bilbao. Tan avanzado el otoño que parece invierno, a José Luis López Cerrón, de tan oscuro que lo ve todo, le da por preguntarse si no sería posible que de alguna manera, quién sabe cómo, se fusionaran los dos únicos proyectos vascos con capacidad para sacar a la carretera un equipo profesional en 2014, el de Miguel Madariaga bajo el paraguas de la Fundación Euskadi y el de Jon Odriozola. "¿No sería posible?", se pregunta el presidente de la Federación Española, que observa con preocupación cómo se acerca la fecha definitiva para que los siete proyectos que optan a una licencia continental (los dos vascos, el de la ACP, uno gallego, otro andaluz, un catalán y el de Burgos) presenten los papeles correspondientes que avalen su propuesta y nadie da señales de vida. Ni Madariaga ni Odriozola ni ningún otro. "¿No es posible, verdad?". Y ya él solo se responde.
Mañana, 20 de noviembre, acaba el segundo plazo para hacer llegar a la Federación todo ese papeleo. Y, lo que es más importante, el día 25 cierra la UCI la persiana para que esos proyectos paguen el canon correspondiente para ser equipo continental. Después no se aceptarán más ingresos, aunque siempre hay excepciones. El primer plazo del 31 de octubre pasó sin que nadie presentara nada de lo que hace falta para sacar un equipo ciclista. Ni avales ni patrocinadores que aporten dinero. Unas horas antes se había diluido el extraño equipo continental profesional que impulsaba Ner Group amparado en la estructura de la Fundación Euskadi. Lo anunciaron así sin, al parecer, contar con Madariaga, que luchaba por la subsistencia de su propio proyecto y nunca se planteó la posibilidad de dejar el timón de la Fundación como le proponían. Esa mañana Odriozola pidió a la Federación que le reservaran una plaza para sacar adelante su idea y solicitó una demora que expira mañana. Menos de una hora después, Miguel Madariaga hizo la misma petición. Desde entonces llevan corriendo en paralelo, buscando cada uno por su lado el apoyo y el dinero necesarios para lograr que Euskadi siga teniendo un equipo profesional.
Mañana se les agota el tiempo y ninguno ha dado el paso definitivo para anunciar que no es verdad que el ciclismo vasco se sumerge en una de sus épocas más oscuras tras tantos años de Euskaltel-Euskadi -primero Equipo Euskadi- y buena vida, que ya se echa de menos. Odriozola trabaja en silencio desde entonces sobre su idea de un proyecto que, en principio, mire más hacia abajo que hacia arriba -desterrada está la palabra Tour hasta nuevo aviso- y abrigue a todo el ciclismo vasco. Odriozola, que cuenta con el respaldo del Gobierno Vasco, de la Federación Vasca, de la Diputación de Gipuzkoa y el grupo empresarial ligado a la institución, es de los que prefieren hacer las cosas bien antes que rápido. Así que su proyecto no saldrá de cualquier manera porque se exige un mínimo exigente que no rebajará bajo ningún concepto. Son sus principios. Si no logra lo que pretende, que tiene que ver con la dignidad ciclista, la imagen y la profesionalidad, renunciará y buscará otra oportunidad más adelante.
La lucha de Madariaga Como Odriozola, Madariaga tampoco lo ve claro. Ayer mismo la Fundación pasó la auditoría que le vino a decir que estaba todo como en años anteriores -se supone que correcto-, pero el presidente de la Fundación anda más escéptico que nunca. Dice que de momento lo que tiene son promesas, el compromiso de dos empresas que le apoyarán si su proyecto toma forma, lo que debe ocurrir esta misma semana. Esas dos empresas a las que alude Madariaga cubrirían una parte del presupuesto no superior al 50%. El resto aún no sabe de donde puede llegar mientras sigue pendiente el dinero que la Diputación de Gipuzkoa le adeuda de la temporada 2012, un acuerdo avalado por un documento cuya existencia reconoció ayer mismo Asier Sarriegi, director de Deportes de la Diputación guipuzcoana, y que también ha reclamado como propio Euskaltel tras desvincular el equipo de la Fundación Euskadi.