El chico malo de Anfield ha vuelto. Un paseo de sus incisivos por la piel de Branislav Ivanovic, un jugador del Chelsea, le costó a Luis Suárez una sanción de diez partidos. Cinco meses después, tras un verano convulso en el que el ariete ha intentado salir del club, el delantero regresó el pasado miércoles en un partido de la Copa de la Liga. Ahora en Anfield se hacen los suecos a la hora de hablar del temperamento del charrúa. Miran hacia otro lado, concretamente hacia los 30 goles que firmó la pasada temporada en 44 partidos. Confían en domesticar su furia, en saber encauzar la ira impredecible que persigue a un futbolista lleno de talento. Ayer, en su primer partido en la Premier tras la sanción, Suárez volvió a marcar dos goles.

El mordisco a Ivanovic no ha sido la primera vez que Suárez ha roto con la caballerosidad y los valores de los que presumen en Anfield. En su primer año como jugador del Liverpool, el delantero lanzó insultos racistas al francés del Manchester United Patrice Evra. Entonces se vio condenado a ocho partidos de sanción, aunque su club le respaldó en todo momento e incluso arremetió contra la Asociación Inglesa de Fútbol. Pero el mordisco a Ivanovic no gustó en el club, donde se apresuraron a condenar el comportamiento del delantero. A partir de ahí llegaron meses complicados en torno a Luis Suárez. El uruguayo ha hecho malabarismos imposibles en sus declaraciones, pidiendo un día al club que le dejara marchar y después limpiar su imagen diciendo que es feliz en Liverpool. En Anfield, a pesar de los problemas creados por el pronto del jugador, no han querido desprenderse de él y se han cerrado en banda ante las intentonas del Arsenal.

A principios de agosto fue el propio entrenador del equipo el que se atrevió a ponerle precio a Suárez. Brendan Rodgers explicó que su delantero tendría que costar lo mismo que Cavani, 64 millones de euros, pero después aprovechó la locura del Real Madrid para subir esa cifra: "Cada jugador tiene un precio, pero has de compararlo con el mercado. Se habla de que Gareth Bale vale 100 millones de libras y Bale y Suárez son, probablemente, los dos mejores futbolistas de la pasada Premier League". Es por eso que el técnico de Anfield poco menos que se río de las dos ofertas realizadas por el Arsenal. La segunda alcanzó los 40 millones y una libra. "Siempre había considerado al Arsenal un club con clase, pero aquí le ha faltado un poco de elegancia", declaró el entrenador.

Lo cierto es que la cantidad ofrecida por el club de Arsene Wenger no era casual. El contrato de Luis Suárez estipulaba que el Liverpool estaba obligado a considerar cualquier oferta que llegase al club superior a los 40 millones de libras. El propietario del club hizo oídos sordos a la oferta que procedía de Londres, lo cual provocó el momento de mayor tensión entre el Liverpool y su jugador. Suárez se mostró dispuesto a demandar al club por incumplir esa cláusula del contrato, pero los reds argumentaban que estaban obligados a considerar la oferta, pero no a aceptarla. La jugada le sentó mal al ariete charrúa, quien no dudó en manifestar en una entrevista concedida a The Guardian que había llegado la hora de salir del Liverpool: "Tengo 26 años y debería estar jugando la Liga de Campeones. He esperado un año y nadie puede decir que no lo he dado todo para conseguir entrar en esa competición". Luis Suárez aseguraba que en su contrato se contemplaba la posibilidad de marchar a un equipo de Champions si el Liverpool no conseguía entrar en la mejor competición continental de clubes. Las semanas pasaron y el club londinense no aumentó su oferta al considerar que la cifra planteada en Liverpool era la necesaria para liberar a Suárez de su compromiso con el club.

Con ese panorama Luis Suárez comenzó a lanzar mensajes conciliadores en Liverpool para que nadie en Anfield dudase de su compromiso con el club, al menos hasta que llegue otra oferta. En la entidad inglesa están encantados con haber podido mantener a su estrella y esta misma semana, 24 horas después de que Luis Suárez reapareciese el miércoles ante el United, el director general del Liverpool, Ian Ayre, anunció que a final de temporada revisará el contrato del delantero. Suárez está unido al Liverpool hasta 2016, pero los reds quieren que no tenga motivos para escuchar cantos de sirena.

"Luis es un futbolista, un luchador callejero, un personaje monumental", afirmaba Ayre, "nadie está aprobando su mala conducta, pero es algo con lo que hay que lidiar. Así es su personalidad y tenemos que trabajar con eso". Desde el Liverpool quieren ahora quitar importancia a los altercados de Suárez: "Cualquier incidente de esta naturaleza representa un daño para una marca, pero el Liverpool es mucho más importante que cualquier jugador y siempre lo será. Somos una institución y tenemos como base unos valores familiares, y cuando tus hijos son malos, tienes que regañarlos y tratas de enseñarles y mostrarles sus errores".