Markina-Xemein - La etapa de Markina llamaba a Amets Txurruka. Se corría por su biografía. Con ocho añitos ya llegaba hasta las faldas de Gontzagaraigana o Ixua, dos de los puertos de ayer. No iba más allá. Era pequeño y estaba gordito. Manu, el de la tienda de bicis, le dijo que subiera más arriba, que descubriera Ixua, para adelgazar y pasar mejor los puertos. Eso hizo. Y mira ahora. Es un peso pluma. Hay que serlo para ser ciclista por aquí. Etxebarria, el pueblo de Amets, a cuatro kilómetros de Markina, es un cruce entre montañas. Comienzo de Ixua y comienzo de San Miguel. Por allí se cruzaba la etapa. Cuando subieron hacia Ixua el Movistar de Valverde perseguía el rastro de una escapada en la que no estaba Amets; cuando bajaron de San Miguel, todos iban tras las huellas del Movistar. De su primer dorsal, Valverde, propulsado en la subida junto a Contador y Poels. En Etxebarria, el pueblo de Amets, se entregaron a un grupo en el que había unos cuantos nombres. Nadie esperaba al que sonó en Markina: Ben Swift.

Cuando la etapa le llamó después de subir Montecalvo, Amets no contestó. Había gastado antes el último cartucho que reservaba, tras pinchar en Ispaster y pegarse un calentón para regresar al pelotón. Así que su nombre no figuraba en la escapada junto a los de Koldo Fernández de Larrea, Sicard, Zandio, Gilbert, Mollema, Wellens, Jungels, Plaza, Oliveira, Albasini, Luis León Sánchez u Omar Fraile, el santurtziarra del Caja Rural que arañó los puntitos necesarios para asegurarse el maillot azul de las metas volantes. Un consuelo porque la etapa era una quimera. Markina barajaba otro nombre.

Quizás el de Valverde. Su equipo, el Movistar, relevó al Tinkoff en Santa Eufemia y empezó a descontar segundos a la escapada. Los fugitivos estaban condenados. Su sentencia fue Ixua. No hubo indulto para nadie. Aunque Bob Jungels, Bauke Mollema y Tim Wellens pidieron un aplazamiento que el Movistar, implacable y enérgico, solo extendió hasta San Miguel.

Allí la etapa fue citando otros nombres. Sonó un rato el de Pieter Weening, al que silenció Kreuziger después de que Contador le ordenara que pusiese firme al grupo. Lo sufrió más que nadie Mikel Nieve, cojo desde que se golpeara la cadera en una caída camino de Dantxarinea, el martes. En Arrate resistió el dolor. Ayer, no. Cuando se despedía del grupo, tenía el nombre del ganador en Markina en la punta de la lengua: Swift. Un apellido de esprinter. Se dice rápido. El inglés es veloz (segundo en Gasteiz). "Pero no solo eso", aclaró Nieve; "además aguanta bien en los puertos". Se lo dijeron por la mañana en el autobús. Que se agarrara en San Miguel porque podía pasarlo. Se lo recordó el navarro durante la etapa. "Le pedí que guardara fuerzas".

Para resistir el ritmo de Kreuziger. Y luego el arreón brutal de Tony Martin. Y más tarde, casi arriba, el despegue de Valverde y el pulso sobrecogedor con Contador que duró varios cientos de metros con ambos levantados sobre el sillín, a tope, y separados por apenas una bicicleta, menos de cinco metros. Excitante. "Me esperaba el ataque de Alejandro", admitió luego el líder. Alejandro y Alberto son los nombres de la Vuelta. Corren sin buscarse sabiendo que corren para encontrarse. El final de San Miguel les volvió a unir. Valverde se rindió primero. Se sentó. Y Contador se pegó a él. Así llegan a la crono. Pegados. Les separan 12 segundos. Cunego o Evans están a 36; Kwiatkowski, a 41. ¿Es suficiente? Por si acaso, para arañar alguno más, Valverde se tiró en el descenso y Contador y Poels, que llegó después, le siguieron.

A Valverde le llamaba Markina. Ven. Pero le alejaba el viento. "Pegaba en contra". Entre eso, que Contador no relevó, tampoco Poels, y que al aterrizar en Etxebarria quedaban cuatro kilómetros llanos, el grupo, mínimo, les alcanzó. La etapa volvió a barajar nombres. Tony Martin llevaba a rueda su apuesta, el terrible Kwiatkowski; el Lampre, a Cunego; el BMC a Samuel y Evans; Movistar no descartaba a Valverde? El altavoz fue escupiendo esos nombres cuando entraron en la recta de meta: Kwiatkowski, Cunego, Valverde? Ninguno de esos. Markina eligió un apellido de esprinter: Swift.

Se equivocó. La etapa llamaba a Amets Txurruka, que entró diez minutos después y le llovieron los aplausos. Por eso sonreía. "Es emocionante", dijo. Pero en realidad no estaba contento. "Me he quedado con las ganas", lamentó; "porque quería vivir y ver este día por delante". Exactamente desde donde lo vio Swift.

Markina busca hoy el nombre del ganador de la Vuelta: ¿Alberto o Alejandro?