Atlético de Madrid1
Barcelona0
ATLÉTICO DE MADRID: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Raúl García, Gabi, Tiago, Koke; Villa (Min. 78, Cristian Rodríguez) y Adrián (Min. 61, Diego Ribas)
BARCELONA: Pinto; Alves, Bartra, Mascherano, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Iniesta (Min. 72, Pedro); Messi, Cesc (Min. 61, Alexis) y Neymar
Gol: 1-0 Min. 6; Koke.
Árbitro: Howard Webb (Inglaterra). Amonestó a Koke, Busquets, Mascherano y Alves.
Incidencias: 54.000 espectadores en el Calderón.
madrid - El técnico del Borussia Dortmund, Jurgen Klopp, dijo, en la previa de la vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones que le enfrentaba al Real Madrid, que sus conocimientos de la lengua castellana se reducían a una palabra, pero tan expresiva, tan trascendente esta para el mundo futbolístico, que ayer, plasmada sobre el terreno de juego, dio el pase al Atlético de Madrid a las semifinales de la Champions: "cojones".
El cuadro colchonero ganó en testorena, pundonor, coraje, fuerza, esfuerzo, tensión y fe a un Barcelona desdibujado, engullido por la presión de los jugadores rojiblancos, inoperante durante gran parte de la contienda, sin recursos, maniatado.
El partido comenzó con asedio colchonero; el Barcelona asistía como lo hace un esparring, a verlas venir, estático, caminando, siendo presa de una presión acosante, atenazadora. Los hombres del Cholo Simeone se personaban con sobredosis de motivación. Y aunque Messi apuntó el primer disparo estadístico para los suyos, Raúl García respondió como prolegómeno del gol que pudo ser el chirimiri antes de un tremendo chaparrón. Adrián golpeó con rabia la pelota y la estrelló en el larguero. El Barça, espectador en la segunda jugada, vio cómo llegaba la pelota a Villa, que centró para que Adrián asistiera de cabeza a Koke, quien anotó en solitario en el minuto 5.
La tormenta que caía sobre Pinto no cesó y la tropa del Tata Martino, noqueada, dio un paso hacia el infierno. Alejado de su mejor versión, a años luz, mantuvo una actitud pasiva, sin nervio, espoleando en consecuencia las efectivas ansias locales, que siguieron amartillando con control, percutiendo con voluntad inquebrantable. Villa, a los diez minutos, estampó el balón contra la cruceta. Los pupilos azulgranas eran como zombis de un videojuego, deambulantes, desnortados, sin mostrar la razón del porqué de su presencia sobre el campo.
Si bien, el talento individual dio un breve chance. Alves colgó un balón al área -parecía el brasileño una máquina tira-pelotas para el entrenamiento de tenis- y Messi falló la mejor ocasión azulgrana, clara, con la testa. Y es que el Barcelona confió -o vio en ellos su única alternativa ofensiva- en los centros a la olla, aunque sin referencia aérea. Pero fue eso, un pequeño lapso. Pues Villa, sediento de venganza, mandó un nuevo esférico contra el travesaño. El Barcelona estaba por caer en la tumba. La eliminatoria seguía viva por milímetros.
Superados los 20 minutos de juego, el Barça trató de sostenerse con muletas, con Messi o algún clavo ardiendo, pero el argentino no estaba por la labor. Apenas corrió. Y tampoco fue eficaz, fallando en el 23 un pase de la muerte de Neymar. El equipo catalán se proyectaba sin recursos, inoperante al encarar los tres cuartos del campo, donde aguardaba, firme, la muralla colchonera. Un acorazado.
Antes del descanso, la polémica brotó con dos posibles penaltis, uno en cada bando, uno sobre Adrián y el otro, sobre Fábregas.
En el segundo acto el Barcelona trató de renacer, de encontrarse a sí mismo, de regenarse. Pero la tensión y el titánico esfuerzo rival jugaban en su contra, siendo mayores argumentos. Xavi Hernández gozó de dos ocasiones, pero mandó desviadas ambas (min. 48 y 59). Fueron las dos mejores ocasiones para igualar la eliminatoria, junto con otra de Neymar, también de cabeza (77). Y es que tres de las mejores oportunidades del partido para el Barça llegaron por alto para jugadores que no se caracterizan por su capacidad cabeceadora.
A medida que se restaban minutos, el Barcelona se fue apagando y el Atlético sostuvo su derroche de energía. Así, en el 89, el Cebolla Rodríguez pudo sentenciar en un mano a mano con Pinto.
De este modo, el Atlético volvió a pisar una semifinales de la Champions 40 años más tarde. Su voluntad valió el pase y el Barcelona lamentará durante mucho tiempo una salida al campo impropia de semejante encuentro.