el Deportivo Alavés B formalizó ayer el primer paso de los seis que debe dar para lograr el ascenso a Segunda B. Su equipo mayor también materializó el primero de los cuatro que le restaban para oficializar la permanencia o su descenso a la misma categoría a la que opta su filial. O sea, que ambos podrían encontrarse (muy difícil) en unas semanas en la misma categoría. Algo incongruente. Si a su rival el Baskonia (el de fútbol) no se le permitió jugar las eliminatorias de ascenso a Segunda B por encontrarse ya otro filial del Athletic en esa categoría sin ninguna posibilidad de mejorarla, no entiendo cómo se le permite al Aficionados albiazul que podría crear otro conflicto. No alcanzo a comprender por qué las diversas ligas inmersas en el tema (Segunda, Segunda B, Tercera) no acaban en la misma fecha.
Son cosas de la RFEF que, como su madre la UEFA, hacen lo que les viene en gana. ¿Pero qué se puede esperar de alguien que el día que debe entregar el trofeo al campeón de Liga no comparece en el lugar debido? ¿O lo hicieron con deliberada intención el personaje este y el titular del estadio, al que, previendo lo que de hecho ocurrió, no le gusta que el rival de turno celebre ningún éxito en su casa? En esta ocasión, cambiaron el sistema de riego por una ausencia sospechosa. ¿O la otra institución, la que impone el miedo en su manera de actuar, que se asigna más entradas para la final que a los propios clubes finalistas y luego la mitad de ellas no son aprovechadas, impidiendo con ello la presencia de más aficionados que son los que verdaderamente merecen estar?
Hecho este inciso, volvamos a la cuestión que nos ocupa. Los resultados obtenidos por los dos equipos albiazules en el caluroso domingo se acercaron a lo anhelado. Por orden cronológico, en el primer encuentro disputado, el del B, aún no hay nada decidido ya que el empate a uno que reflejó el marcador final deja todo abierto para el encuentro de vuelta el próximo fin de semana. El partido de Lugo, que se presumía clave para las aspiraciones alavesistas, no pudo comenzar mejor para los intereses albiazules después de la gran jugada protagonizada por Guzmán que se fue de cuantos rivales le fueron saliendo al paso y ya dentro del área marcó de tiro cruzado. Un golazo.
Al final, después de mucho sufrimiento, el Alavés se impuso en un partido que le permite seguir soñando. Porque el conjunto lucense dominó con un juego arrollador en un buen tramo de la segunda parte en la que según iban pasando los minutos, y más cerca estaba el final, me venía a la cabeza el partido anterior. Según la cuenta de la vieja, hace falta sumar otros seis puntos como mínimo para alcanzar la cifra mágica de 51 puntos que seguramente darían la salvación. Por tanto, el sueño de la permanencia sigue estando latente ya que el conjunto albiazul cobra vida con una victoria tan necesaria como sufrida.