En Australia, la tierra de leyendas como Rod Laver, Ken Rosewall y Roy Emerson cuyo legado persigue, Rafa Nadal vuelve a tocar a las puertas de la historia ya que mañana (9.30 horas en Euskadi) disputará su decimonovena final de un Grand Slam, las mismas que Ivan Lendl, y puede convertirse en el primer jugador de la Era Open que gana al menos dos veces cada uno de los torneos mayores. Así, igualaría a Pete Sampras con catorce títulos en la lista de todos los tiempos. Por delante, solo le quedarían los 17 de Roger Federer, su víctima de ayer en una semifinal resuelta en tres sets (7-6, 6-3 y 6-3) que el de Manacor dominó con autoridad, sobre todo a partir del primer parcial.
El suizo quería volver a sentir lo que era jugar una final de las grandes, algo que no disfruta desde Wimbledon 2012, pero tuvo un enorme agujero en su revés por el que Nadal, como es habitual, entró una y otra vez. El tenista balear no concedió una sola pelota de ruptura de su saque hasta el cuarto juego del tercer set y se anotó todos los intercambios que superaron la docena de golpes. Federer quería, pero su colección de errores no forzados, cincuenta en todo el partido, era un lastre ante un rival que, según confesión propia, estaba jugando "el mejor partido del torneo". Nadal se encontraba cómodo en el fondo, pasando al de Basilea cuando subía a la red de drive o de revés, y en el igualado desenlace del primer set, el único rato en el que el helvético mantuvo la igualdad, estuvo la clave del partido.
Ese tie-break mostró a Roger Fede-rer que necesitaba algo más para tirar abajo el muro y no lo encontró. Rafa Nadal aprovechó su primera ruptura para atar pronto el segundo set y en la primera vez que cedió su saque contestó con tres juegos seguidos que le pusieron al borde del triunfo. El suizo estaba ya anímicamente tocado y rendido ante un enemigo que le ha ganado 23 de las 33 ocasiones en que se han enfrentado. El balance del número 1 del mundo es todavía mejor ante su rival en la final, que será inédita y quizás la más desequilibrada en el pronóstico de los últimos años. Stanislas Wawrinka ha perdido los doce partidos que ha jugado ante Nadal y no ha conseguido sumar ni un set. Pero esos datos no relajan al balear porque sabe que el de Lausana está en el mejor momento de su carrera. "Para llegar a la final ha ganado a dos grandes rivales como Djokovic y Berdych y ganarle nunca ha sido fácil ni va a serlo esta vez. Es un rival que te exige al máximo", apuntó el número 1 del mundo. Wawrinka, a sus 28 años, puede ser el jugador de más edad en ganar su primer Grand Slam desde que Goran Ivanisevic se llevará Wimbledon en 2001. En todo caso, saldrá del Abierto de Australia en el tercer puesto de la ATP, el puesto más alto de un jugador suizo que no se llame Roger Federer.
herida curada Y no se ha hablado hasta ahora de la llaga en la mano que ha incordiado a Nadal desde el inicio del torneo. Ayer tuvo que ser atendido de nuevo al inicio del segundo set, pero el de Manacor lo considera un problema superado. El tenista mallorquín, fiel a su equipo de trabajo frente a los cambios que han hecho sus rivales, ampliará su ventaja al frente de la clasificación de la ATP, pero quiere hacerlo por méritos propios y con el trofeo en la mano.