Vitoria - Pero Patxi Pérez no sólo se aplicó sobre el césped y gracias a su esfuerzo para compaginar el fútbol con los libros se licenció en Administración de Empresas y en la actualidad ejerce de profesor de Economía en Egibide. Desde esta atalaya que le permite mantenerse en continuo contacto con las nuevas generaciones confiesa tener más miedo a una revisión de exámenes que a los lanzamientos desde los once metros. Al regreso de las largas vacaciones de Semana Santa, le esperan unas cuantas.
Futbolista y con carrera, ¿suena raro no?
-Bueno, ya no tanto. Un porcentaje bastante alto de futbolistas de mi generación ya estudiaba. Aunque bueno, ahora que lo pienso igual no eran tantos como me parecía. Pero una cosa de la que presume mi madre es que en mi casa todos los hermanos somos licenciados y yo siempre lo he tenido muy claro. Aunque hubiera ganado mucho dinero con el fútbol habría seguido estudiando.
¿Tuvo que aguantar muchas bromas cuando iba a entrenar con la mochila de los libros?
-Sobre todo cuando nos llevábamos los apuntos a los viajes. Aunque es verdad que básicamente lo que hacíamos era pasearlos porque en un autobús, con gente viendo el vídeo, otros jugando a las cartas, otros vacilándote... no era el mejor ambiente para estudiar. Pero por lo menos te quedabas con la conciencia más tranquila.
¿Cuando hace frío en invierno se pone guantes o ya ni eso?
-No mucho la verdad. No es que acabara harto pero cuando me retiré aproveché para hacer otras cosas que con el fútbol no podía porque te quita mucho tiempo. Cualquier tipo de deporte me viene bien y el fútbol casi lo he abandonado porque ya al final me dolía todo el cuerpo cada vez que me tiraba. Aunque es verdad que algún partidillo que he jugado he dicho 'vaya esto me gustaba' pero yo donde de verdad disfrutaba era en los entrenamientos más que en los partidos. Lo echo más de menos.
Dicen que para colocarse en una portería hay que estar un poco mal de la cabeza, ¿ha pasado consulta con muchos psiquiatras?
-Tenemos fama de estar un poco pirados y sí es verdad que somos un poco distintos, especiales.
¿Le ha tocado comerse mucho barro?
-Síííííí. Yo no jugué en campo de hierba hasta juveniles, salvo algún partido esporádico. Los campos han cambiado una barbaridad y eso ha hecho hasta modificar algunos gestos técnicos. Claro que la mejora también hace que se puedan disimular menos los fallos. Antes si te metían un gol por debajo de las piernas podías decir que había botado mal, ahora está claro que te lo has comido.
Ahora que se ha pasado al pádel, ¿todavía hace alguna estirada para llegar a las pelotas difíciles?
-Sí, me sale el instinto. Pero claro, el suelo es muy abrasivo y cada vez que lo hago termino con un rasponazo y cuando llego a casa mi mujer me dice 'pero tú eres bobo'. Me pasa mucho, sobre todo en campeonatos o pachangas un poco picadillas.
En su época de futbolista tenía fama de conocer bien la noche vitoriana, ¿qué hay de cierto en esa leyenda?
-(Risas). Pues eso, como todas las leyendas urbanas algo tiene de cierto pero creo que es exagerada. De todas maneras, mis amigos saben que salía bastante menos de lo que se decía pero era más vistoso y basta que me vieran una vez para que se dijera que estaba siempre. Pero siempre me he cuidado e incluso cuando no entrenábamos iba al gimnasio. Lo que pasa es que era un chaval de Vitoria, con su cuadrilla, estudiante y que cuando llega el fin de semana una vuelta me iba a dar. Así que, en fin, alguna vez metí la pata aunque sabía hasta dónde podía llegar.
¿Y unos cuantos años después qué diagnóstico hace de la noche?
-La verdad es que ahora no salgo nada. En San Prudencio di una vuelta y la sensación es decir 'pero dónde está la gente de mi edad' y tampoco se ve relevo generacional. Por lo que oigo comentar a amigos hosteleros, la hostelería, como todo, está pasándolas canutas.
Como profesor de Economía que es, ¿se cree esto de la luz al final del túnel que nos están contando?
-Lo que pasa es que en la economía se pueden hacer muchas trampas. Cuando se da un diagnóstico se da en función de un indicador y si yo sólo tengo en cuenta aquellos indicadores que dicen lo que a mí me interesa, es más sencillo. Si a eso se le añade que en general falta bastante cultura y educación económica...
Los últimos datos de la EPA han sido demoledores.
-Sí. Es cierto que el PIB ha crecido el 0,4% en el último trimestre pero la tasa de paro es del 26%. La economía estará creciendo pero eso la gente no lo nota todavía. Y nos va a costar verlo por lo menos dos o tres añitos más. Queda bastante por remar aún.
Usted que está en contacto diario con los jóvenes, ¿cómo se consigue que mantengan la ilusión ante la situación que les espera?
-La verdad es que los chavales son conscientes de que es de por sí delicada y para ellos todavía mucho peor. Pero bueno, yo trato de transmitirles que, si la economía sigue el ciclo habitual, dentro de cinco o seis años les va a necesitar. Y además hay que tener en cuenta el relevo generacional, porque se prevé que en los próximos cinco años se jubile el 15% de la población activa.
Llega el momento de la verdad, ¿como profesor es un 'hueso' o el típico 'enrollado' que todos los alumnos esperan que les toque?
-Joé, que pregunta... En líneas generales yo creo que están bastante contentos conmigo, aunque este año he tenido quejas de que les exijo mucho. Pero yo he tenido siempre el complejo de que soy un poco Olentzero. Exijo pero me gusta luego dar facilidades. Así que yo creo que me cuadra más el perfil de Olentzero que el de hueso, aunque habría que preguntarles a los alumnos. Seguramente dirán 'menudo cabrón...'.
¿Qué es más duro, enfrentarse a una tanda de penaltis en un partido importante o una sesión de revisión de exámenes?
-Sin duda la revisión de exámenes. Sin ninguna duda. Es durísima. Los chavales, como todos, lo que quieren es arañar, arañar, arañar... y tienes que dar argumentos todo el rato. En otras cuestiones puedes hacer valer más tu posición pero aquí nada de nada porque te van con las respuestas de los demás y tienes que ser totalmente coherente porque, si no, estás completamente perdido. Y los penaltis eran muy diveridos y además, en general, los porteros tenemos poco que perder porque lo normal es que se marquen siempre.
¿Ha tenido que escuchar muchas historias de película como excusa en las revisiones?
-Buff, unas cuantas. Pero mira, así como si me dicen 'joé Patxi es que me puse a ver el fútbol y al final no estudié nada' puedo entenderlo, que me cuenten una milonga de estas increíbles no me vale. Yo también he estado ahí y sé lo que pasa así que prefiero sinceridad y tratar de ayudarles para la recuperación que películas que no hay quien se las crea.
La última, ¿se va a salvar el Alavés?
-Uff, la verdad es que está complicado pero esperemos que sí. Yo creo que el principal problema que ha tenido es en defensa, no sólo en la retaguardia, sino que le falta contundencia en general. Le meten goles de risa y eso le está condenando porque arriba hay mucha pegada y calidad. Es evidente que el equipo tiene déficits importantes y habrá que pedirle cuentas al que lo ha hecho pero ojalá se pueda salvar a pesar de todo.