En la base de entrenamientos utilizada la semana pasada por la selección de Chile en Belo Horizonte, entre las decenas de periodistas desplazados para cubrir su día a día, llamaba la atención la presencia de Claes Johan Anderberg, periodista del canal TV4 de Suecia. Su misión se centraba sobre todo en seguir los pasos de un jugador del combinado de Jorge Sampaoli: Miiko Albornoz, prometedor lateral del Malmoe de 23 años con un curioso pasado. Nacido en Estocolmo e hijo de padre chileno y madre finlandesa, Albornoz fue un habitual de las categorías inferiores de Suecia y fue convocado el pasado diciembre por primera vez para la absoluta, pero rechazó la llamada en pos de cumplir su sueño de disputar un Mundial. Sabía que Sampaoli le seguía de cerca y su debut con Chile se concretó el pasado mes de enero ante Costa Rica, marcando además el primer gol en un duelo que acabó con un contundente 4-0.
Su capacidad de expresión en castellano es todavía muy limitada y es por ello por lo que las respuestas más largas y argumentadas de sus comparecencias públicas suelen ser ante las preguntas en sueco de Anderberg, mientras que con los medios chilenos es bastante más escueto. En esas ruedas de prensa le suele acompañar su compañero Mauricio Pinilla, que además de traducirle al inglés todo lo que no entiende en castellano confirma, divertido, que el jugador ha caído de pie en el grupo: "No ha sido necesario integrarle porque tiene un carisma especial, es un muchacho muy simpático que no tiene problemas a la hora de meterse en las conversaciones del grupo... y si le cuesta expresarse en español le sacamos las palabras a base de palmadas".
En lo deportivo, los últimos meses han sido excelentes para un jugador que ha ganado la última Liga con el Malmoe, ha sido elegido mejor defensa de la Liga sueca, ve cumplido su sueño de disputar un Mundial y ha comprobado que su nombre empieza a estar escrito en mayúsculas en las agendas de varios clubes italianos e ingleses, pero 2013 fue más que convulso en lo personal. El 8 de enero de ese año se hizo oficial que Albornoz, que por aquel entonces tenía 21 años, había sido acusado de estupro por haber mantenido dos meses atrás relaciones sexuales con una joven de 14 -la edad mínima permitida, según la legislación sueca, es 15-. Fue entonces cuando se supo que el jugador había sido detenido el 17 de noviembre y que había pasado tres noches en los calabozos de la comisaría de Davidshallstorg. Durante los interrogatorios llevados a cabo, el jugador confesó los hechos, pero aseguró que el sexo fue consentido, algo que posteriormente confirmó la chica. De todas formas, el defensa, que fue apartado del equipo provisionalmente por su club, tuvo que someterse a juicio y se enfrentó a una pena que podía ascender a cuatro años de cárcel.
Crecimiento La sentencia se conoció finalmente el 12 de febrero y Albornoz fue condenado finalmente a dos años de libertad condicional y al pago de una multa. El Malmoe y el jugador acordaron prolongar su ausencia de los terrenos de juego durante dos meses más -sin embargo, se le permitió entrenar junto al resto de sus compañeros- y no pudo regresar a los partidos oficiales hasta abril. Tras volver a la actividad, tuvo que enfrentarse a insultos y cánticos en su contra por parte de las aficiones rivales. Desde los medios de comunicación también se censuró su gravísima falta, pero Miiko supo aislarse del entorno para rendir a un nivel más que notable.
Albornoz nunca ha escondido las raíces del país desde el que su padre, Manuel, trabajador social, emigró a Suecia en la década de los 80 en busca de un mejor porvenir laboral. "Tengo lazos muy fuertes con Chile porque mi familia viene de allí. De hecho, hace poco estuve allá con muchísimos familiares para celebrar la Navidad y me sentí muy bien", recordaba recientemente en la prensa de su país. Pese a que toda su formación futbolística se desarrolló en Suecia -ingresó a los cuatro años de edad en las categorías inferiores del IF Brommapojkarna, club en el que permaneció hasta 2011, con el que debutó en la Segunda División sueca cuando contaba con 17 años y en el que sigue jugando su hermano mayor, Mauricio-, decidió no dejar pasar la oportunidad de acudir a una cita mundialista y, por consiguiente, apostó por dar el sí al combinado sudamericano: "Es bueno para mí y para mi desarrollo como futbolista. También me atrajo la clara oportunidad de estar en esta cita de Brasil. Es un sueño convertido en realidad".