Melbourne (Australia) ? Rafael Nadal impuso su talento y un gran dosis de coraje para vencer al gigante sudafricano Kevin Anderson (203 centímetros), por 7-5, 6-1 y 6-4, y colocarse en los cuartos de final del Abierto de Australia. “Es un fantástico resultado; éste es mi mejor partido este año”, dijo Nadal sobre la pista del Rod Laver Arena, donde bromeó cuando se le recordó como un recogepelotas le imitó colocando con esmero una de sus botellas de agua que habían volado con el viento. “Son cosas estúpidas que haces, rutinas y que no sirven para nada”, dijo.

Sobre su próximo rival, el checo Tomas Berdych, que se deshizo del australiano Bernard Tomic en tres sets (6-2, 7-6 (3) y 6-2), Nadal se mostró cauto. “Es un gran jugador que ha hecho final en Doha hace una semana. La única manera de ganar es jugar mi mejor tenis”, apuntó.

“Kevin Anderson me pondrá en mi sitio”, había adelantado en la previa de este encuentro el manacorense. Pero Nadal ganó y situó su nombre entre los ocho últimos jugadores que optarán al título el próximo domingo, tras deshacerse de un peligroso rival, prototipo del tenis que impera actualmente: todo fuerza, todo saque.

También dijo Nadal que ahora el “saque premia” y que se había olvidado casi por completo la estrategia, y que cada vez “se pega más fuerte y se piensa menos”. El partido de ayer fue una clara demostración de ese teorema Nadaliano.

Desde su soberbia atalaya de algo más de dos metros, Anderson disparó bombas, y no solo con su saque, que llegó hasta los 215 kilómetros por hora en varias ocasiones, que ganó en blanco cuatro veces en el primer set y con el que anotó solo ocho aces en total. También supo restar con acierto, casi siempre a los pies de Nadal, para dominar el punto a continuación y machacar, casi sin moverse, acto siguiente. Esa era la tónica: Bomba, apisonadora y terremoto. Hasta que era necesario definir. Y Anderson, de 28 años, como Nadal, y con solo dos títulos en su carrera, no supo mantener el tipo en ese momento que diferencia a los grandes de los que no lo son tanto. No fue capaz el tenista de Johannesburgo de convertir ninguno de los seis puntos de rotura que dispuso en el crucial primer set, especialmente los cinco que tuvo para anotárselo en el undécimo juego, salvados todos por el balear, que encontró por fin su saque recurrente, con un ace a 205 kilómetros por hora como inicio.

Salvadas estas situaciones, Nadal contragolpeó a continuación y, de no disponer ni una sola bola de rotura, logró dos puntos de parcial. Marró el primero, pero en el segundo la habilidad y técnica de Anderson quedó en entredicho al hacerse un lío con los brazos y fallar una volea de derecha en la red. Así se hizo el manacorense con la primera manga en 52 minutos. l