La destitución del técnico Juan Carlos Mandiá y su sustitución por Alberto López, hasta entonces su segundo, ayudado por Sendoa Aguirre, secretario técnico al uso en esos momentos, ha traído consigo que el director deportivo, Javier Zubillaga, se haya vestido de chándal y haya bajado también a la arena para echar una mano en esta difícil situación. Evidentemente, no se puede enfrentar uno a circunstancias anormales con los métodos de trabajo habituales. Parecen pensar que a problemas ordinarios se imponen soluciones ordinarias y para problemas extraordinarios, como los que les ocupan, se requieren soluciones extraordinarias.

Así que esta circunstancia anómala la ven con naturalidad todos los afectados (qué van a decir los pobres), desde el entrenador hasta los jugadores. Algo, por otra parte, común en Zubillaga que siempre se ha caracterizado por entrometerse en el trabajo de sus subordinados delante de los jugadores. No me imagino a mi director de etapa quitándome la tiza y poniéndose a explicar a mis alumnos delante de mí, pero de otra forma, lo que acabo de hacer yo. Cosas propias del pasado que pensaba que estaban desterradas. ¿No tiene horas el día para reunirse ambos en su despacho o donde sea, pero a solas, y llegar a un entente en cómo desarrollar las ideas?

La medida extraordinaria que se tomó ayer fue una gran revolución en el once. Solo cinco jugadores repitieron titularidad. Salvo en la portería, posiblemente la zona que más demandaba un cambio, en todas las demás hubo novedades. Volvió al lateral derecho un Rubio que aún no sé por qué perdió la titularidad. Posiblemente, por capricho de alguien que ya no está. La pareja de centrales fue Mora y Ortiz, la misma que comenzó el campeonato, aunque por ausencia de Samuel, el refuerzo de invierno, por lesión. En el centro del campo la novedad de Lázaro y de Nano en la izquierda. Pero la sorpresa absoluta fue la ausencia de Viguera. Había que darle ventaja al rival.

La consigna parecía clara: mantener la portería a cero, el marcar era secundario. Pero el invento no le dio ningún fruto y se convirtió en un fracaso absoluto. Se vio un equipo muy frágil y muy inferior al rival y dio una impresión desalentadora. Así, las ilusiones terminaron en el minuto 25 con el primer gol del Tenerife cuando el extremo derecho penetró por su banda con una sencillez pasmosa. Cuando uno se olvida de la portería rival, acaba sin opciones de ningún tipo. Y como las desgracias se ceban con los más necesitados, hasta el colegiado se puso del bando local pitando un penalti que es como para quitarle el carné.

En plena lucha por el descenso, el Deportivo Alavés dio un paso atrás. Se enfrenta a la peor situación deportiva de la temporada. Se encuentra, en estos momentos, último a seis puntos de la salvación y con tendencia a aumentar. Más lejos que nunca. Las matemáticas dicen que quedan puntos para la salvación pero la impresión que me deja el equipo es bastante alarmante.