pero por desgracia, no somos muchos los que estamos, incansablemente, luchando día a día porque el deporte femenino esté presente en los medios, en las radios, en las televisiones. Si no apareces, no existes y si no existes, no hay patrocinador, mecenas o como queramos llamarlo, que pueda apoyar la visibilidad de lo que nuestras deportistas consiguen. Sólo es el empeño personal de algunos periodistas, que se pueden citar con nombres y apellidos, para que todos los días haya alguna noticia sobre el fructífero deporte femenino. Llevamos un retraso, se ha calculado, de unos 40 años. En el deporte femenino estamos como estaba el masculino en los años 70; queda mucho camino por recorrer y hay que seguir ahí. Sin descanso. Acciones como las que hacen algunos organismos, el CSD y su comisión Mujer y Deporte, o el COE, también con un departamento del mismo nombre, son pasitos que se dan pero no son suficientes. Hay muchos éxitos femeninos que apenas aparecen en los medios y tienen mucha más importancia deportiva que cualquier anécdota nimia del mundo del fútbol, que se destaca en titulares y en negrilla. Y así avanzamos poco. Mi compromiso con el deporte femenino y el minoritario es total y, en la medida de mis posibilidades, sigo peleando porque tengan su espacio en Teledeporte (TVE). Como periodista, como mujer, como deportista, me gusta que la sociedad reconozca el éxito del deporte femenino no sólo en los JJOO sino en el día a día, en las competiciones que tienen menos eco que la gran cita olímpica. Yo no pienso tirar la toalla y desde luego el deporte femenino podrá contar siempre, de manera incondicional, con todo el apoyo que yo pueda proporcionarle.