en 1947 Francia se afanaba en cerrar las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial. El general Bergé, que en los últimos años lo había visto todo en cuanto a muerte y destrucción se refiere, mantenía el gesto serio en el frontón de Sare, donde ese día se concedía la Legión de Honor a título póstumo a Victor Iturria. Por su cabeza pasaban los recuerdos de un soldado que llegó a sus manos siete años antes en Inglaterra, donde fundó la primera compañía de infantería del aire de la Francia Libre. En su honor, tres años después de que una ráfaga de ametralladora acabara con la vida de Iturria en una emboscada, se erigía una escultura que reflejaba su virtud como lanzador de granadas, algo que adquirió como consecuencia de un brazo de pelotari forjado en los frontones.
Iturria, que cumpliría ahora cien años, nació en el caserío Bordaberria de Basusarri, pero su familia pronto se trasladó a Sare. Allí, junto a sus hermanos, se crió con una intensa devoción religiosa, pero también dando rienda suelta a su vocación como pelotari. Iturria llegó a ganar prestigiosos campeonatos gracias a una derecha con carácter. Ya en su juventud, se trasladó a París para vivir con su hermana y trabajar como cocinero. Pero llegó la guerra y Victor no dudó en alistarse para hacer frente al ejército nazi.
De buenas a primeras Iturria se convirtió en un héroe de guerra. Él solo, con su habilidad como lanzador de granadas, destruyó siete tanques alemanes en un solo día. La hazaña no pasó desapercibida y enseguida fue catalogado como un soldado excepcional. Pero eso no evitó que sufriera graves lesiones que requiriesen que fuese evacuado a Inglaterra para reponerse totalmente. Fue allí donde coincidió con Bergé y pasó a ser uno de los treinta hombres que formaron la primera sección de paracaidistas de la Francia Libre.
Junto al Servicio Aéreo Especial (SAS) del ejército británico, fue enviado al frente de Oriente Medio, donde los paracaidistas franceses tuvieron un papel vital, especialmente en la batalla del Canal de Suez. Victor Iturria se convirtió en el líder moral de aquella unidad. Su coraje excepcional se asomaba a la temeridad, pero sus saltos en paracaídas a escasos metros de las líneas alemanas y su gran sentido de la orientación en el campo de batalla eran de gran utilidad para la posterior llegada del resto del ejército. El trabajo de su unidad sería alabado por el propio general Eisenhower en sus memorias.
El carácter del pelotari no solo le sirvió para tener fuertes discusiones con Bergé en plena trinchera, sino también para ser condecorado en Argel en 1943 por el general Giraud, o para recibir, además de la Legión de Honor a título póstumo, la Cruz de la Liberación, la Cruz de la Guerra, la Medalla de la Resistencia, la Medalla Militar y la Cruz Militar, una alta condecoración británica.
Tras su trabajo en Oriente Medio Iturria regresó a Inglaterra, donde fue ascendido y pasó a ser instructor de los paracaidistas. Allí siguió siendo tratado como un referente de las tropas francesas. Tanto es así, que el 14 de julio de 1943, en el desfile que se organizó por las calles de Londres para celebrar el día de la patria francesa, Iturria fue el encargado de portar la bandera por delante de sus compañeros.
admirado por Churchill Todavía en Gran Bretaña, antes de volver a sus misiones en suelo francés, tuvo tiempo de dejar boquiabierto a Winston Churchill. El primer ministro británico quiso ver con sus propios ojos cómo era aquel lanzador de granadas del que tanto se hablaba. Victor Iturria no tuvo reparos en realizar una demostración. Colocó en el suelo una boina y, desde 50 metros, acertó a meter dentro una granada.
Iturria y sus hombres fueron la primera unidad de la Francia Libre que luchó en suelo patrio contra los alemanes, pero todo se truncó el 25 de agosto de 1944, cuando fue acribillado en Blain. Es por eso que no solo Bergé le rindió honores en Sare. Todavía hoy en día el ejército francés recuerda a Victor Iturria como una de las figuras de especial relevancia de su historia. Una prueba de ello es que el 15 de abril de 2015 su nombre será tomado por la promoción de la escuela nacional de Saint-Maixent. Honraran así al soldado que lanzaba las granadas más lejos que nadie, al destructor de tanques nazis, al valiente paracaidista que perdió la vida antes de llegar a los treinta... al pelotari que encontró en su brazo la mejor arma para luchar contra la cruz gamada.