vitoria ? Lleva casi cuarenta años ligado al fútbol. ¿Cómo empezó todo esto?
?Como aficionado, yendo al viejo Mendizorroza con mi padre. La profesional, con el doctor Gay-Pobes, que era mi jefe en el trabajo y el médico del Alavés. Vi una forma diferente de ver el fútbol con él.
¿Cómo fue ese momento?
?Tenía una relación con el fútbol de otra manera. Había jugado a nivel aficionado, venía de ser árbitro en Pamplona y allí conocí a gente que llegó muy lejos, mucho más que yo, como Andradas Asurmendi o Ansuategui Roca. Al llegar a Vitoria a ejercer la profesión que había estudiado en Pamplona conocí al doctor Gay-Pobes y vi una forma diferente de seguir ligado al fútbol. La Federación se ofreció la opción de impartir la asignatura de Medicina en la Escuela de Entrenadores, me preparé, estudié y estuvo veinticinco años dando clase a todos los entrenadores. Valdano, Señor, Valverde, Natxo González... Todos los que se sacaron el carné en aquellos años pasaron por mis manos.
Cuarenta años dan para mucho...
?Hubo un entrenador que era un anecdotario diario que era Naya. Con él han pasado cosas que en la vida te podías imaginar que podrían pasar en un equipo de fútbol. Eran cosas graciosas y curiosas, como cuando mandó a los jugadores plantar ajos detrás de la portería o cuando después de las comidas previas a los partidos aparecía su mujer y rompía un plato para que las meigas nos protegiesen.
¿Le han dejado ejercer siempre su trabajo con libertad o ha habido alguien que creía saber más que usted?
?Casi siempre, pero también ha habido casos en los que no era así.Por ejemplo, el que he nombrado. Y, cómo no, el innombrable.
¿Qué es un médico en un equipo?
?La figura del médico ha cambiado mucho. Antes el médico era como parte del club, casi un directivo. A veces los que mandaban te querían utilizar para tutelar las conductas de los jugadores. Ahora el médico es un miembro más del cuerpo técnico, más cercano a la plantilla y menos policía.
¿Le ha tocado ser mucho policía?
?No lo he sido porque no he querido. Creo que yo no estaba para eso.
¿Pero había mucho que vigilar?
?Ha habido de todo. Lo que pasa es que las infracciones se valoran diferente si vas primero o si vas último.Los propios jugadores te lo decían. Cuando iban arriba todo el mundo les invitaba a las copas, pero cuando estaban abajo les llamaban de todo.
¿Los futbolistas son los deportistas más quejicas o los hay peores?
?Hay de todo, pero creo que no.Puede que sea partidista y profutbolista, pero los hay más quejicas. Y ahí me quedo.
¿Qué hay dentro de ese bote mágico que resucita a los jugadores que parecen muertos sobre el césped?
?Muchas veces, sobre todo una palabra de ánimo. Vas, le dices que no ha sido nada y ya está.
Médico y ¿confesor?
?Antes más que ahora. El fútbol se ha deshumanizado. Antes te contaban los problemas psicológicos, los familiares... Cuando un jugador no está bien en su familia o en su situación sentimental o es muy joven en una ciudad desconocida, eso influye en el rendimiento. Antes el médico era el confesor. Yo antes, igual por edad, ha habido jugadores que llegaban nuevos a Vitoria, que se sentían extraños y yo les he sacado de su casa, me los he llevado de potes con mi cuadrilla y alguno, incluso, ha venido a mi casa a comer en Navidad.
¿Ha habido algún momento en el que le haya entrado el miedo en el cuerpo por alguna lesión muy grave?
?La situación de Rafa García la he vivido desde la barrera, pero fue dramática. No por lo que pasó sino por lo que pudo haber pasado. Por fortuna, se ha resuelto bien. Cosas gordas no he tenido, más allá de fracturas, que son situaciones duras pero no vitales.
¿Lleva el cálculo de toda la gente a la que ha podido arreglar en estos años?
?Yo creo que miles.
¿Y destrozar a alguno?
?También. Y quien diga lo contrario miente.
Cuando un médico se vuelve paciente...
?Es malo. Yo fui paciente hace cuatro años por una intervención de cadera y fui un mal paciente. No les decía lo que tenían que hacer, pero estaba vigilante porque sabes de las complicaciones que pueden pasar. Mi mujer me decía que no sabía que era tan maniático.
¿Y los pacientes cómo son?
