Vitoria - Es uno de los contados jugadores vitorianos que puede presumir, junto a su hermano Martín, de haber jugado con el Baskonia en la élite. Conoció como pocos la dureza de Dusko Ivanovic, un técnico del que habla maravillas pese a pasarlas canutas con él en los entrenos.

Así que es gestor de clientes. ¿Por qué?

-Acabé estudiando Empresariales. Surgió la posibilidad de hacer unas prácticas con la Caja Vital antigua y me cogieron. Mi carrera profesional se ha reducido a esto. Es algo que aprendí con esas prácticas. Estuve en Caja Laboral como eventual, luego un mes en Bankoa hasta que llamaron de Ipar Kutxa, que se fusionó con la Laboral. Desde el 2013, trabajo ahí.

¿Ofendido si le digo que las cajas de ahorros y los bancos nos han llevado a esta crisis?

-Un poco sí. Parte de culpa sí tienen, al menos algunos, pero ofende que se generalice.

¿Le parece, por ejemplo, ético que la cúpula de Caixa Penedès crea "discriminatorio" no prejubilarse con 31 millones de euros?

-Entiendo la indignación de la gente cuando ven que altos directivos se han llevado con su jubilación tanto dinero de los clientes. Si les han engañado vendiéndoles preferentes, que luego se dé grandes indemnizaciones a directivos que han permitido la venta de esos productos es vergonzoso. Pero no se puede generalizar. Dentro de esos casos de ventas de productos, no creo que se haya hecho una mala praxis. Habrá ciertos casos que sí y otros que no. No porque uno lo haya hecho, será algo habitual en todas las entidades.

Con la que está cayendo, ¿le cuesta hoy en día más de lo habitual captar clientes?

-Está más complicado y es difícil. Estamos con el grifo más cerrado. Con lo que ha pasado, todos tenemos que aprender a no despilfarrar. El cliente o el consumidor está empezando a atarse el cinturón, mientras que las entidades ya no conceden tantos préstamos así como así. Por lo que dicen los grandes entendidos, que no sé si lo son o no, debería volver a existir un mercado alto de préstamos. No entiendo mucho de macroeconomía, pero imagino que tampoco será fácil para los bancos soltar dinero.

Usted que fue dirigido en el Baskonia por un sargento de hierro, ¿cree que también hay directivos 'tipo Ivanovic' en las cajas?

-No he conocido (risas). Hombre, el jefe es el jefe y quien manda. Aquí hay más diálogo, flexibilidad, pero bueno... Cuando acaba el mes, has tenido que cumplir tus objetivos. Si no, te llaman al orden, por supuesto.

Siguiendo con el preparador montenegrino, ¿harían falta más gente como Ivanovic para encauzar este país?

-No lo sé. Quizá, en algunos aspectos habría que ser más estrictos, aunque no sabría decir en cuáles. Alguna persona como Dusko, que era tan detallista y exigente a la hora de hacer bien el trabajo, y tampoco hacía las cosas con trampas, probablemente ayudaría.

Una pretemporada bajo sus órdenes debía ser algo terrible. ¿Era para tanto o es una leyenda negra sin fundamento?

-Por descontado que iba con agujetas a casa, pero con Dusko o cualquier otro entrenador. Si te podías mover al llegar a casa, era que no habías trabajado lo suficiente. Su exigencia no era tanta a nivel físico, sino mental. Él corría mucho riesgo con eso porque con esa filosofía ponía en riesgo la integridad física del jugador. De hecho, aparecían lesiones a menudo. Nos preparaba para lo peor y para competir en las situaciones más adversas. Creo que lo logró. Claro que era duro, pero para ganar había que ser así. Y más en un equipo como el Baskonia que ha luchado contra grandes presupuestos y alcanzó metas que nadie podía haber imaginado.

Entrena a niños en Corazonistas. ¿Saca el látigo o aboga por el diálogo?

-Con ellos, hay que tener más psicología. No son personas maduras que puedan comprender muchas cosas. Además, no me pagan por ello. Hay entra una mano izquierda. Cuando una persona se compromete a hacer un deporte, ya sea por dinero o por hobbie, también tiene que cumplir. Entonces, hay que exigir que trabaje. Básicamente les insto a que sean responsables y respetuosos con el resto.

Coincidió en el Baskonia con grandes estrellas. ¿Quién era el más dicharachero?

-El Chapu, sin duda.

¿Y el más juerguista?

-Todos un poco, incluido yo. No lo voy a negar porque seguro que me han visto por ahí. Tampoco podíamos salir mucho. Hay gente que se alarma por ello sin razón. Nosotros teníamos muy pocos días libres. Había un reglamento interno que dictaba lo que se podía hacer en tu día libre y lo que no. Éramos jugadores de entre 20 y 25 años. A lo sumo, estaba Kornel con 27. Con esa edad, si mañana te dicen que no vengas a entrenar y vuelvas el jueves, ¿qué haces? Era lógico que nos evadiéramos un poco, siempre dentro de unos límites. A los argentinos les gustaba salir, a mí también... Luego, había otros con familia que no podían pasarse de la raya.

Dicen las malas lenguas que el gimnasio del Buesa Arena se pagó con las multas a la plantilla. ¿Puso usted su granito de arena?

