vitoria - Cuando, en la actualidad, algún aficionado se dirige a presenciar un encuentro de los equipos alaveses de fútbol sala, acostumbra a encontrarse con apenas unas decenas de personas en las gradas y muchos asientos vacíos. Sin embargo, hubo un tiempo en el que la situación era bien diferente. Y tampoco ha transcurrido tanto desde encontes. De hecho, hoy mismo se cumplen 21 años de la jornada que, probablemente, más expectación ha levantado en torno a la historia de este deporte en Vitoria.

Fue concretamente el 27 de noviembre de 1993. El inolvidable Luminosos Regui (patrocinador del C. D. Lehoi) militaba en la División de Honor -siendo esta la última vez en la que una escuadra de la provincia ha competido en la máxima categoría nacional- y el calendario deparó que en la novena jornada tuviera que recibir al gran dominador de este deporte en España, el Interviú.

Con el incondicional apoyo del mediático José María García, el conjunto madrileño se dedicaba a coleccionar títulos y disponía en su plantilla de algunos de los mejores jugadores del mundo. Por ello, resultaba comprensible la expectación que levantaba allá por donde pasaba. Y Vitoria, por supuesto, no fue una excepción. De esta manera, más de tres mil personas se dieron cita en el pabellón de Mendizorroza para asistir en directo a ese inolvidable encuentro. El equipo local plantó cara mientras le aguantaron las fuerzas pero la lógica terminó imponiéndose y los visitantes se llevaron la victoria por dos goles a seis.

Uno de los que pueden hablar en primera persona de aquella contienda es Raúl Ruiz de Azúa -más conocido en su época de jugador como Pollo-, que además fue prácticamente el único jugador del cuadro vitoriano que prolongó su carrera de manera profesional. “La verdad es que fue un año inolvidable. Durante toda la temporada venía mucha gente a vernos y ese partido en concreto fue espectacular, hubo un ambientazo”, rememora el vitoriano, ya retirado y que regenta el negocio familiar en la Plaza de Abastos.

Sin embargo los buenos recuerdos no son completos, porque el sueño se esfumó rápidamente. Con un presupuesto sensiblemente inferior al del resto de integrantes de la División de Honor, el Luminosos Regui -que a mitad de curso pasó a denominarse Embutidos Palacios- terminó la temporada en última posición y consumó un descenso que parecía cantado desde semanas antes. Un año después, todas las ilusiones se rompieron definitivamente cuando el club desapareció.

“A nivel deportivo fue una temporada muy complicada porque éramos muy novatos y pagamos esa inexperiencia. Se tuvo que montar todo muy rápido porque, en teoría, no nos correspondía jugar en División de Honor pero alguno de los equipos renunció al ascenso y entonces el club decidió aprovechar la oportunidad pero había mucha diferencia con el resto. Casi todos en el equipo éramos de aquí y proveníamos del fútbol mientras que en otros sitios eran profesionales y además llevaban desde críos en el fútbol sala”, reflexiona.

Con la pérdida de la máxima categoría, Raúl buscó nuevos horizontes y disfrutó de casi una década de carrera profesional que le llevó, entre otros sitios a Andorra, Zaragoza y Astorga. Sin embargo a los 30 años decidió colgar las zapatillas y optó por volver a casa, dejando a un lado el deporte en el que había destacado. “La verdad es que me desligué mucho y rápidamente. Prácticamente no volví a tocar un balón y tampoco he estado metido en los diferentes proyectos que han ido saliendo por aquí. Ahora de vez en cuando voy a ver algún partido pero poco más”, reconoce.

En cualquier caso, el vitoriano aporta alguna clave que puede explicar la ausencia de un recambio del recordado Luminosos Regui dos décadas después. “El fútbol sala es muy diferente al fútbol y aquí no ha habido nunca tradición. En otras ciudades hay muchos clubes y los chavales lo practican desde pequeños. Sin contar con esa base es muy difícil que puedan salir jugadores o equipos con posibilidades y luego además está también el tema económico”, apunta. En definitiva, un panorama no demasiado esperanzador en el que el recuerdo del Luminosos Regui continúa brillando.