Bilbao - Que a nadie le pase por encima que Abel Barriola alcanza con esta su segunda final del Parejas. La primera se la quitaron, no le dejaron aplazar. Pero eso es harina de otro costal, un recodo pasado del río que es la vida y que acaba en el mar, como escribió Jorge Manrique. El domingo tendrá la oportunidad de alcanzar la triple corona: Cuatro y Medio, Manomanista y Parejas. Está preparado para pelear.

¿Cómo llega a la final?

-Llego bien, en un buen momento de forma y creo que no he tenido ningún contratiempo. Al final, el Parejas es un campeonato largo en el que tienes de todo: momentos buenos y momentos malos en los que te cuesta mover más la pelota y llegar a 22. Juan y yo también hemos pasado esa fase, pero los últimos partidos creo que hemos jugado a nuestro mejor nivel. Llegamos bien a la final.

¿Cómo valora este Parejas?

-No tengo más que palabras positivas. Es como para estar muy satisfecho el entrar en la final. Hemos sido ocho parejas en un campeonato de cuatro meses y, en un campeonato tan largo, llegar a la final quiere decir que tanto Juan como yo hemos hecho las cosas bien. Ahora sabemos que hay una final y que puede pasar cualquier cosa, las dos parejas queremos acabar bien y falta, como se dice en ciclismo, la última etapa.

Lleva 16 años de profesional y va a disputar su primera final del Parejas.

-Se ha dicho que llevo dieciséis años de profesional y que es mi primera final del Parejas y no es así. Ganadas en la cancha, es mi segunda final. Yo hace tres años, no porque me regalaran nada, sino porque Xala y yo llegamos, por desgracia no me pudieron dar una semana de aplazamiento y me quedé sin final. Aquello fue una injusticia y quiere decir que para mí esta es la segunda. Y si no hay contratiempo, será la primera que juegue.

Muy mal se tiene que dar para que pase algo, ¿no?

-Sí. Por ahora todo está en orden. Aquella vez hubo una rotura de fibras y yo creo que con una semana más hubiera podido estar. Pero no me la dieron.

También tenía lo de la muñeca, pero podía aguantar.

-Jugué todo el campeonato con un ligamento de la muñeca roto, pero me podía permitir jugar a buen nivel. Ya sabía que cuando acabase el campeonato me tendría que operar pero el problema fue la rotura de fibras en el último partido de la liguilla. Acabó el campeonato y aproveché a operarme de algo que ya tenía previsto. La muñeca no tenía nada que ver.

¿Esta final supone el desquite?

-No me lo tomo como tal porque para mí aquello fue un disgusto tremendo y un golpe duro, pero de todo se aprende. Aquello me enseñó que no se puede mirar siempre al pasado. Tienes que tirar para adelante, tienes que mirar adelante y aunque no olvidas las cosas, sí que hay que tranquilizarse y mirar al futuro. Tomé esa decisión, yo creo que la correcta, y mira lo que son las cosas: la pelota me ha dado la oportunidad de jugar otra final e, independientemente de que gane o pierda, estoy muy satisfecho.

En estos últimos cursos, ¿cómo ha afrontado la preparación física?

-El pelotari en este aspecto, aunque te pueden ayudar en una cosa o en otra cosa, es autodidacta. Un preparador físico o un preparador técnico te ayuda muchísimo, pero, al fin y al cabo, muchas cosas son aprendidas a base de experiencia y de caerte muchas veces. En mi caso, siempre intento mejorar día a día. En cuanto a la preparación física sí que hice unos pequeños cambios: metemos menos pesas y hacemos otro tipo de preparación y las sensaciones son mejores dentro de la cancha. Y de eso se trata. No creo que sea por eso que esté jugando ahora mucho mejor. Un pelotari tiene buenas rachas y malas, cuando te toca una mala, tienes que aguantar, y cuando tienes una buena hay que tratar de mantenerla.

Tiene los títulos del Cuatro y Medio y del Manomanista, es su oportunidad de conseguir la triple corona y entrar en el club de los campeones en las tres distancias: Retegi, Arretxe, Martínez de Irujo y Olaizola II.

-Sí. Está claro que en los últimos años uno de mis objetivos ha sido el campeonato de Parejas. Al final, trabajas y peleas para llegar a lo máximo y, por supuesto, para estar en la final. El súmmum de todo esto es poder conseguir la txapela del Parejas. No es una cuestión que me obsesione. Para mí, por encima de todo, es más importante que uno dé lo mejor de sí y estar con los mejores, y durante casi toda mi carrera lo he conseguido. Unas veces más, otras veces menos, pero he conseguido estar más o menos con los mejores. Me quedo con esa satisfacción. Con eso quiero decir que yo el domingo haré todo lo posible por ganar y el objetivo es ganar la txapela; si lo hago, será una satisfacción impresionante, pero si no lo hago no es un drama. He conseguido por ahora más o menos lo que quería, que era disputar una final del Parejas.

El día que entró en la final del Parejas se le vio muy contento.

-Para mí, la satisfacción era sobre todo por llegar con Juan, por supuesto, porque es mi ilusión y es un compañero, pero también porque no es el fruto de un año o dos, es el trabajo de una carrera el poder estar aquí. Cuesta muchísimo poder llegar a las finales y poder estar al máximo nivel. Últimamente uno de mis objetivos era este, dar el rendimiento y poder estar en una final. Me pasó aquello hace tres años y ves que por una semana no puedas jugarla. Te sientes muy defraudado y te llevas un chasco. Otra vez tienes recuperar la ilusión y volver a empezar de cero. Volver a una final es la satisfacción del trabajo bien hecho.

