Vitoria - En julio de 2010 su camiseta llegó a ser pasto de las llamas en hogueras improvisadas en las calles de Cleveland por parte de una afición despechada que veía cómo el ídolo local, el purasangre de Akron, renunciaba a luchar contra la maldición de una ciudad huérfana de títulos en las grandes Ligas americanas desde que los Browns conquistaran el título de la NFL en 1964. Aquella frase pronunciada en directo ante las cámaras de ESPN -“Me llevo mi talento a South Florida”- penetró como una puñalada en el corazón de todo el Estado de Ohio mientras LeBron James, King James, cabalgaba hacia Miami para ganar dos títulos y disputar otras tantas finales. Cuatro años después, en agosto de 2014, volvió a haber fuego en el Estado del Castaño. En este caso, fuegos artificiales y 25.000 personas en el campo de fútbol americano de la Universidad de Akron para recibir al hijo pródigo que semanas antes, en una carta remitida a Sports Illustrated, volvió a convulsionar toda la NBA con un simple encabezado de tres palabras: “I’m coming home”. Y así, El Rey, rodeado de nuevos caballeros y regresando a su castillo original, se lanzará desde el martes al asalto del trono de la NBA, el dorado altar del que el pasado curso fue descabalgado por esa perfecta máquina de fabricar baloncesto de alta escuela que son los San Antonio Spurs.

Salvo que alguna otra franquicia ofrezca argumentos sólidos para inmiscuirse en el campo de batalla, todo apunta a un nuevo duelo entre la franquicia texana y la tropa encabezada por James en pos del anillo -según una encuesta de la NBA, el 46,2% de los general managers de la Liga apuesta por un back to back de los Spurs, el 15,4% confía en los Cavaliers y los Chicago Bulls encabezan la tercera vía con un 11,5%. Tal fue la exhibición de San Antonio en las últimas finales, con un juego repleto de inteligencia, un aprovechamiento de los espacios excelso y una circulación de balón pocas veces vista, que poco importa que su columna vertebral, los Tim Duncan, Manu Ginobili y Tony Parker, vaya a arrancar el curso con 38, 37 y 32 años respectivamente. La pizarra de Gregg Popovych ha diseñado un equipo con escasísimas fisuras, capaz de ganar cinco títulos en los últimos 15 años con el colectivo como argumento principal y en el que la colosal irrupción del alero Kawhi Leonard -el pasado curso se convirtió en el MVP más joven de la finales desde Magic Johnson- ha inoculado chispa y capacidad atlética en ambas canastas. Solo las posibles lesiones de sus jugadores veteranos parecen poder apartar a los Spurs de luchar por el título un año más representando a la Conferencia Oeste.

Y por el Este asoma la tropa de LeBron, que ha destrozado el Big Three que formaba en Miami junto a Dwyane Wade y Chris Bosh para componer otro incluso más potente en Cleveland junto al excelente y joven base Kyrie Irving, MVP del último Mundial, y el multidisciplinar pívot Kevin Love, una fiera en la lucha en pos del rebote, una muñeca privilegiada a la hora de lanzar triples pero algo difuso en la parcela defensiva. Con Dion Waiters y Anderson Varejao completando un quinteto inicial de lujo, Shawn Marion, Tristan Thompson y Mike Miller como principales hombres de refresco y la pizarra de David Blatt -el técnico de Boston debuta en el banquillo tras una amplia experiencia en Europa coronada con el último título de Euroliga con el Maccabi-, Cleveland cuenta con los ingredientes suficientes para llegar muy lejos, pero tantos cambios estructurales necesitarán tiempo para que la receta cuaje.

Por el momento, James, quizás para confundir a los focos, ya ha señalado que, en su opinión, son los Chicago Bulls los que parten con ventaja en el Este. En la franquicia de Illinois, reforzada con Pau Gasol, Nikola Mirotic y el ultraanotador universitario Doug McDermott, el éxito o el fracaso dependerá en gran medida de Derrick Rose, que por lo visto en la pretemporada parece haber dejado atrás las dos gravísimas lesiones de rodilla que apenas le han permitido jugar los tres últimos cursos y se ha parecido a aquel gran base que fue distinguido como MVP del curso 2010/11. Entre el resto de franquicias se hace difícil hallar candidatos con argumentos. Oklahoma City no podrá contar durante casi dos meses con Kevin Durant, Indiana ha perdido para todo el curso a Paul George y la bandera de la esperanza la enarbolan los Clippers, profundos, atléticos y bien armados en la pintura, y los Golden State Warriors de los francotiradores Stephen Curry y Klay Thompson.