vitoria - No solo Baskonia tiene problemas en Vitoria para sobrevivir, en este caso en la elite, dentro del baloncesto profesional. En lo más profundo de la pirámide, donde el foco público apenas alcanza, hace ya años que muchos clubes de basket en Álava se aferran a la vida como pueden. Sortean mil y una trabas de todos los colores, aporrean las puertas que sean precisas hasta que los nudillos no dan más de sí, se venden políticamente, porque no les queda otro remedio, al mejor postor, e incluso toleran, antes de estallar, se supone, los engaños y las promesas incumplidas a las que a menudo se ven sometidos por parte de los políticos. Pero todo tiene un fin, un porqué. Que no es otro que el de consolidar, temporada tras temporada, la satisfacción por un proyecto de base del que normalmente dependen muchísimos jugadores y familias.
Como si de un bucle se tratara, este protocolo de actuación se ha venido repitiendo de manera sistemática en los últimos años hasta que estalló la crisis, que todo lo cambió. Si antes el despilfarro, bien entendido, generaba excesos y animaba proyectos con pies de barro, el cataclismo alteró las cosas. Los patrocinadores desaparecieron de la noche al día y el grifo público en forma de ayudas se atajó de cuajo y con él las ilusiones de miles de deportistas vitorianos, que han quedado abandonados casi a su suerte a la espera de un milagro que rara vez suele aparecer.
El ejemplo del baloncesto de base en Álava es sintomático de esta realidad, y tres clubes históricos como el Araski (femenino), el Araberri o el UPV/EHU Campus de Álava, que cobijan bajo sus diferentes estructuras a cerca de 400 jugadores, dan fe de que la hemorragia deportiva parece no tener fin.
En el momento donde los clubes comienzan a perfilar sus proyectos para la próxima temporada, alguno ya ha anunciado lamentablemente que no podrá salir a escena. Es el caso de un clásico como el UPV/EHU Campus de Álava, dos décadas ligado al baloncesto local y desde hace tres compitiendo contra todo pronóstico en Liga EBA. A través de una escueta nota, sus responsables anunciaban esta semana con dolor que el equipo desaparece por falta de medios económicos, lo que de facto supone que el campus se queda sin su único equipo masculino federado al resultar “inviable”, a su juicio, la continuidad de este proyecto de formación para jugadores de Vitoria y becados del club Saski Baskonia. “Lamentablemente”, explica Sergio Vegas, uno de sus entrenadores, “la desaparición de conjuntos universitarios está siendo tan habitual como equivocada, dado que la formación deportiva y personal está cargada de valores que el profesionalismo muchas veces no tiene”. A su juicio, añade el técnico, quizá el despilfarro público del pasado sea el precio que ahora está pagando el deporte de base, especialmente el baloncesto, “que nunca ha sido apoyado como debería”.
el araski de lf2, al límite Consumada la desaparición del conjunto universitario no se descarta que otros equipos alaveses de categoría nacional y autonómica sigan el mismo camino ante la imposibilidad de soportar económicamente los presupuestos necesarios para competir con unas mínimas garantías También el Araski, la referencia en el basket femenino local, se encuentra en la misma encrucijada tras la renuncia del Vicerrectorado del Campus de Alava, que deja el proyecto comandado por Livia López muy tocado, especialmente su equipo de referencia, el de Liga Femenina 2, que la pasada temporada, la de su debut en la categoría, logró una meritoria permanencia ante conjuntos muchísimo más poderosos que el alavés, que ahora mismo disputa otro partido bien diferente. Y es que si el club no paga la cuota -algo más de 2.000 euros- y el aval correspondiente -13.500 euros- que exige la Federación Española de Baloncesto antes del próximo 4 de julio a las 13.00 horas, la chicas de Madelén Urieta deberán olvidarse de la plaza que dos años atrás se ganaron en las canchas.
Los contratiempos, no obstante, no quedan ahí. Y es que bajo el manto de la UPV, el proyecto Araski también se beneficiaba del uso de una serie de instalaciones privadas y municipales que ahora mismo no podrían ser contempladas para la próxima temporada. Siendo esto así, los rectores del club entienden que el agujero de partida con el que arrancarían el nuevo curso ascendería a unos 30.000 euros. En este escenario de gravedad, y siendo conscientes de que las aportaciones privadas a estas alturas son ya improbables, la entidad vitoriana aún confía en salvar in extremis algunos de estos aspectos que no supongan un quebranto para la Universidad, pero sí aliviarían la delicada situación del club, que ha pedido el esfuerzo de un año al Vicerrectorado que dirige Javier Garaizar para ganar tiempo y ser capaz de encontrar en este periodo los recursos necesarios para el año que viene y prescindir de su apoyo.
Este desesperado mensaje de auxilio también ha sido cursado a las instituciones locales, a las que se pide esta vez ayuda en forma de avales o instalaciones para evitar el “descalabro” de un proyecto consolidado que en estos momentos tutela 15 equipos de base, 165 jugadoras y 20 entrenadores. De la Diputación, Gobierno Vasco y Ayuntamiento, que siempre han apoyado esta iniciativa (con cantidades desiguales, eso sí, sobre todo las de ámbito municipal), se espera estos días un gesto de buena voluntad que evite la desaparición del equipo femenino de referencia, un mazazo en toda regla que afectaría de lleno al resto de equipos hermanos. Conjuntos amateurs, por cierto, que ya la próxima temporada deberán asumir la subida de las cuotas que ha impuesto el club para poder jugar cada fin de semana.
el ultimátum del araberri El último ejemplo del precipicio lo representa el Araberri, otro histórico con una estructura consolidada a partir de nueve equipos, 200 jugadores, una veintena de técnicos y un primer equipo en LEB Plata -la tercera división más importante del basket nacional- que ahora mismo no podrá competir en dicha categoría la próxima temporada. Huelga decir que motivos económicos vuelven a converger en el fondo del problema, a pesar de que el equipo, año tras año, compite de tú a tú con los más grandes. Sin embargo, después de recortes públicos de hasta el 75%, gastos a fondo perdido como los 20.000 euros que exige la FEB para poder inscribirse y, sobre todo, la desaparición progresiva de los patrocinadores principales, la desaparición del primer equipo será una realidad si no aparece un mecenas que aporte 40.000 brutos antes del 25 de julio. “No podemos esperar más y aguantar hasta el final como el año pasado. Necesitamos una seguridad antes de inscribirnos y si no, pues tendremos lamentablemente que prescindir del equipo”, asume con resignación su presidente, Oscar Vázquez, que recalca no obstante que el resto de la estructura del club seguirá vigente “sí o sí”.
Araberri, Araski y UPV/EHU Campus de Álava, tres ejemplos cercanos para una misma realidad, la del sufrimiento del deporte amateur, casi siempre en el limbo que separa el deporte escolar y el profesional. Un incómodo invitado para las instituciones públicas que acostumbra a pagar los platos rotos de una tarta económica, a juicio de todos ellos, “muy mal repartida”. Pero así está montado el tinglado, exigiendo a estas alturas una economía de guerra en cada club que ya no da más de sí. Por tanto, llegados a este punto, se antoja imprescindible que Diputación y Gobierno Vasco, sobre todo, lleven a cabo una profunda reflexión que cambie el modelo y ejecute un reparto más justo de las ayudas. Aunque la dejadez o falta de sensibilidad en algunos casos ya se ha cobrado algunas víctimas, aún existe una gran comunidad deportiva que se merece, al menos, el beneficio de la duda.