-Eso lo desconozco, pero alguna sí me cayó. No sé lo que hicieron luego con ese dinero. Si les dio para hacerse un gimnasio, me parece bien que le sacaran partido para que los jugadores actuales puedan estar mejor físicamente.

Usted es vitoriano y jugó en el Baskonia. Un milagro, ¿verdad?

-Es difícil porque tenemos un equipo de muy alto nivel. Y para jugar en esa categoría hay que ser realmente bueno. Es casi imposible que aquí salgan muchos jugadores de nivel. En Barcelona, que hay cuatro millones de habitantes, están Navarro, los hermanos Gasol y poco más. Cada año no salen tres de la cantera para militar en el primer equipo. Para llegar al Baskonia, no vale cualquiera. Encima, la filosofía del club es encontrar al jugador en otro lado. Ojalá hubiera más vitorianos. Estoy seguro de que Josean sería el primero en fichar a un gasteiztarra si se percata de que va a ser como Luis Scola.

Por cierto, ¿se está planteando comprar alguna acción del Baskonia?

-Lo he pensado. Cuando salga, lo veré. El rumor es que te van a dar un vale de 350 euros para comprar en Eroski. Vamos a comprobar primero cómo es eso porque, si me dan ese dinero en productos, al final sales ganando. Me da que ahí habrá algo o que todavía no nos han contado toda la verdad, pero me lo he planteado. Intentaremos ayudar, ¿por qué no?

En 2004 le diagnosticaron un problema cardíaco que le obligó a dejar el baloncesto. ¿Se le cayó el mundo encima?

-Firmé con un equipo de LEB Plata de Alcudia, a 30 kilómetros de Mallorca. En el reconocimiento previo, me dijeron que sufría un fallo en el corazón y que, bajo la prescripción de los médicos, no podía concretarse el fichaje. Se me vino el mundo encima. Tenía muchas esperanzas en aquella temporada y era un proyecto que me ilusionaba. Cuando volví a Vitoria, me pregunté: ¿Qué hago ahora? Llevaba tres años jugando a nivel profesional y no sabía qué hacer.

¿Por qué no se lo detectaron en el Baskonia?

-En aquella época, no se exigían reconocimientos médicos de ese nivel como un ecocardiograma, que es donde se aprecia ese tema. No lo vieron. A raíz de otros casos que hubo en aquella época, ahora sé de buena fuente que ya hacen estas pruebas y digamos que una revisión más completa. A veces, tienen que pasar estas cosas para que uno evolucione.

Cuando vio episodios como los de Jarque o Puerta, ¿le entró algún sudor frío?

-Siempre pienso que me podía haber tocado a mi. Cuando ocurren esas cosas, pienso que tuve mucha suerte. En su momento lo pasé mal, pero mirándolo fríamente fui un afortunado. Ver morir a alguien practicando su deporte te pone los pelos de punta. Me da rabia porque, a lo mejor, los intereses económicos de los grandes deportistas que ganan tanto dinero les hacen no parar. Los clubes tampoco les frenan. En mi caso, un médico me dijo que no podía seguir y lo acaté sin dar más vueltas. Mucho más cuando el cardiólogo de Vitoria me aconsejó lo mismo. Con dos opiniones médicas, lo tuve claro. Mi familia y mis amigos me recomendaron que acabara la carrera y ya está.

¿Le condiciona ahora para hacer deporte?

-No. Mi problema en el corazón era para rendir a nivel profesional y entrenar mañana y tarde. No tengo ningún miedo para salir a correr un rato o echar una pachanga con los amigos. El problema es que no tengo mucho tiempo. Entre que entreno tres días a la semana y tengo un hijo de 11 meses, se me pasan las horas volando. Por vagancia y herencia, es cierto que hace tiempo que no hago nada. De vez en cuando me animo con algún compañero de trabajo o con los amigos, pero al día siguiente lo pago caro.

Gasta con su hijo muchas calorías, ¿no?

-Sí, la verdad es que él me ayuda a hacer ejercicio. Y, además, mucho. ¿Cómo es de grande? Tiene 11 meses y está en el percentil más alto.

Su abuelo y su padre fueron jugadores de baloncesto. ¿Seguirá él los mismos pasos?

-Me encantaría. Va a resultar complicado que no le guste. A lo mejor, por pesadez, lo acaba odiando. Me gustaría que jugara porque realmente le gusta y no por otras cosas. Seas profesional o no, el baloncesto le podrá dar unos valores en la vida, igual que lo ha hecho conmigo y con mi hermano. También puede ser otro deporte de equipo que le inculque el compañerismo, la responsabilidad, la solidaridad... Cosas que, bien vividas en un grupo, le van a valer.

Por cierto, Martín sigue ahí dando guerra...

-Sí, ha hecho con el Araberri una temporada por encima de lo que pensaban. Ha estado a gusto en el equipo. La próxima temporada, Dios dirá lo que hace. Veo que sigue disfrutando y eso es lo importante. Todavía le apetece ir a entrenar y competir en los partidos. Ha jugado bien. A lo mejor, algún día tiene que dejarlo por estudios o trabajo. Mientras disfrute, adelante.