Crespo, Asprilla, Brujita Verón Cannavaro, Buffón, Thuram, Stoichtkov, Zolla, Brolin, Benarrivo, Burrito Ortega... A todos ellos les encumbró, porque ellos lo catapultaron, al Parma italiano. Futbolísticamente, el Parma no era nada hasta el amanecer de la década de los noventa. Ahijado de la modestia, logró su primer concurso en la Serie A en 1990. Arrigo Sacchi, el que denuncia exceso de negros en las categorías inferiores italianas, asentó las bases para un ascenso que erigió al club como uno de los más potentes del Calcio. Fue Nevio Scala quien, bajo su dirección, elevó a los Crociati (cruzados) a los altares del fútbol italiano. Llegarían seguidos tiempos de rosas y champán. El mismo Carlo Ancelotti fraguó allí su futuro en los banquillos.
El Parma llegó a ser subcampeón de la máxima categoría italiana en la temporada 1996-97, ganó en tres ocasiones la Copa de Italia, en dos la extinta Copa de la UEFA, además de una Recopa de Europa y una Supercopa continental. Entre 1991 y 2005 se alistó como un asiduo de las competiciones europeas, siendo el único club de Italia en albergar más trofeos internacionales que nacionales y uno de los dos únicos, junto con el Borussia Monchengladbach alemán, en firmar grandes conquistas en el Viejo Continente procediendo de una ciudad de menos de 200.000 habitantes. Sustentado por la inyección del dopaje administrativo, se transformó en un fenómeno balompédico mundial. Lo críos demandaban la camiseta de franjas horizontales azules y amarillas que alineaban un nombre que sería argumento de la vertiginosa escalada, y más tarde de la posible defunción.
Parmalat, principal sponsor de los Crociati en los noventa, llegó a ser la compañía líder en producción mundial de leche UHT. Su bonanza se la cobraba el club emiliano sobre los terrenos de juego, con rimbombantes fichajes y éxitos deportivos merced a trasvases económicos. Hasta que el presidente de la empresa de productos lácteos y alimenticios fue juzgado y encarcelado. La ola de la quiebra del imperio Parmalat, con una deuda cifrada en 2003 en 15.000 millones de euros, arrastró a su presidente Calisto Tanzi, el Lobo de Parma, y por ende a la entidad de fútbol, de la cual era propietario del 98% de sus acciones. Con el tiempo, 64 componentes del club, entre ellos futbolistas como Verón, Crespo, Asprilla o Stoichkov, fueron imputados por la fraudulenta bancarrota. El Parma era financiado mediante contratos falsos de publicidad; empresarialmente, Parmalat vendía un cartón de leche, facturaba dos y contabilizaba tres. De aquel agujero no se salió jamás. En 2004, para evitar la reanudación desde el fútbol amateur, nace el Parma F. C., con los derechos del Parma A.C., y llega una época convulsa en busca de propietarios que estabilicen al club.
5 presidentes en 7 meses Tommaso Ghirardi compró el Parma en subasta en 2007, hasta que en 2014, motivado por sanciones deportivas, vendió su paquete accionarial. Desde 2007, las deudas han crecido como la espuma, el hoyo de más de 15 millones de euros se ha hecho una sima de 200. Ghirardi dejó el club y quedó en manos de una compañía ruso-chipriota (Dastraso Holding) que ha colocado a tres personas diferentes al mando (Fabio Giordano, Emir Kodra y Rezart Taçi). Ninguna asumió la deuda, hasta que Giamprieto Manenti, administrador de Mati Groupo, empresa eslovena ligada a Gazprom, adquirió la quebrada entidad el pasado febrero por 1 euro. Eso sí, con sus deudas.
Los jugadores no cobraban desde agosto y los resultados deportivos, con el equipo afincado en la catacumbas de la Serie A, con 3 triunfos en 23 partidos (en noviembre le quitaron un punto por impagos y le pueden rascar otros 5), propiciaron una fuga de diez jugadores liderada por Cassano, quien rescindió un contrato que expiraba en 2016. Solo a futbolistas, sin contar el IVA ni el IRPF, se les debe unos 15 millones. Actualmente, incautados como propiedades un coche y tres camiones, no hay monto para los gastos de la luz, los costes de limpieza o el dispositivo de seguridad del Ennio Tardini, capacitado para 24.000 almas. Situación insostenible que ha llevado a la Federación Italiana a la suspensión del Parma-Udinese fechado para ayer. El freno de una hemorragia que no ha cesado de sangrar.
Ya el curso anterior, la Alta Corte de Justicia Deportiva negó al Parma, que fue sexto en la Serie A, la licencia UEFA para disputar la Liga Europa, en cuyo lugar se repescó al Torino, hoy en día rival del Athletic. La Fiscalía de Parma, después de que el lunes de la pasada semana no hiciera frente a los pagos retrasados, ha solicitado la descomposición del club parmesano por incumplimientos fiscales, fijando una audiencia para el 19 de marzo. Ese día se decide el futuro de un club con más de 102 años de historia y que en los noventa fue meca de estrellas mundiales; ahora puede terminar el curso jugando con futbolistas filiales o con las restantes lizas perdidas por tres goles a cero. El Parma se agria.