?Preguntas raras tengo todos los días. Y, como en cada casa, hay de todo. Hay gente educada y maleducada, una que es muy exigente, otra muy demandante y otra muy maja. De todo, pero la gente mayor es la más agradecida.Muchas veces la Medicina tiene un poco de ciencia y un mucho de humanidad. A ciertas personas mayores, unas palabras de cariño les curan más que unas pastillas.
La Sanidad, una cuestión complicada en estos momentos de crisis.
?En Vitoria gozamos de una buena Sanidad, tanto pública como privada. Es una ciudad privilegiada y otras no lo son tanto.
¿Cómo ve el panorama?
?La Sanidad ha de ser una simbiosis entre pública y privada.La primera tiene que marcar la pauta, pero la segunda ha de tener su espacio.
Época de recortes, de prescindir de personal, de dar menos servicios...
?El gran debe en la pública son las listas de espera.Pero las de verdad, no las que nos dan los datos, porque las primeras son superiores. Una lista de espera condiciona mucho, da angustia al paciente, muchas veces no saben lo que tienen y otras no le ponen solución... A nivel de diagnósticos, en Vitoria y en Euskadi somos pioneros en la mayoría de las cosas.
¿Se está recortando en exceso?
?En ocasiones hay mucho abuso, pero es tan difícil saber cuándo es abuso y cuándo no.... Muchas veces se hace un mal uso de los servicios de urgencias, se abusa de los medicamentos... Lo que pasa es que no tenemos la culpa si nos asustamos y vamos porque es una cultura que tenemos desde pequeños. Hay que tener sentido común y lo que no se puede hacer es recortar en lo básico.
Vamos a retroceder un poco. ¿Por qué se decanta por la Medicina?
?Mi fuerte en San Viator eran las matemáticas y quería ser ingeniero, pero con dieciséis años presencié un accidente de tráfico, un atropello en el que eché una mano. Eso me impactó y decidí estudiar Medicina.
Medicina, la carrera mítica por excelencia.
?Antes estaba más mitificada que ahora. La gente ahora ve más normal ser médico. ¿Qué era lo importante en los pueblos? El cura, el maestro y el médico.
Una profesión cada vez más femenina.
?Sí porque te exigen una nota muy alta y la mayoría de las buenas notas son de mujeres y tienen esa opción de elegir. Pasa lo mismo con el MIR, una vez que has hecho la carrera.
¿Qué le diría a alguien que esté acabando la carrera o a punto de empezarla?
?Que si están convencidos, adelante. Todos van a acabar trabajando. l
Nombre. Jesús Manuel Gaisán Isasmendi.
DNI. Vitoria, 4 de enero de 1953 (61 años)
Familia. Es hijo de Sátur y Felicitas. Está casado con Mariaje y tiene dos hijos, Javier y Mikel. El primero de ellos le ha hecho abuelo hace dos meses y su nieto se llama Jon.
Formación. Es médico especialista en cirugía ortopédica y traumatología. Actualmente ejerce su profesión en el Hospital San José y con anterioridad también ha estado ligado a la sanidad pública vasca y al Deportivo Alavés.
Trayectoria. Ha estado ligado al ‘Glorioso’ desde 1975, cuando se encontraba estudiando Medicina y desembarcó en el club, al que sigue ayudando, de la mano del doctor Miguel Gay-Pobes.
Una película. ‘Tiburón’.
Un actor. Ninguno en especial.
Una actriz. Hiba Abouk.
Un libro. Cualquiera de historia.
Una comida. Txuletón.
Una bebida. Gin-tonic, pero con moderación.
Un lugar para perderse. Sancti Petri, en Cádiz.
Una virtud. Honestidad.
Un defecto. Cabezonería.
Un vicio. Fútbol.
Otro deporte. Ciclismo.
Una ciudad para vivir. Vitoria.
Un grupo de música.
Mikel Laboa.
Una canción. Muchas.
Un viaje por hacer. Nueva York.
Le gustaría aprender... Nada
en concreto.
Un programa de la tele.
Cualquiera de fútbol.
Un nombre de mujer. Mariaje,
el de mi mujer.
Un nombre de hombre. Jon,
el de mi nieto.
Un color. Azul.
Un deportista. Messi.
Una pasión. Va a ser repetitivo, pero el fútbol.
Un error. Ser siempre
demasiado confiado.
Un sueño por cumplir. Siempre he dicho que ir al Polo Norte.
El mejor día de su vida. El
día que conocí a mi mujer.
Un momento para recordar. Los nacimientos de mis hijos y mi nieto.