¿Cuál es el estado de Juan?

-A Juan le está costando. Esta lesión ha sido muy difícil para él. Durante todo el campeonato ha rendido a un nivel altísimo y cuando ha llegado el momento más importante ha tenido este percance. Juan, como Aimar, son los dos mejores pelotaris sin duda del momento y cuando no tienen un recurso, sacan otro. Juan es un gran campeón y cuando no ha tenido la zurda al cien por cien ha sacado otros recursos: jugar más con la derecha y darle más velocidad al juego. Lo ha aprendido al máximo nivel. La zurda la tiene como la tiene pero, aun así, le permite jugar a un nivel magnífico con otros recursos. Eso está al alcance de solo dos pelotaris.

De todos modos, usted jugó un encuentro espectacular para cerrar la liguilla de semifinales y sellar el billete a la final, ¿no cree?

-Sí. Yo llegué con buenas sensaciones. Estoy satisfecho por eso. Me salió bien la pelota de la mano, apenas cometí errores y es bueno para un zaguero saber quitar pelota al delantero rival. El otro día me salió. Hay días distintos y yo tuve un buen día y Juan me ayudó muchísimo. Creo que los dos estamos haciendo pareja y a este partido llegamos bien.

Hace hincapié en sumar, ¿fue lo que más destaca de ese encuentro?

-Sí. Luego hay partidos que parece que van a ser duros y en pocos pelotazos se acaba para bien o para mal. La mayoría de partidos en el Parejas suelen ser duros, exigentes y largos. Cuando son así, hay momentos de crisis. Ahí hay que sumar pareja y llevarse bien con el compañero pelotísticamente. Ya se vio, a pesar de ganar 22-8 dimos casi 700 pelotazos: hubo momentos en los que estuvimos dominados, en los que nos costaba hacer el tanto y a pesar de ello seguimos trabajando.

Hubo un momento en el partido, en el que iban ya destacados en el luminoso, en que se le vio animar mucho a Irujo, ¿qué importancia tiene la comunicación en una pareja?

-Es importante porque Juan y yo somos dos pelotaris experimentados pero está bien ver las cosas distintas desde fuera. Cuando estoy jugando yo, Juan ve los fallos y las cosas buenas que estoy haciendo, y yo, de fuera, veo lo suyo. Muchas veces nos aconsejamos en pequeños detalles técnicos. Hablar eso está bien. También es verdad que cuando las cosas van rodadas tienes más ganas de hablar que cuando las cosas van mal. Es un tic, hablas por no querer bajar la tensión y el ritmo.

También han vivido dudas.

-Sí, pero ya lo dijimos antes del campeonato. Sabíamos que en un campeonato tan largo íbamos a pasar altibajos. El que mejor sabe gestionar momentos difíciles tiene muchas opciones de poder estar arriba. En nuestro caso así ha sido. Como pareja, y Juan individualmente, hemos sabido darle la vuelta y aquí estamos. Las parejas que llegan son las más regulares.

¿La experiencia ayuda?

-Por supuesto que sí. Ayuda pero no te garantiza nada. No esperes que por tener experiencia vayas a estar tranquilo en la cancha o vayas a rendir al máximo. Si quieres estar bien, lo que tienes que hacer es trabajar. La experiencia no te va a hacer llegar a 22.

¿Y en las finales?

-También, lo vivido siempre está ahí y en momentos determinados puede valer, pero no creas que por el simple hecho de tener experiencia vas a rendir bien. Depende de cómo es cada uno. Lo bonito del deporte es que por mucha experiencia que tengas te sigues poniendo nervioso y sigues cometiendo errores. Son los secretos del deporte: por mucho que hagas no puedes controlar todo, no lo controlarás nunca.

¿Cómo afronta el tema de finales respecto a los nervios y demás?

-Esta es la final número once que me he ganado en la cancha en mi carrera. Eso quiere decir que he hecho las cosas bien, pero al mismo tiempo las dos primeras finales las gané y las siguientes las he perdido. Antes de las finales suelo estar tenso, pero no por el hecho de ser una final. Cada uno tiene su forma de ser y yo, personalmente, jugando en fiestas de un pueblo también noto el cosquilleo. Los días anteriores lo que quieres es mantenerte y al final más que nada es seguir con el trabajo que se ha hecho durante meses. La gente te pregunta, los periodistas están más encima y te toca hacer más kilómetros, ese cansancio hay que gestionarlo bien.

¿El partido pasa por avasallar a Andoni Aretxabaleta?

-No, para nada. La final pasa porque Juan y yo estemos como mínimo tan bien como ellos. Sin intentar hacer demasiados milagros. Nuestro objetivo es llevar la iniciativa, intentar crear oportunidades para que Juan pueda entrar en juego y, cuando nos toque defender, hacerlo como jabatos. Aretxabaleta dará su mejor versión, como ha hecho todo el Parejas, y a Aimar no le voy a descubrir ahora. Puede ser un partido abierto y si queremos ganar, tendremos que estar bien en todas las facetas del juego. Eso será complicado porque han demostrado ser la mejor pareja.