Durante más de dos décadas, su vida estuvo indefectiblemente unida a la carretera. Doce años como ciclista profesional primero y nueve más a continuación en calidad de director le convirtieron, con todo merecimiento, en una de las piezas imprescindibles del mundo de la bicicleta. Sin embargo, él siempre consideró que se encontraba en ese escenario “de paso” y por eso desde hace unos cuantos meses disfruta al máximo de una nueva etapa vital. Una fase en la que continúa ligado a la carretera pero de una manera muy diferente. Y es que Álvaro -el mayor de la saga de los González de Galdeano- ha cambiado de pedal. Atrás han quedado los que debía mover con el impulso de sus piernas para dejar paso a los que maneja ahora desde el asiento del taxi que conduce.
Un nuevo oficio en el que desembarcó en mayo del pasado año y que le permite cumplir con varios de los requisitos que buscaba en las ocupaciones que opositaban a convertirse en el eje de su vida profesional. “Yo siempre había tenido claro que en el ciclismo estaba de paso. Primero como profesional, cuando llegó el momento de dejarlo lo hice sin problemas y después surgió el tema de la dirección pero tampoco fue algo que buscara imperiosamente. Por eso cuando sucedió todo el tema del Euskaltel y finalmente se cerró el equipo pensé que ya era hora de buscar aires nuevos. Después de un montón de años pasando muchísimo tiempo viajando, tenía claro que quería dedicarme a algo que me permitiera pasar más tiempo en casa. Surgió esta oportunidad, la verdad es que no lo dudé y hasta ahora estoy muy contento”, resume.
Gracias a ello, Álvaro puede disfrutar de sus hijos Lucía y Hugo -de nueve y dos años, respectivamente- y dedicarles un tiempo del que antes carecía. “He ganado en calidad de vida. Antes me pasaba muchas semanas fuera de casa y ahora, por ejemplo, puedo llevarles a la ikastola todos los días”, destaca con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Por si esto fuera poco, la nueva dedicación le sirve también al mayor de los Galdeano para poder disfrutar de otra de sus grandes pasiones, el contacto con la gente. “A estas alturas, tenía claro que no me veía demasiado haciendo un trabajo de oficina en el que tuviera que estar metido en un despacho sin salir un montón de horas. A mí me gusta mucho estar en la calle y poder hablar con unos y con otros. Al final conoces a muchas personas y el taxi te permite mantener esas relaciones, que son importantes”, explica.
Claro que, evidentemente, no todo es de color de rosa al volante de su flamante vehículo. “Está claro que pasas un montón de horas ahí metido y es evidente que te tiene que gustar conducir porque, si no, es imposible. Pero en mi caso como eso ya lo traía asumido de mi etapa como director y es algo que me gusta no hay problema”, confiesa.
Y precisamente esa década casi completa en la que ejerció la responsabilidad de comandar diferentes escuadras deportivas ha sido ahora uno de sus aliados a la hora de emprender esta nueva etapa. “Cuando tienes que buscar recursos para el equipo te reúnes con muchas empresas de todo tipo y acabas conociendo a sus responsables. Esos contactos en estos momentos vienen bien porque una parte de mi trabajo actual son directamente viajes ya concertados y el hecho de que te conozcan de antes siempre ayuda un poco”, reconoce González de Galdeano.
De esta manera, no resulta extraño encontrarlo de camino a los aeropuertos de Loiu o Barajas con clientes que están a punto de iniciar un viaje de negocios o regresan del mismo con valiosos acuerdos en la cartera. “Muchas veces nos toca también moverlos por aquí porque tienen reuniones o necesitan entregar o recoger algunas cosas”, añade.
Y es que buena parte de las personas que se suben a la parte trasera de su coche tienen caracter internacional, a lo que sin duda contribuye también de manera importante su conocimiento de los idiomas. “En el pelotón hay ciclistas de prácticamente todos los sitios y tenemos que entendernos así que gracias al ciclismo puedo hablar en inglés, francés o italiano además de en euskera y eso te da un valor añadido de cara a algunos clientes”, sostiene.
Con un taxista de nuevo cuño al otro lado de la mesa, resulta inevitable cuestionarle sobre el tráfico de la ciudad y, de improviso, surge la primera gran sorpresa. “No tengo GPS”, confiesa Álvaro. En el hipertecnológico mundo actual, el exciclista no necesita de la ayuda del asistente virtual para encontrar el destino. “La verdad es que me apaño bastante bien y más o menos controlo todas las calles. En los barrios nuevos lo único a veces es complicado saber a qué altura están algunos números pero además en caso de necesidad siempre podemos recurrir a la ayuda de la emisora”, apunta.
Respecto a las peculiaridades de moverse en coche por Vitoria, el mayor de los Galdeano no aprecia demasiadas diferencias con otras ciudades aunque, eso sí, su nuevo trabajo actual le ha servido para darse cuenta de la abundancia de semáforos y rotondas en la ciudad. “Es verdad que antes no me había fijado pero ahora al circular mucho con el coche por el centro lo vas viendo casi sin querer. De todas formas, hasta ahora por lo menos no he encontrado grandes problemas y el tráfico es parecido al de otros lugares similares”, destaca.
Al margen de sus obligaciones laborales y la familia, González de Galdeano aprovecha el tiempo libre para dedicarlo a disfrutar de otras aficiones que hasta ahora no podían formar parte de su día a día. “Siempre me han gustado los deportes y trato de practicar siempre que puedo. Ahora por ejemplo estoy jugando bastante a pádel, que además es una actividad muy social que te permite estar también con los amigos y pasar buenos ratos”, significa.
Lo que, al menos de momento, parece haber aparcado es la práctica del ciclismo. “Ya he pasado mucho tiempo a lo largo de mi vida subido a la bicicleta y la verdad es que ahora mismo no la cojo prácticamente para nada”, reconoce. Aunque toda regla tiene su excepción y en el caso de Álvaro esta es la que afecta a los paseos que lleva a cabo con sus hijos sobre las dos ruedas. “Sí que suelo moverme con ellos por la ciudad con la bici pero es un tema completamente reacreativo”, significa. Y en el siempre complicado asunto de la convivencia entre el ciclista y el peatón Galdeano tiene claro que la clave debe ser el “respeto mutuo”. En este sentido, asegura cumplir con la normativa y moverse según las normas.
Así pues, la nueva vida del que fuera uno de los integrantes más relevantes del pelotón profesional -tanto como corredor como director- poco tiene que ver en estos momentos con la que llevaba en la época de mayor actividad deportiva. Una etapa que no descarta retomar en el futuro pero que tampoco echa especialmente de menos. “La verdad es que no cierro la puerta a la posibilidad de volver si surgiese algo interesante pero lo cierto es que tendría que ser muy bueno porque me costaría mucho tener que volver a salir de casa. Ahora he ganado en calidad de vida y estoy disfrutando mucho de estos momentos. Aunque es verdad que el ciclismo me sigue gustando mucho, sigo vinculado a él y me gustaría poder aportar algo de manera puntual sin las obligaciones fijas de antes”, reflexiona sobre un futuro que siempre está dispuesto a reescribir. De momento, “para matar el gusanillo”, cada año organiza en el mes de septiembre el Criterium Txiki de El Boulevard. Quién sabe si alguno de los pequeños participantes le emulará dentro de unos años sobre el asfalto. Si es así, Álvaro González de Galdeano podrá conducirlo sin problemas por las carreteras y los entresijos del pelotón profesional.