valladolid - La vida le vapuleó fuera de las canchas a Lalo García. Arruinado por la quiebra de Fórum Filatélico en 2006, tuvo que buscarse la vida en los trabajos más peregrinos como chófer de una empresa de seguridad (Casesa) con escoltas en el País Vasco, vendedor de abonos de su antiguo equipo o director deportivo del Club de Baloncesto La Flecha -por lo que apenas cobraba 300 euros al mes-. La sospecha de sus vecinos le perseguía desde que la Audiencia Nacional ordenó la intervención de la empresa donde gestionaba el dinero de sus clientes. Allí trabajaba desde 2001, cuando dejó el baloncesto por una lesión y se convirtió en comercial de la sociedad filatélica. Heredó la cartera de clientes de su padre y, en cuestión de meses, la dobló gracias a su indiscutible don de gentes. Con la caída de Fórum, se arruinó él, que perdió su trabajo y sus ahorros. También arrastró a su familia, amigos y cientos de conocidos que habían confiado sus ahorros a este mito de la canasta. “Llevaba fatal que sospecharan de él, pese a que Lalo no sabía nada de la estafa. Tuvo que repetir siempre que no estaba al corriente de la situación de la empresa, que no conocía que detrás de las operaciones que había firmado existía una estafa piramidal de proporciones bíblicas”, cuenta un amigo.
Divorciado en dos ocasiones y con dos hijos de 13 y 8 años, en los últimos meses había comenzado a trabajar en la compañía de seguros de unos grandes almacenes. El nuevo empleo, unido a la devolución de un 10% de lo perdido en el concurso de acreedores de Fórum, parecían un punto de partida para iniciar la remontada. Sin embargo, las heridas de unos años tan desgraciados finalmente le han pasado factura. El físico, antes portentoso, ya había desaparecido. La edad y los disgustos hicieron que los kilos redondearan su rostro y el pelo desapareciera paulatinamente de su cabeza. La admiración que despertaba se extinguió poco a poco, pero su entorno confiaba en que viera la luz. El miércoles 4 de marzo se enfundó por la tarde un chándal azul, unas deportivas blancas y salió, sin cartera ni móvil, “a dar un paseo”, según sus allegados. Lalo no regresó nunca. Lleva 26 días desaparecido hasta que ayer se confirmó su trágico final. - DNA