisión sino de ganador de concurso de televisión. Y existe una gran diferencia porque ya no hay que guardar las apariencias, por lo que aussie, exultante, se abrazó con todo aquel que pasó por su lado. Suyo era el premio final, el triunfo y el primer maillot amarillo del Tour’15.

Castroviejo, sobresaliente Por su parte, el getxotarra Jonathan Castroviejo (Movistar) acabó en una gran sexta plaza, a 23 segundos de Dennis. Entre los favoritos al triunfo final, el primer bocado lo dio Vincenzo Nibali, aunque superado por dos segundos por Thibaut Pinot. El Tiburón sacó 7” a Froome, 13 a Valverde, 15 a Contador y 18 a Nairo Quintana.