Vitoria - Aunque habrá tiempo para analizar el devenir de la actual plantilla del Alavés, de lo que existen pocas dudas es de que uno de sus jugadores, en concreto el número doce, continuará sí o sí al frente del proyecto albiazul la próxima temporada. Será una suerte de renovación automática ganada a pulso tras una calamitosa campaña donde el citado protagonista nunca perdió la ilusión, ni la creencia ni la fe. Culpa suya, de la incansable hinchada albiazul se sobreentiende fue esa repetitiva estrofa que apela al carácter guerrero del equipo y que advierte al contrario en cada duelo a muerte: "El Glorioso nunca se rinde". Su actuación en Jaén o semanas antes en Ponferrada, Eibar o en Mendizorroza ante el Numancia (más de 14.000 alavesistas alentaron ese día al equipo), no hace sino confirmar una constatación de la que antes incluso de que arrancara la temporada, había pocas dudas. Y es que la gloriosa hinchada albiazul es, de largo, el activo más valioso del club, el patrimonio que una vez más deberá mimar la directiva del Alavés si el año que viene quiere volver a contar con el inestimable apoyo del único jugador que nunca falla.