vitoria. Cristiano Ronaldo o Leo Messi arrastran cada temporada a millones de chavales en todo el mundo detrás de una pelota. Lo mismo ocurre con Rafa Nadal en el tenis, con Jorge Lorenzo y Marc Márquez en las motos, o con Pau Gasol, que podría decirse que a pesar de la distancia -juega en los Lakers de Los Ángeles- tiene tirón en el baloncesto. También en su día el piloto asturiano de Fórmula 1, Fernando Alonso, desató una locura sin paragón en el país en favor de este deporte. Sus éxitos no se tradujeron en la aparición inmediata de nuevos pilotos pero sí reforzaron y estimularon la llamada cultura del motor. Un sector del que han llovido desde entonces varios circuitos y escuelas de karting a lo largo de todo el Estado, que a buen seguro darán sus frutos con el paso de los años.

En un deporte como el balonmano, en cambio, el efecto llamada por parte de los deportistas más notables no garantiza la aparición de más jugadores ni desde luego incrementa los que ya hay. Vitoria, que cuenta con varios campeones, no es una excepción. A pesar de contar con ganchos de relumbrón como Iker Romero, -el mejor jugador que ha dado el balonmano alavés en su historia con un palmarés que incluye un campeonato del Mundo, una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 2008, varias ligas Asobal y dos campeonatos de Europa, entre otros- la base de chavales que de un tiempo a esta parte han decidido seguir los pasos de su ídolo apenas ha variado.

Escaso papel mediático Tampoco en el caso de las chicas, donde las dos máximas exponentes en la actualidad -Eli Pinedo y Patricia Elorza, ambas en el Bera Bera- tampoco han sido capaz de convencer a las más jóvenes. "El efecto de este tipo de protagonistas es mínimo a la hora de captar nuevos chavales; digamos que ayudan a fidelizar a los que ya tienes", apunta en este sentido desde Coras. Tampoco la "escasa" presencia del balonmano de elite en los medios de comunicación ayuda a divulgar los valores de un deporte "rudo pero muy noble", concluye Juan Luis Arnedillo.