El equipo New England Patriots de Boston se presentaba como campeón de la División Este de la Conferencia Americana, mientras que los Seahawks de Seattle lo hacían como campeones de la División Oeste de la Conferencia Nacional. En los Estados Unidos de América, que por algo son alguien a la hora de decidir en su casa y en las ajenas, lo denominan Código del Este (encarnado en su capitalidad política) y Código del Oeste (encarnado en su capitalidad tecnológica).

La Super Bowl XLIX, por otro lado, presentaba un pronóstico de difícil acierto. De hecho, en una encuesta realizada entre periodistas especializados las opiniones se repartían, prácticamente, en un 50%; incluso, alguno de ellos opinaba que el partido llegaría a la prórroga. Baste como dato que ambos equipos presentaban el mismo balance en la temporada regular: 12 victorias y 4 derrotas.

El espectáculo respondió a todas las expectativas: se resolvió a 20 segundos del final del encuentro, a favor de los bostonianos por 28-24. ¡Qué espectáculo! No he errado, no he querido decir: ¡qué partidazo! Esto es un espectáculo desde el mismo momento en que terminan los campeonatos de las Conferencias. El jugador más valioso del partido fue el quarterback (mariscal de campo, en español americano) Tom Brady, que consigue su cuarta Super Bowl, al igual que su técnico, el prestigioso e increíble estratega Bill Belichick. Y logran su cuarta victoria 13 años después de firmar la primera. Durante este período han jugado seis finales, lo cual constituye un récord absoluto en la historia de la NFL. Enfrente estaban los halcones marinos del Estado de Washington, campeones de la edición anterior, con un quarterback, Russell Wilson, que en su segunda temporada ganó la Super Bowl, dirigido por Pete Carroll, el cual fue despedido de New England en 2000, justo para que Bill Belichick se hiciera cargo de los patriotas.

Respecto de los halcones marinos, hay que decir que sus hinchas en la grada arrollaron a la afición bostoniana; de hecho, en los Seahawks de Seattle no se puede usar el número 12, puesto que corresponde a la afición. Sin embargo, en Boston, quizás por el retrato que de su carácter nos da Henry James, sí puede ponerse (todavía) el número 12 en la camiseta. Por cierto, ese es el número de Tom Brady, el cual fue elegido como el Jugador Más Valioso del Partido (MVP). Lo gana por tercera vez. Para ello lanzó 50 pases, de los cuales completó 37, de ellos cuatro para touchdown, convirtiéndose en el jugador que más pases de touchdown (13, después de terminar el partido) consigue en la historia de la Super Bowl, superando al mítico Joe Montana de San Francisco49’s.

El partido no fue apto para cardíacos: cuando faltaban 9:47 para acabar el segundo cuarto se adelantaron los Patriots con un touchdown que lanzó Brady a Brandon LaFell. Faltaban 2:17 cuando Marshawn Lynch (apodado La Bestia por su fuerza y coraje, es capaz de arrastrar a tres o cuatro defensas a lo largo de varias yardas) empató el partido con una carrera de tres yardas. Parecía que todo estaba hecho, pero Tom Brady lanzó otro pase de touchdown para Rob Gronkowsky (otra mole) y adelanta a los bostonianos 14-7 cuando faltaban 31 segundos para acabar el segundo cuarto y, por tanto, la primera mitad. Y en eso, a dos segundos para acabar la primera mitad, apareció Wilson y lanzó otro pase de touchdown a Chris Matthews, tercero en su posición, para empatar el partido. En el comienzo de la segunda parte, a falta de 11:09, Steven Hauschka adelantó a los de Washington con un field goal de 27 yardas para colocarse con un 14-17. A falta de 4:54 para acabar el tercer cuarto, volvió a facilitar un touchdown Wilson, lanzando para Doug Baldwin. Se colocaba el marcador muy negro para los de Nueva Inglaterra con un 14-24. Sin embargo, Tom Brady no estaba dispuesto a dejar de pelear; así, cuando faltaban 12 minutos y 12 segundos para terminar el partido, lanzó otro pase de touchdown a Danny Amendola, colocando el marcador en 21-24, favorable todavía para los halcones marinos. Transcurría el partido en un toma y daca permanente, hasta que faltando 2:02 para que el partido terminara, Brady lanzó otro pase de touchdown para Julian Edelman, colocando el marcador en 28-24.

Todo parecía terminado, pero en una acrobática recepción de 33 yardas de Jermaine Kearse, los Seahawks se plantaban en la yarda 5 de New England. Faltaban 26 segundos para finalizar el encuentro, se hallaban los de Washington en la yarda 4 de New England y Pete Carroll toma la decisión de jugarse un pase, el cual fue interceptado por Malcolm Butler (novato que lograba la primera intercepción en su carrera profesional), lo que daba la victoria a los bostonianos.