Vitoria - Desde el origen de los tiempos el afán de superación ha sido siempre consustancial al ser humano, sin embargo existen determinadas fronteras, casi por pura física, imposibles de superar. O tal vez no. Los 42.195 metros que conforman un maratón, sin duda la distancia más dura del universo atlético, llevan ya un tiempo desafiando al hombre con límites aparentemente imposibles de traspasar. Desafíos que incitan el debate de la superación pero que chocan de lleno con la realidad finita de las personas. En este contexto, y después del nuevo récord del mundo que el pasado domingo batió el keniata Dennis Kimetto en Berlín (02.02.57), la barrera de las dos horas ha vuelto a poner al hombre en el precipicio: ¿Será capaz algún día de completar esta distancia en ese tiempo? Utopía y realidad a partes iguales. Se antojaría necesario, barruntan algunos, la llamada “carrera perfecta”, esto es, buen clima, buen circuito y buenos compañeros de viaje, llámese liebres. Para otros, el techo es utópico y se está llegando al tope. El debate, por tanto, está servido. Y para tratar de aclarar algunas cuestiones en el horizonte, DNA ha consultado la opinión de tres atletas vitorianos con amplia experiencia y un fisiólogo -antiguo corredor de élite también- que ha trabajado codo con codo con los atletas kenianos, los verdaderos culpables de reventar cada día lo que ayer parecían récords imposibles. Jordan Santos, recién incorporado al cuadro de profesores de la UPV tras tres años investigando las posibles causas de la incontestable supremacía de los escarabajos, aporta algo de luz al respecto. “A estas alturas parece evidente que se trata de una cuestión multifactorial que incluye aspectos genéticos, ambientales, fisiológicos, mentales... que lleva a que las condiciones ideales para el atletismo se presenten con mucha más frecuencia en personas nacidas en esa zona. Y a partir de esa densidad, el trabajo específico para buscar estos talentos, el entrenamiento y la competencia directa entre ellos conduce a que se produzcan las marcas estratosféricas”, apunta.

No obstante, el científico alavés no cree que esta situación actual pueda mantenerse durante mucho tiempo. “Normalmente la evolución de los récords siempre presenta la misma curva. Durante unos años se mejoran muchas veces y por un gran margen pero llega un punto en que ese ritmo se ralentiza. Ya no se baten con tanta frecuencia y cuando se logra es por una diferencia mucho más pequeña. En mi opinión, creo que estamos entrando en ese punto”, vaticina.

Sin embargo, Santos está convencido de que la plusmarca establecida por Kimetto no durará demasiado -“hay un ramillete de atletas muy buenos (el propio Dennis, Kipsang, Mutai, Mo Farah...) que están en condiciones de bajar esa marca no tardando demasiado”-. Ahora bien, duda mucho de que se pueda romper la barrera de las dos horas. Al menos, antes de que transcurran tres o cuatro décadas. “Si se mantuviera la progresión de los últimos años, en los que el promedio de mejora ronda los 25 segundos, estaríamos hablando de llegar a ese límite en el 2026 pero para mi es algo imposible. Si se consigue, que no lo tengo claro, no será antes de 2050”, reflexiona. Eso sí, augura que el dominio africano -especialmente keniata- se mantendrá mucho tiempo. “Antes los grandes atletas estaban en la pista pero en los últimos años han dado el salto al maratón y, mientras siga habiendo dinero ahí, van a seguir dominándolo porque para ellos el atletismo es un medio para acceder a un estatus económico elevado en su país”, incide.

Iván Fernández Para el atleta alavés, probablemente el más prometedor del momento -seis veces campeón de Euskadi de cross de forma consecutiva y subcampeón de España en los 5.000 metros, entre otros-, el récord de Kimetto fue “sencillamente una barbaridad”, si bien sospecha al igual que Santos que la espectacular marca no tardará mucho en caer teniendo en cuenta que a su mismo nivel “hay ahora otros cinco o seis maratonianos”, explica. Siendo posible, por tanto, que el crono baje de las dos horas, dos minutos y 57 segundos, no ve tan probable Iván Fernández que el ser humano haga lo propio bajando de las dos horas. “Creo que es algo prácticamente imposible. Se arañará algo a la última marca, que podría quedar en dos horas, un minuto y 30 segundos, pero no va a ocurrir con tanta asiduidad”. Ensimismado aún con el portento físico que el domingo desplegó el atleta africano por las calles de Berlín -un circuito, por cierto, llano donde las condiciones climatológicas llevan siendo las mejores para competir en los últimos tres años-, Fernández reconoce que la distancia atlética entre ambos continentes, a día de hoy, “continúa siendo sideral”. Y aporta un dato revelador como ejemplo. “Mi mejor marca en una media maratón fue 01:03:12, en Donosti, y Kimetto la mejoró ampliamente tanto en el primer tramo como en el segundo, donde corrió en 01:01:12, es decir, cinco segundos más rápido que yo por kilómetro. ¿Y eso como se llama?, pues una brutalidad”, ilustra la joven promesa.

Parecida intepretación de la carrera de Kimetto es la que hace Carlos Sebastián, mediofondista local marcado por las lesiones -ha sido intervenido en casi treinta ocasiones- y la superación, que califica el comportamiento del keniata como una “absoluta barbaridad”. Y para hacerse una idea de la rotundidad africana, también este atleta recurre a un ejemplo un tanto doméstico para calibrar el nivel de esfuerzo necesario. “Pongámonos a dar una vuelta en El Prado al máximo nivel de cada uno y tratemos de extrapolar ese mismo ritmo durante 42 kilómetros. ¿Justos íbamos a andar, no?”, ironiza Sebastián. ¿Y bajar de las dos horas?, se le pregunta. A ese respecto y quizá por su carácter combativo, Sebastián se inclina a pensar que sí -“las marcas están por venir”, defiende-, ya que las condiciones y los entrenamientos africanos nada tienen que ver ya con los del pasado. “Para correr rápido hay que entrenar muy rápido, y allí hace tiempo que les han enseñado a correr y sobre todo a entrenar”.

Fiz: “es casi imposible” Si hay alguien que conoce esta realidad porque la vivió en su día como profesional y hoy lo sigue haciendo como amateur es Martín Fiz, campeón de Europa de maratón en Helsinki (1994) y del Mundo en Gotteborg (1995) con sendas marcas que nada tienen que ver con la que protagonizó Kimetto en Berlín. “A mí me sacan cinco minutos y puede que más porque ese récord va a volver a caer”, pronostica el vitoriano. “No será ya por mucho tiempo ni durante un periodo largo porque estamos llegando a un límite que parece difícil de superar, pero esa camada de compañeros de Kimetto, que son unos cuantos, está muy capacitada para romper el registro de Berlín”. Otro cantar bien distinto será bajar de las dos horas, un escenario “casi imposible de ejecutar” a pesar de que la evolución de la raza humana en este campo ha sido espectacular en los últimos años. Así y todo, Martín Fiz deja abierta una puerta para los amantes de la épica. “Nuestra generación es casi seguro que no veamos bajar de las dos horas en un maratón pero quizá nuestros nietos, si se dan todas las condiciones, puede que sean testigos de algo tan increíble”. De momento, la siguiente estación se detendrá el 12 de octubre en el Maratón de Chicago, que celebra su edición número 37. Puede que entre rascacielos y canales comience a gestarse la leyenda.